
Ternero de una ganadería extensiva en España
Una nueva métrica demuestra que el impacto ambiental de la carne es la mitad de lo que se creía hasta ahora
Los ganaderos reivindican la ciencia frente a las opiniones que se imponen desde colectivos radicales
Un estudio exhaustivo de científicos de Reino Unido, Estados Unidos y Países Bajos cambia el estigma sobre el impacto ambiental de la carne y los lácteos.
La investigación parte de que el Análisis del Ciclo de Vida (ACV), el método empleado para identificar los puntos críticos ambientales en los sistemas alimentarios, resulta insuficiente.
«Esto es bien entendido por muchos expertos, que buscan desarrollar nuevas métricas para superar las limitaciones y calcular los impactos con la mayor precisión posible», indica el documento compartido por Somos Ganadería, una alianza de organizaciones relacionadas con la ganadería.
El informe La calidad proteica como unidad funcional complementaria en la evaluación del ciclo de vida (ACV) abre un nuevo escenario con el desarrollo de una nueva métrica, el ACV nutricional. Se trata de una evolución del estudio del ACV en el que el impacto de los alimentos no está simplemente relacionado con su masa y, por tanto, con 1 kg de producto, sino con sus características nutricionales generales.
«La comparación de diferentes alimentos, como la carne y la lechuga, da resultados falsos porque su valor nutricional es demasiado distinto para hacerlos directamente comparables. Por esta razón, el impacto ambiental de los alimentos no debe calcularse únicamente en función de la cantidad, las calorías o el aporte de un solo nutriente; debe considerar todos los nutrientes requeridos por el cuerpo humano en su conjunto», recoge Somos Ganadería, que aboga por un sistema más fiable del impacto ambiental de los alimentos, que tenga en cuenta la calidad y el valor nutricional de los mismos.
Más de diez instituciones académicas de varios países han colaborado de manera multidisciplinar, abarcando desde la nutrición y la salud pública a la sostenibilidad y la evaluación del ciclo de vida para descubrir a partir de la calidad de las proteínas que el impacto ambiental de la carne y los productos lácteos se redujo casi a la mitad de lo que se cree. Además, el estudio concluye que el impacto de los productos de origen vegetal es casi un 60 % mayor. «A la luz de estos hallazgos, la producción de alimentos de origen animal tiene un impacto ambiental mucho menor de lo que se pensaba, gracias a la mayor calidad de la proteína animal, lo que significa que se necesitan menos alimentos para satisfacer la demanda y, por lo tanto, menos impacto en el medio ambiente», asevera.
La tesis se respalda en otro informe realizado por la Universidad de Padua (Italia) en el que, tras comparar el impacto ambiental de 15 alimentos vegetales y animales, los científicos determinan que para obtener la cantidad de alimento necesaria para proporcionar todos los aminoácidos esenciales para un ser humano de 70 kilos la carne de vacuno tiene un mejor rendimiento ambiental que algunos productos de origen vegetal, ya que su impacto se dispara al carecer de aminoácidos esenciales, lo que lleva a un aumento significativo de los alimentos necesarios para obtener la reserva completa de aminoácidos.
«Los resultados muestran una nueva perspectiva y la necesidad de considerar la calidad de la proteína en el nLCA y la digestibilidad y biodisponibilidad de todos los compuestos bioactivos y micronutrientes para una evaluación más confiable. Según los expertos, la densidad de nutrientes y los efectos sobre la salud, como la carga de enfermedades, deben considerarse juntos para un enfoque más preciso. Los hallazgos de que los productos de origen animal, particularmente aquellos ricos en proteínas de alta calidad tienen un impacto ambiental menor de lo estimado anteriormente desafían las suposiciones existentes» celebran las asociaciones ganaderas, que reivindican la ciencia frente a las opiniones que se imponen desde colectivos radicales.