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29 de marzo de 2024

El director del master en Verificación Digital, Fact-Checking y Periodismo de Datos de la Universidad CEU San Pablo, Ignacio Blanco, durante el encuentro de Bailando con Gigantes

El director del máster en Verificación Digital, Fact-Checking y Periodismo de Datos de la Universidad CEU San Pablo, Ignacio BlancoPaula Argüelles

«El Kremlin nos lleva veinte años de ventaja en generación de 'fake news'»

El profesor del CEU Ignacio Blanco y el periodista y escritor Juan Soto Ivars debaten en la Universidad Complutense en torno a la verdad y la desinformación

El doctor Ignacio Blanco, catedrático de Periodismo en la Universidad CEU San Pablo, y Juan Soto Ivars, columnista y autor de libros como Arden las redes y Nadie se va a reír, han mantenido una tertulia sobre «El panorama actual de redes y medios: ¿información o verdad?». Se ha tratado de un diálogo dentro del programa de coloquios Bailando con Gigantes, fruto de la colaboración de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno con la universidad pública española. En concreto, el debate se ha celebrado con la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid. Y dentro del público, con participación incisiva, asistentes como el actor Carlos Areces o el director de cine Álex de la Iglesia, que intervino con una pregunta reflexiva.
El profesor Blanco, que es también director del máster en Verificación Digital, Fact-Checking y Periodismo de Datos de la Universidad CEU San Pablo, ha comenzado su intervención señalando que «hablar de la verdad es un enorme problema y supone un desafío», pues «necesitamos un marco referencial para abordar la verdad, que es uno de los grandes temas filosóficos de todos los tiempos». De modo que Blanco opta por referirse a la «percepción de la realidad». En este sentido, alude a los pensadores Husserl y Ortega y Gasset, representantes de la fenomenología, corriente filosófica que, en su opinión, permitió superar el positivismo.
Blanco entiende que no se trata de ceder al subjetivismo, «sino de ponernos de acuerdo, teniendo en cuenta que hay realidades que no se pueden demostrar, como las ideas, las opiniones y los sentimientos». Citando a Ortega, señala que, en este tipo de debates, lo relevante es «qué significa para mí la realidad». «Atribuimos constantemente significado a la realidad», pues todo implica un punto de vista. Y pone el ejemplo de la inmigración, positiva para unos, negativa para otros. Según Blanco, estamos ante «vivencias distintas».
El periodista y escritor Juan Soto Ivars, en el coloquio de Bailando con Gigantes

El periodista y escritor Juan Soto Ivars, en el coloquio de Bailando con GigantesPaula Argüelles

A nadie la interesa la verdad

Soto Ivars, sin embargo, cree que «los filósofos son gente extraña, porque les importa la verdad, y eso es no lo común». «A la gente corriente le interesa la versión, la utilización de una información, para emplearla como muralla defensiva», dice. «A nadie la interesa la verdad de lo que ha pasado en la Complutense con Isabel Díaz Ayuso, porque es irrelevante; lo interesante era usar el material que te daba la realidad», comenta. Y añade: «En el siglo XXI lo que sucede se emplea para construir nuestra identidad, y lo que criticas como falsedad es lo que dicen aquellos que te caen mal».

Estamos moviéndonos en el relativismo más absolutoJuan Soto Ivars

Según este escritor, en la Posmodernidad, la verdad es una mera construcción, pues vivimos en el descrédito de la verdad, y por eso tienen tanto éxito las posturas desmitificadoras, del tipo «La historia no es como te la han contado; yo te voy a contar la verdad oculta». Es más: «Estamos moviéndonos en el relativismo más absoluto, en la utilización partidista de cualquier hecho para construir un relato falso». De esta forma, «vivimos con los pies en un mundo relativista en el que la verdad no importa». Lo cual conduce al auge de lo conspiranoico, que se convierte en «una amenaza a la convivencia». «Lo que hace veinte años nos podía parecer ridículo y pintoresco» hoy se alza como una alternativa con fuerte apoyo popular. En este aspecto, Soto Ivars se muestra pesimista, porque cree que, si bien «una sociedad democrática debería buscar la verdad» y un consenso mínimo de lo razonable, lo cierto que «ya hemos traspasado esa frontera».
Ignacio Blanco asegura que «es imposible avanzar sin ponernos de acuerdo». A lo cual replica rápido Soto Ivars: «No existe el punto en el que podamos ponernos de acuerdo y que sirva de palanca para dialogar con normas comunes; es lo que se ha perdido». Pero insiste el profesor Blanco: «Doy un paso atrás; la realidad es única, pero no tiene el mismo significado para cada uno de nosotros», y prosigue: «La desinformación sucede porque ha cambiado el paradigma de la información». Y lo desarrolla comentando que el fenómeno fake news es nuevo, de naturaleza distinta, pues no son, a su parecer, los bulos de antaño.

