
Una mujer recoge grelos de su huerta en la provincia de Lugo
El crecimiento que el campo no nota: el PIB agrícola repunta un 8,5 % pese a perder 56.000 empleados
La economía agrícola fue la que más creció de España en 2024. Este es el titular que deja el último dato del Instituto Nacional de Estadística (INE), donde el Producto Interior Bruto (PIB) agrario subió un 8,5 % respecto a 2023, más de cinco puntos por encima de la media del dato económico general.
El impulso del campo registrado en 2024 coincide con un tiempo convulso en las explotaciones. La subida de los costes de producción, la carga burocrática y la competencia de terceros países asfixia a agricultores y ganaderos, cuya realidad dista de la bonanza de las cifras generales.
En términos globales, se puede afirmar que el sector primario ha mejorado; sin embargo, el pulso del eslabón más débil de la cadena choca con la frialdad de la referencia, ya que 2023 fue un capítulo especialmente negativo por la grave sequía.
El avance del PIB agrícola en 2024 fue especialmente destacado en el primer trimestre, cuando anotó un incremento interanual del 11,7 %. Precisamente a comienzos del pasado año los tractores inundaron las vías de las principales ciudades en protesta contra una situación desesperada.
El incremento del valor de todos los bienes y servicios del campo se topa con las reclamaciones de los agrarios. Además, la Encuesta de Población Activa (EPA) apunta que el sector agrícola ha perdido 56.600 empleos respecto al cierre de 2023 y los datos oficiales del portal IPYME del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones evidencia que en los últimos tres años se han perdido un 4,8 % de las empresas agrarias.
Según datos del INE, el sector ha perdido 75.000 explotaciones entre 2010 y 2020. La Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme) subraya la caída del empleo agrícola, en el nivel más bajo desde 2005, cuando empieza la estadística.
«Entre diciembre de 2018 y diciembre de 2024, el empleo agrícola cayó 10,1 % (119.500 empleos menos), mientras que los demás sectores crecieron (+6,7 % la Industria, +16,4 % la Construcción y +14,5 % los Servicios, donde se incluye el sector público). Esa caída del sector agrícola, en parte, tiene que ver con la subida del salario mínimo interprofesional», apuntan fuentes de Cepyme.
Las explotaciones sin asalariados, es decir, los autónomos, junto con las microempresas (de 1 a 9 asalariados), son las que soportan el grueso de estas reducciones del sector agrario, protagonizando más del 70 % del empleo perdido.
La falta de relevo generacional y el aterrizaje de grandes operadores a las labores agrarias transforma un campo que evoluciona hacia un futuro con menos propietarios y con explotaciones más productivas.
La organización profesional agraria Unión de Uniones lamenta «una reestructuración que se dirige hacia la intensificación y la mecanización de las explotaciones, con la consiguiente reducción de mano de obra asalariada, forzadas a competir en mercados más abiertos».
Unión de Uniones ahonda en que la disminución de empresas agrarias y de empleados está motivada por los malos resultados económicos y por el encarecimiento de los costes de producción, no por una reordenación del escenario.
«A quien puede extrañar que los agricultores y los ganaderos nos sintamos ofendidos cuando almorzamos con titulares del Ministerio sobre subidas estratosféricas de la renta agraria. No hay quien se crea que en un sector con incrementos de renta del 40 % en los últimos cuatro años se cierren empresas y se pierda trabajo. Directamente, es pura ficción», concluyen desde Unión de Uniones.