Fundado en 1910

28 de marzo de 2024

El "Guernica" de Ibarrola.

El "Guernica" de Ibarrola.EFE

Arte

El «Guernica» de Ibarrola aterriza en Bilbao por la cifra de 300.000 euros

El cuadro formaba parte de una reivindicación para que el «Guernica» de Picasso se instalara en el País Vasco

el Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao han tenido que unir fuerzas (y cuantías millonarias de dinero) para lograr que la versión del «Guernica» de Agustín Ibarrola (Bilbao, 1930) descanse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Nada más y nada menos que 300.000 euros ha costado el polémico mural, una revisión del histórico cuadro que Picasso pintó en 1937 para relatar, desde su particular punto de vista, los horrores de la Guerra Civil. El «Guernica» de Ibarrola, que se encuentra en magnífico estado de conservación, es una monumental obra formada por diez lienzos que forman una imagen de dos metros de altura por diez de largo.
Si Picasso plasma las consecuencias de los bombardeos realizados por los alemanes, Ibarrola les suma los enrejados geométricos como símbolo de su denuncia del clima de opresión de la dictadura y su reivindicación de las libertades. Sin obviar los motivos figurativos más icónicos de la obra de Picasso, el autor vasco añade elementos propios de su universo creativo. El artista pintó el cuadro en 1977, cuando encabezó un movimiento de intelectuales y artistas vascos que pedían que el cuadro original de Picasso se instalara en el País Vasco y no en Madrid.
Este cuadro, una «obra emblemática del arte vasco» y de Ibarrola según el Bellas Artes, ya se exhibió en este museo tras su creación en 1977 y después en 1979 acompañada por otras obras del artista vizcaíno de estilo geométrico y con su característica temática social de obreros y fábricas.
La obra estuvo olvidada durante años en el taller del artista, hasta que fue localizada por el galerista José de la Mano, que la llevó a la reciente edición de ARCO. Tras adquirirlo en la feria, el cuadro ha llegado al museo bilbaíno, donde, tras el desembalaje y la realización del informe de restauración, ha sido colocado en una de las salas. 
Ibarrola, retirado de la vida pública, explicó en 1978 esta obra, donde se reconocen claramente las icónicas figuras que pintó Picasso: «En otra dimensión ya aparece en mí la preocupación del mundo de las rejas. Las rejas me estaban impresionando mucho, todo el silofón de las rejas, todos los movimientos de los candados, de las cadenas golpeando contra las rejas», indicó entonces.

Los vascos y la reivindicación de «Guernica»

Cuando en 1981, con la democracia asentada, el Guernica original volvió a España, su recuperación se vio ensombrecida en el País Vasco por un sentimiento generalizado de frustración y pesimismo: los vascos querían que la obra de Picasso, que plasmaba el sufrimiento de la guerra a través del sufrimiento del pueblo vasco, descansara en su tierra. De nada sirvieron entonces las peticiones efectuadas por todas las fuerzas políticas vascas, a través de juntas generales, diputaciones, Parlamento y Gobierno vasco, artistas y del propio pueblo de Guernica para que el cuadro se ubicara en la villa foral que le dio nombre.
Además de colectivos populares, un grupo importante de artistas vascos, entre los que se encontraban Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Ruiz Balerdi, Basterretxea y el propio Agustín Ibarrola,  propugnaron la reconversión de Guernica en «la ciudad de la resistencia y la cultura vasca», en la que el museo, albergando la obra de Picasso, sería la máxima atracción. En aquellos días circulaba en pegatinas y carteles la consigna Guernica, gernikara (El Guernica a Guernica).
El Museo de Bellas Artes de Bilbao, uno de los mejor dotados del Estado español, se sumó también a la reivindicación, sin éxito. En 1981, con Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, se produjo el hecho que pocos hubieran creído posible: llegó el Guernica y se instaló en el Casón del Buen Retiro, donde permaneció casi una década.
El Reina Sofía se inauguró en noviembre de 1990 y al año siguiente, con Solé Tura como ministro y María Corral como directora, el Guernica entró en la sala que tenía reservada en el edificio de Atocha, para última decepción de los vascos, que parecen haberse resarcido, en cierta manera, con la compra del «Guernica» de Ibarrola, que descansa ya en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Comentarios
tracking