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19 de abril de 2024

Andrea Ros y Tamar Novas en un plano de A 1.000 km de la Navidad

Andrea Ros y Tamar Novas, en un plano de 'A 1.000 km de la Navidad'Netflix

Cine

La cara y cruz del cine navideño español

El acierto de 'A 1.000 km de la Navidad' (Netflix), una cuidada comedia romántica, contrasta con el desaliño de 'Cuidado con lo que deseas' (Amazon Prime)

Se acaban unas fiestas en las que el audiovisual español ha querido estar presente en ese espacio habitualmente copado por el producto norteamericano, el cine navideño. Lo ha hecho con un par de películas que, desde hace unas semanas, se pueden disfrutar en sendas plataformas de pago. El resultado es desigual. A 1.000 km de la Navidad (Netflix) y Cuidado con lo que deseas (Amazon Prime) son la cara y la cruz del cine navideño español.

Una película entrañable

De A 1.000 km de la Navidad se habló mucho justo antes del estreno porque es uno de los estrenos póstumos de Verónica Forqué. La película nos devuelve a la intérprete que siempre quisimos, nada que ver con la mujer crispada de MasterChef Celebrity.
La actuación de Verónica Forqué es uno de los aciertos de A 1.000 km de la Navidad, una película que su director, Álvaro Fernández Armero, resuelve con la sabiduría que dan los años.
La película es un cuento de Navidad que gira en torno a dos personajes. Uno es un Grinch humano, Raúl (interpretado por el gallego Tamar Novas), un estricto y solitario auditor que odia la Navidad y el mundo en general, y que no empatiza ni con su madre. Por motivos laborales, ha de desplazarse a un pueblo donde las fiestas navideñas se celebran por todo lo alto, en especial por parte de una joven soltera que se desvive por su pueblo, Paula (Andrea Ros), que es la promotora y directora de un Belén viviente.
La trama, aunque previsible, está bien resuelta. La ambientación es magnífica. Los actores resultan muy creíbles y hasta entrañables. Hay guiños cinéfilos a Cinema Paradiso (esa sesión de cine al aire libre) y a Qué bello es vivir (la pesadilla de Raúl cuando el pueblo lo rechaza) en una película que no es memorable ni va a hacer historia (tampoco lo pretendía), pero que cumple su función y marca un camino a explotar por el cine español. Entretiene, la disfruta toda la familia, y es, en definitiva, «bonita de ver». El público español, que es sabio, la ha mantenido entre lo más visto de Netflix durante las fiestas que ahora acaban.

Un despropósito

Turno ahora para Cuidado con lo que deseas, que se estrenó en los cines antes de su llegada a Amazon Prime. Es, simplemente, un despropósito de película. Uno lee los títulos de crédito y ve que figuran un director como Fernando Colomo y actores como José Sacristán y Dani Rovira y se le hace la boca agua. Pero el resultado final es que por esa misma boca se echan pestes.
Dice Colomo, director en tiempos remotos de obras tan celebradas como ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? o Bajarse al moro, que con esta película ha querido reivindicar la magia y sacar el niño que cada uno lleva dentro. Sabemos que tiene que defender su producto, pero un señor de 75 años con tan buen cine a sus espaldas ha de ser el primero en reconocer que Cuidado con lo que deseas no es ni siquiera un quiero y no puedo; es, simplemente, una de las películas más cutres y desacertadas del cine español reciente.
Todo nace de un cuento breve de David Marqués, que fue guionista de la genial Campeones, y que escribe esta fallida comedia junto con Mireia Llinàs. En esa narración original había un mago, niños, un abuelo y una bola de cristal con dos muñecos de nieve dentro. No hemos leído el cuento original, pero esos elementos los hay también en la delirante película y resulta descabellada de principio a fin.
Un plano de Cuidado con lo que deseas

Un plano de 'Cuidado con lo que deseas'

La idea de la productora es, evidentemente, reeditar el éxito de las películas familiares de Santiago Segura, al que se menciona, en un evidente homenaje, en el filme de Colomo. La diferencia es que las del «amiguete» hacen gracia a toda la familia y Cuidado con lo que deseas es incapaz siquiera de causar una media sonrisa en 91 minutos de metraje. Es más, sientes vergüenza ajena por recomendarles a tus pequeñas «esa peli navideña que ponen en Amazon Prime», donde suelen ver La dulce aventura de Chi y otros dibujos «cuquis».
Hay un pueblo remoto, como en A 1.000 km de la Navidad. Hay un personaje enganchado al teléfono, como en Annie Hall. Hay guiños a Regreso al futuro, a Solo en casa o a Pesadilla antes de Navidad. Pero lo que no hay es sentido ninguno en esta película que muestra unos efectos especiales ridículos, un guion con más agujeros que la zona volcánica de La Palma (¡esos críos que se quedan solos!), una puesta en España más plana que la primera etapa del Tour y, en definitiva, una desgana generalizada. El problema de origen es que se toma a los niños por tontos, y así es imposible.
Como la vida es paradójica, a José Sacristán le dieron el premio Nacional de Cinematografía mientras rodaba este filme. Menos mal que no se había estrenado cuando se lo concedieron, porque a lo peor hasta se lo habrían quitado. Más allá de bromas, Sacristán es de lo poco salvable de una película que nace mutilada. Ya decía Billy Wilder que un gran guion es muy difícil convertirlo en una mala película, pero que un mal guion no lo salva ni el mejor director.
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