Que el pasado 18 de noviembre saltara la noticia acerca de la aparición de un nuevo Banksy en el muro de una tienda de Lowestoft, en Suffolk, no es novedad, ya que noticias de este tipo sobre el grafitero misterioso aparecen más a menudo de lo que pensamos.
Sin embargo, esta vez, la noticia cambia, ya que también implica al dueño de ese muro sobre el que Banksy había plasmado su millonaria ocurrencia, que ha visto el negocio hecho y, sin pensárselo, ha arrancado el muro de la fachada donde estaba el «graffiti», y lo ha escondido a buen recaudo para, según algún rumor, venderlo por una cifra cercana a los 2,5 millones de euros.
Como no puede ser de otra manera cuando el dinero pasa tan cerca sin tocarlo, el hecho de que el dueño del muro pueda haberse lucrado con una obra de Banksy, ha hecho estallar la polémica y el enfado entre los vecinos de Lowestoft, que han visto como se esfumaba una posibilidad turística para su pueblo.
Al tener conocimiento de la noticia, la teniente de alcalde Nasima Begum ha expresado su «lastima» sobre la desaparición del graffitti de marras, que hubiera beneficiado económica y, mediáticamente, al pueblo inglés. Y ha elucubrado con la magnanimidad del misterioso artista asegurando que «Banksy no lo puso allí para el beneficio de nadie, y que su arte «había generado mucho revuelo y muchos visitantes a la zona.»
Ahora, esa obra que había despertado tanta expectación, en la que aparecía un niño manejando una palanca, ha desaparecido. Y el pueblo y los peregrinos de las obras callejeras de Banksy se han quedado sin su pintada que, mientras unos dicen que ya estaría en Estados Unidos otros creen que todavía se encuentra oculto en algún lugar de Gran Bretaña.
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