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29 de marzo de 2024

Daniel Brühl en El Hormiguero

Daniel Brühl en El HormigueroAntena 3

El Hormiguero

El motivo por el que no te puedes dormir en un rodaje de Tarantino

Daniel Brühl, que se estrena tras la cámara, desvela las manías del director de ‘Malditos bastardos’ y el consejo que le dio Ron Howard

Una estrella cercana visitó esta noche El Hormiguero. «Nací en Barcelona, crecí en Polonia y ahora vivo en Berlín… Aunque ahora –rectificó inmediatamente– me he mudado con la familia a Mallorca. Lamentablemente no soy el único alemán», ironizó Daniel Brühl, que visitaba por primera vez el programa estrella de Antena 3. «Siempre soy el de fuera. Me siento muy europeo, pero hay momentos que me siento muy incómodo», resumió su cambiante peripecia vital.
Acudió al encuentro de Pablo Motos y de las hormigas para presentar La puerta de al lado, su opera prima. Además de dirigirla, la protagoniza. Empieza como una comedia ligera y acaba derivando en un thriller. «Es como un western, como un duelo entre dos vecinos en Berlín. Mi personaje, que es un actor, descubre que su vecino, que es del este [de la ciudad], ha descubierto mucho, demasiado, sobre él. La película habla del acoso, de intimidad, pero también de la gentrificación, de lo que está pasando en muchas ciudades, en Berlín también», detalló el actor, de nacionalidad alemana y española, sobre el filme, que se estrena el próximo viernes. Lejos de barrer para casa, se ha buscado un protagonista nada agradecido: «Insoportable, pedante, arrogante». Así definió su personaje.

Consejos y manías de los grandes

Como director aplicó un consejo de Ron Howard (Cocoon, Apolo 13, Una mente maravillosa). «Un buen director hace buen casting en su equipo. No tiene que saberlo todo».
Pero del cinesta que más habló fue de Quentin Tarantino, que lo dirigió en Malditos bastardos.
Daniel Brühl en El Hormiguero

«Él no soporta que la gente se duerma en el set», desveló de entrada. «Pone música en los cambios técnicos. Si pilla a alguien durmiendo, tiene un asistente que hace una foto con un objeto obsceno de este tamaño [dijo abriendo las manos], de color morado, delante de la cara de la persona durmiendo…». Motos precisó que se trataba de un pene gigante.
No es la única norma del credo tarantiniano. «Tampoco soporta los móviles. Tienes que entregar tu móvil en la entrada. En todo el día no puedes controlar tu Instagram o tus mensajitos».
En el rodaje de Malditos bastardos apareció un hombre gigantesco con una maleta esposada a su mano. Asombró a todos su presencia. No hablaba con nadie. Brühl se atrevió a dirigirse él en un descanso. El misterioso visitante le dijo que venía de un museo de Boston y que tenía objetos muy importantes en su maleta. La aparición del ‘armario’ coincidió con el primer día de rodaje del actor que interpretaba a Hitler. De la maleta salieron unas gafas y un reloj, que se entregaron precisamente al actor que hacía de Führer. Eran unas gafas y un reloj que habían pertenecido a Hitler. Así de perfeccionista es Tarantino.

Dueño de un bar de tapas en Berlín

Brühl tiene un bar de tapas en Berlín. «Vamos viajando por todas las provincias españolas y cada semana cambiamos el menú», explicó.
«Hemos sobrevivido a la pandemia. A mí me llena mucho».
¿Somos muy diferentes los españoles de los alemanes?, se interesó el presentador. «¡Mucho!, mira», dijo señalando al entregado público del plató. «Suelen ser un poco más cuadriculados y menos emotivos», dijo de los germanos.
Daniel Brühl en El Hormiguero

El actor es muy del Barça, así que el presentador no perdió la ocasión de preguntar por la crisis culé. «Casi no vengo porque Xavi me dijo de no venir a El Hormiguero… Está complicada la cosa», reflexionó sobre la situación del conjunto barcelonista.
No le preguntó Pablo Motos por Good Bye, Lenin!, esa película en la que una mujer residente en la RDA y fiel al régimen comunista despierta tras ocho meses en coma y su hijo –que interpreta Brühl– trata de ocultarle que ha caído el muro de Berlín. Venía a cuento por el caso Manuel Montegudo, el hombre que estos días fue noticia tras haber asegurado –falsamente– que había estado 35 años en coma.
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