Fundado en 1910

20 de abril de 2024

Miquel Iceta en la Mesa de la Moda de Autor

Miquel Iceta en la Mesa de la Moda de AutorEFE

Las contradicciones de Iceta, el ministro al que llaman «fontanero»

La cabalgadura de Iceta ha cambiado. Ya no monta un caballo catalán. Ahora monta caballos de Troya y hasta Rocinantes como si, además de rocín flaco, llevara lanza en astillero, adarga antigua y le siguiera un galgo corredor

En los tiempos en que Joaquim Nadal auguraba que Iceta acercaría al PSC al «derecho a decidir» las contradicciones en el seno del partido socialista en Cataluña alcanzaban el delirio. Allí estaba el actual ministro de Cultura, conocido intramuros como «el fontanero», preparado para cabalgarlas, como decía que era «hacer política» el exvicepresidente Pablo Iglesias
De Iceta se menciona popularmente con frecuencia sus habilidades para el baile, no así sus habilidades cabalgantes, que apuntan a ser mayores y mejores. Iceta es como uno de esos jinetes de madera de las ferias que avanzan al acertar con las fichas, lanzándolas a su casillero correspondiente. 
La cabalgadura de Iceta ha cambiado. Ya no monta un caballo mitad español, mitad independentista. Ahora monta a Bucéfalos y Babiecas, Marengos, Pegasos, caballos de Troya y hasta Rocinantes, como si además de rocín flaco, llevara lanza en astillero, adarga antigua y le siguiera un galgo corredor.
Antiguamente, reclamaba indultos para los independentistas presos y luego se desdecía admitiendo que era una petición prematura. Lo mismo pasó con la Hacienda propia catalana, cuando los antiguos barones le rodearon. 
Ahora que cabalga Rocinantes dijo que la tauromaquia era Cultura, para unos días después excluirla del Bono Cultural. Luego probó con los museos, apostando por su desmembración no tan encubierta, hasta que se vio obligado a emitir un comunicado oficial comprometiéndose a no hacer esa cosa tan fea y desagradable por la que sacaban pecho toda clase de pequeños barones como el alcalde de Elche, unos barones en extinción frente al nacimiento de los nuevos virreyes del nuevo federalismo que alcanza hasta los museos.  

Estatua del Quijote

Hay que estar vigilante no le vayan a federalizar a uno sus pertenencias, aunque en el caso de Iceta sólo serían palabras que volverían a su origen como las hojas que absorben las máquinas de los ayuntamientos en otoño. 
A propósito de los ayuntamientos y del otoño y de Rocinantes se ha producido la penúltima aventura del ingenioso ministro de Cultura a cuenta de la negativa del ayuntamiento de Barcelona, gobernado por la «soberana y alta señora», la «dulcísima» Ada Colau y sus apoyos del PSC (el partido, la Dulcinea de Iceta), a instalar una estatua de don Quijote en la playa de la Barceloneta, decisión a la que el ministro de la alegre figura se ha referido como una «catetada».  
A Iceta le parece una «catetada» («palabras gruesas», ha dicho que son, tapémonos los oídos ante tan espantoso exabrupto) que su propio partido se niegue a poner una estatua del Quijote en el lugar en que el héroe cervantino termina sus andanzas y ve el mar, junto a Sancho, por primera vez (mientras define la novela como «inclusiva», pobre manco de Lepanto), lo cual es como llamarse a sí mismo «cateto». Menos mal que todo lo que sale de Iceta vuelve, desde el reintegro del indulto y la Hacienda catalana propia hasta las piezas de los museos nacionales y los «catetos». 
Comentarios
tracking