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29 de marzo de 2024

Alberto Chicote y Javier Sardà, en Fuera del mapa

Alberto Chicote y Javier Sardà, en Fuera del mapa

Fuera del mapa

La razón por la que Sardà tuvo seis años guardaespaldas

El presentador catalán recibió amenazas cuando presentaba ‘Crónicas Marcianas'

Chicote y Javier Sardà pasearon por una zona mayormente deshabitada del Pirineo oscense. Durante su largo paseo, entraron en la Iglesia de Santa Eulalia. Y fue ahí donde el presentador catalán reflexionó sobre la fe: «Creer en la trascendencia, creer en algo, es privilegio inmenso».
«Yo no tengo esa satisfacción. Envidio a los que creen. Si hay alguien que tiene la convicción de que esto no se acaba en esta vida, de que hay una trascendencia, de que hay algo después de la vida, me parece que es balsámico, a no ser que los que crean en esto hagan la guerra con la seguridad de que si mueren irán al cielo. Entonces, esta creencia es peligrosa. Pero la mayor parte de gente normal, que cree en Dios, es un chollo que tienen». «Yo me siento más agnóstico que ateo –continuó el catalán, de 63 años–. La palabra me gusta más. No me gusta que la palabra que niega a Dios tenga la palabra Dios. De repente soy muy radical. Y en el fondo me gustaría ser creyente».
Catalán y madrileño siguieron con el recorrido por el Pirineo, a pie. No se asomaron a lugares altos: «Fui una de las pocas personas que llegó al Machu Picchu y no entró». Por vértigo. Además del cuerpo, durante la grabación del programa ejercitaron la memoria. Sardà contó que la ejercita todos los días, y preguntó a Chicote qué había comido el día anterior. El cocinero no lo recordaba. Él, tampoco. «Pero me acuerdo de cosas raras. Como el Padrenuestro en latín». Y pasó a recitarlo.

La noche es inquietante

Hubo tiempo también para hacer memoria de los éxitos comunicativos de Sardà. De hablar de su primera gran ocasión, que aprovechó: cuando entró con 19 años en Radio Nacional de España, donde, nueve años después, presentaba su propio programa, La bisagra. De recordar de Juego de Niños y sus gallifantes.
Y, claro, hablaron también de su triunfó con Crónicas Marcianas. El programa lo hizo multimillonario, pero durante «casi seis años» de los ocho que duró tuvo que recurrir a un guardaespaldas. «Por miedo y porque me seguían, porque recibía comunicados en mis buzones...», detalló. De todas las horas del día para hacer televisión, el programa ocupaba la que, a su juicio, es la peor, la de la madrugada: «La noche es inquietante. La gran mayoría de gente es fantástica, pero sí hay alguien inquietante es a esa hora. Pero ya pasó, deseo que hayan encontrado la paz interior, un buen trabajo y tengan mucha suerte en la vida», deseó a sus antiguos acosadores.
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