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23 de abril de 2024

'El Sapo' es el protagonista de un documental de tres capítulos en Amazon Prime Video

'El Sapo' es el protagonista de un documental de tres capítulos en Amazon Prime VideoAmazon Prime Video

«No tengo conciencia ni memoria» y otras catorce reflexiones del mayor ladrón de España

El Sapo filosofa sobre su «oficio» en un documental en Amazon Prime Video

Fue el mayor ladrón de España, junto al fallecido Casper, y hoy es el protagonista de un documental de tres asombrosos capítulos. Un tipo capaz de robar 14 millones de euros en un banco de Yecla e irse de rositas. Un hombre que estuvo más de tres años planeando cómo guindar obras maestras de la pintura del ático de Esther Koplowitz.
Se apoda El Sapo y en esta producción de Amazon Prime Video deja unas cuantas reflexiones sobre su «oficio». Recogemos quince de ellas.
Para este ladrón, hay dos tipos de criminales, y él tiene muy claro a qué grupo pertenece: «Alguna gente es criminal por necesidad; y otros por elección. Yo soy de la segunda categoría».
Defiende que no vale cualquiera para esta peculiar profesión. Y una virtud que ha de cultivar el que se dedique a ella es la paciencia: «Preparo muy bien las cosas y nunca actúo en caliente».
Es consciente de que todo gran golpe necesita una preparación previa que implica un gasto importante de dinero. Así, calcula que se gastó 100.000 euros en el robo de los cuadros de Esther Koplowitz pero que se acabó llevando 12 millones de euros, que son menos que los 200 que calculó pero sigue siendo una cantidad muy importante: «No hay negocio sin inversión», señala sobre la plusvalía que logró.
A la hora de elegir a quién robar, es un sibarita: «No todo el mundo puede ser invitado a ser víctima mía. Para poder ser robado por mí, tienes que tener un estatus que te lo permita».

España, paraíso para el robo

Sibarita, sí, pero también un estudioso que deja lo menos posible al azar. Durante años tuvo España como centro de operaciones por una razón fundamental. Si lo pillaban, el castigo iba a ser mucho menor que en otras latitudes: «¿Dónde es más fácil robar? En ningún lugar es más fácil robar. Lo que puedes tener en algún lugar es menos condena por hacerlo. Entonces, el mejor era España».
«La primera cosa que yo leo cuando llego a un país a instalarme es el Código Penal», presume. El de España le gustó, se adaptaba a sus intereses.
En el golpe en Yecla intervinieron dos bandas. La suya y la de Casper. Los pillaron porque algunos elementos de la otra agrupación de malhechores se les dio por hacer ostentación del dinero. Uno de ellos se compró un Ferrari a los pocos días. El Sapo nunca lo haría: «Para tener dinero hay que saber tenerlo y saber gastarlo», sostiene.
También hay que saber dónde gastarlo. En este caso, tiene una máxima que nunca se salta: «Nunca he utilizado dinero robado en España en España».
Todo malo de alto rango ha de inspirar miedo y respeto. El Sapo es consciente de que los genera en los demás.
«¿Y si te delatan?», le preguntan en el documental. «Consecuencias. Muy malas consecuencias. Y en cualquier momento. Soy muy vengativo. Tengo tiempo, dinero. Y la venganza es como el caviar, se come frío».
«Como todo buen psicópata, tengo muy poca empatía», advierte un hombre que carece del sentido del bien y del mal. «Para tener la conciencia intranquila tendría que tener conciencia. No tengo conciencia. Ni recuerdos».
Siempre hay que estar al acecho, porque los agentes del bien nunca descansan y algunas bandas rivales tampoco: «Es mejor estar prevenido que estar muerto».
Para ser un malhechor como El Sapo también hay que saber muy bien los ambientes en los que te mueves. Nada de acontecimientos multitudinarios, pues como la Policía sabe que Dios los cría y ellos se juntan es muy probable que en esos encuentros los agentes lo estén grabando todo sin que nadie se entere: «Yo no voy ni a entierros, ni bautizos ni a bodas».
No le agradan los trajes, pero los disfraces le gustan más que a Mortadelo. Se ha vestido de cartero, de vigilante jurado, de mujer... Y, muchas veces, de sacerdote: «Nadie desconfía de un cura. Y te puedes pasear hasta por aeropuertos con dinero cash siendo un cura, cosa que no podrías hacer siendo banquero», reflexiona en voz alta.
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