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24 de abril de 2024

Alcazar de Segovia

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Decenas de jóvenes artistas invaden Segovia en busca de sus paisajes

Segovia se convierte en estos días en una suerte de Montmartre castellano lleno de paisajistas de toda España

Segovia es una tierra de patrimonios, poseedora de una riqueza artística plasmada en piedra. Las panorámicas que presentan sus alturas es atrayente, sus vistas desde el Alcázar son dignas de admiración y el acueducto impacta por sus dimensiones. La provincia enamora por su versatilidad paisajística.
Pintores en Segovia

Pintores en SegoviaEFE/Pablo Martín

Sorolla se enamoró entonces de los jardines de la Granja y de los pueblos de la provincia. Este sentimiento renace en los jóvenes artistas de todas las facultades de Bellas Artes de España. Armados con pinceles, pinturas y caballetes se han preparado para recorrer estas semanas las calles y pueblos de Segovia. Captar la belleza del contraste entre la vegetación y las casas de la ciudad, buscar nuevos colores, replantearse las inquietudes de los pintores, dejar algo de ellos en la ciudad y viceversa son algunas de las metas que tienen estos estudiantes.
Los cursos de la Residencia de Paisajistas de El Paular tienen su raíz en 1919, fueron desarrollados por la entonces Dirección de Bellas Artes, y a partir de los años cincuenta, se empezaron a impartir exclusivamente en la ciudad de Segovia.
En él han impartido clase importantes nombres del paisajismo en España como Antonio Muñoz Degrain o Joaquín Sorolla, y han sido becados otros como Agustín Riancho, Jaime Morera y Galicia o, más recientemente, Pablo Merchante, Alejandro Botubol y Carlos Dovao.

Dieciséis alumnos han sido seleccionados

Dieciséis alumnos –uno por cada facultad de Bellas Artes de España menos la de Cuenca- han sido seleccionados por sus universidades para convivir unos días y disfrutar de intensas jornadas de pintura en la ciudad, talleres y conferencias especializadas y algunas excursiones técnicas por la provincia.
Segovia ofrece una vasta belleza pétrea que gusta a los paisajistas. El Postigo del Consuelo permite ver la excepcional obra del acueducto y su alargada sombra. Alfonso del Moral, que acaba de graduarse en la Universidad Politécnica de Valencia y lleva algo de su tierra en la paleta, comenta sus impresiones.
Postigo del Consuelo en Segovia

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«Se puede notar que vengo de Valencia porque mi luz suele ser más saturada, al estilo de Sorolla, no uso tanto los negros como la gente de la meseta», ha comentado el artista, quien desde luego ha aprendido que «no es lo mismo pintar Valencia que pintar Segovia».
«Hoy es el tercer día y ya he sacado el negro, porque claro, no podía seguir pintando como en la Malvarrosa», ha comentado, entre risas.
Para Marta Regojo, que a sus 24 años es recién graduada en la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra, el choque al compararse con sus compañeros viene de que su facultad es «muy conceptual»: «Se sale del estilo más clásico, purista, perfeccionista… es más abierto», ha comentado.
Pintura en Segovia

Pintura en SegoviaEFE/Pablo Martín

«Aquí hay gente que tiene mucha técnica y nosotros en Pontevedra no tenemos tanta técnica porque somos más abiertos a crear una nueva forma de pintar, una nueva forma de representar el arte en general», ha señalado la artista, mientras trabaja en un plano muy cerrado del dibujo que forman en el suelo las sombras de los arcos del Acueducto.
Por allí discurre, de un caballete a otro, el director artístico de este año, el artista especializado en pintura, dibujo y grabado Joaquín Millán, profesor en la Universidad Complutense de Madrid, quien ha opinado que, aunque hayan pasado más de cien años entre los primeros pensionados y los de ahora, «los problemas son eternos».

Hay sentimientos que no cambian

Cuestiones como la belleza o la espiritualidad persisten en la mente de los pintores de ahora y sólo cambia «cómo se cuentan las cosas»: «Tú sigues amando, la gente sigue muriendo, hay sentimientos que no cambian, son los mismos pero a través de diferente manifestaciones», ha dicho.
Pintores en Segovia

Pintores en SegoviaEFE/Pablo Martín

Sí se puede detectar en estas nuevas generaciones de pintores una pintura «más ligera» y «espontánea», en la línea del mundo en el que viven, «más veloz» que hace décadas, con trazos más precisos y más largos: «Se quedan menos ensimismados, pero no es menos poético, sigue teniendo carga poética, pero es más la carga del móvil, del WhatsApp, la fotografía, la imagen», ha apuntado.
Para Madalen Pinuaga, de 25 años y procedente de Bilbao, el papel tan presente que tiene la tecnología en generaciones como la suya tiene algunas ventajas, como la posibilidad de tener en el móvil «una herramienta de trabajo útil y ágil» como repositorio de imágenes, y otros aspectos negativos, como el tiempo que muchas veces se pierde, infructuoso, en las pantallas.

Globalización estilística

Según el profesor, también se nota una especie de «planteamiento global» de la pintura, una «globalización estilística», consecuencia de la facilidad de acceso a referentes de cualquier lugar del mundo: «Se está perdiendo un poco el arraigo de aquello de la escuela propia de Madrid, la escuela andaluza…», ha manifestado el experto.
La representante madrileña de este año, Ana Castilla, de 21 años, ve como algo muy positivo poder nutrirse tan fácilmente de otros artistas.
«Siempre ayuda conocer otras obras, y si no te puedes mover a los sitios, la fotografía es increíble y, aunque no es igual que verlo al natural, si se distingue bien cómo lo ha hecho, esas referencias ayudan mucho», ha comentado.

No son los mejores momentos para la pintura

Joaquín Millán ha lamentado que «seguramente, no son los mejores momentos para la pintura, ni para los poetas», pero enseguida ha añadido que «eso no quiere decir que no tengan valor» y pone de ejemplo las aportaciones fundamentales del dibujo y la pintura a la ciencia.
«Hay cosas que, verbalmente, cuesta explicar y para eso está la pintura, que es un lenguaje», explica el profesor, quien cita como muestra de ello la estructura helicoidal del ADN o una escalera de caracol.
Catedral de Segovia de Ignacio Zuloaga

Catedral de Segovia, de Ignacio ZuloagaTwitter

Este curso, el mejor del país dentro del género del paisaje, sirve para poner en valor esto en un mundo que no siempre parece tener tiempo para apreciarlo, según ha observado Millán.

Hay que saber deleitarse con las cosas

«Hay que tener sensibilidad. Fíjate en el turismo: hay gente que viene, asoma la cabeza y se va, hay una especie de flujo de personas que, muchas veces, no se detienen lo necesario y hay que saber deleitarse con las cosas, como una buena película, un buen cuadro, y dedicarle el tiempo que necesitan», ha reivindicado.
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