Fake news y posverdad

En palabras de Soto Ivars, «la posverdad es la versión más democrática de la mentira». Explica que hasta 2008 «nos llegaban historias estrambóticas sobre la corrección política en Estados Unidos». Pero aquello se contemplaba en España como algo ridículo y lejano. Sin embargo, desde 2008 la «tensión cultural» se ha convertido en algo familiar para nosotros. Mediante la paradoja del mail, analiza las redes sociales. Indica Soto Ivars que ahora dedicamos más tiempo al correo que antes, aunque el correcto electrónico se supone que nos iba a ahorrar tiempo. De modo comparable, «nos dijeron que, gracias a las redes sociales, íbamos a estar en el ágora sin el filtro de un editor, para manifestar nuestra opinión libremente». «La verdad siempre había estado controlada por los medios» y ahora se rompen los filtros. «Antes de Facebook era una libertad de expresión filtrada, pero ese filtro desaparece en 2004, y ahora sabemos lo que es disfrutar y sufrir la libertad de expresión de verdad», arguye entre sonrisas. «El vecino del cuarto era un tipo simpático que te saludaba y era cordial en el ascensor, y ahora te enteras de que odia a los maricones, porque lo expresa sin tapujos en el móvil», relata.
El director de cine Álex de la Iglesia, escuchando atentamente el coloquio de Bailando con Gigantes entre Ignacio Blanco y Juan Soto Ivars

El director de cine Álex de la Iglesia, escuchando atentamente el coloquio de Bailando con Gigantes entre Ignacio Blanco y Juan Soto IvarsPaula Argüelles

Según Soto Ivars, la «verdad democrática» colisiona con la disidencia como si se tratase de una herejía religiosa. Por eso, antes «al filósofo más disruptivo» nadie le publicaba. Hoy sucede lo opuesto y, además, «se multiplica el poder de la reacción al comentario». Se ha creado una intensa atmósfera de honda divergencia de visiones y lenguajes del mundo alternativos e irreconciliables. «El ignorante no te respeta y no le importa que seas catedrático; aparte, tiene un público al que tampoco le importa», dice Soto Ivars. Continúa: «El ignorante, cuando está solo, tiene pasión por el saber, pero disuelto en la masa no; el individuo es masa porque tiene teléfono móvil».

La posverdad es la versión más democrática de la mentiraJuan Soto Ivars

«Nosotros mentimos sin parar»

Brexit. Nosotros mentimos sin parar
El catedrático Ignacio Blanco interviene de nuevo para matizar: «posverdad», en un principio, sería lo que va después de la verdad. Pero, citando a McIntyre y su concepto de post–truth, apostilla que «post» significa que la verdad es irrelevante. Al analizar el caso del Brexit o el triunfo electoral de Trump en 2016, advierte dos grandes pautas: de un lado, una sociedad de «contextos políticos muy polarizados»; de otro lado, la tarea de Cambridge Analytica y los bots rusos.
No le resta importancia, porque afirma que el gobierno de Vladímir Putin opera con contundencia en este ámbito y en la generación de fake news y desinformación. «El Kremlin nos lleva veinte años de ventaja», y hace tiempo que está sembrando «semillas de desestabilización», tanto en Iberoamérica como en la UE, desde la extrema derecha hasta derecha izquierda, pues «somos su principal objetivo».
En este momento, Soto Ivars toma la palabra y entona un mea culpa sin demasiada contrición: «Nosotros mentimos sin parar». Porque no sólo «los otros» engañan, no sólo «ellos» generan fake news. Aduce los argumentos catastrofistas del mainstream que se oponía al Brexit con vehemencia. «Decíamos que con el Brexit iban al desastre, y la verdad es que a los británicos no les ha ido tan mal como asegurábamos», dice. Comenta que, con temas como el Brexit o Bolsonaro, también se ha recurrido al tono apocalíptico y a la exageración desde los medios «serios». En el caso de Trump, no aconteció la Tercera Guerra Mundial que todos los medios «serios» pronosticaban. «Durante el mandato de Trump no se iniciaron guerras y la economía mejoró como nunca», señala. Añade que tanto Bolsonaro como Lula deforestan el Amazonas, pero sólo se critica al primero. «La alarma es interesada, y la hemeroteca se usa contra el otro como arma arrojadiza, pero hemos de aplicarla a nosotros», plantea.

«Yo he leído el apocalipsis varias veces en la prensa»

«Hasta cuándo podemos decir que es una amenaza Trump o Bolsonaro, cuando nosotros jugamos al mismo juego», sentencia Soto Ivars. Y le replica Ignacio Blanco: «Se votó Brexit basándose en información falsa; al día siguiente del referéndum, Nigel Farage respondió a quienes les afeaban la falsedad de su campaña: ‘Y qué más da’». Pero Soto le da la vuelta a la cuestión: ¿acaso quienes se oponían al Brexit no enarbolaban también argumentos falsos? Por eso también acusa a la propia prensa que se precia de rigurosa: «Yo he leído el apocalipsis varias veces en la prensa». En estos tiempos, desde el miedo a Trump hasta el Brexit o el cambio climático, los ejemplos abundan.
El doctor Ignacio Blanco, durante el debate de Bailando con Gigantes

El doctor Ignacio Blanco, durante el debate de Bailando con GigantesPaula Argüelles

En el turno de preguntas –con Álex de la Iglesia compartiendo sus inquietudes desde el público–, Soto Ivars ha comentado que la llamada «cultura de la cancelación» actúa como caza de la herejía y supone un peligro dependiendo de si la cancelación afecta al trabajo o entorno. Cuando se aplica dentro del colectivo en que uno se desenvuelve, puede generar la expulsión laboral; si el intento de cancelación procede del rival, el efecto es nulo. Casi al concluir el coloquio, Soto Ivars ha explicado que «la verdad y la democracia son agrias enemigas», y ha acudido al ejemplo del aborto; aunque él se declara partidario del aborto, como opción política, admite que la verdad puede estar de parte de quien defiende la vida del feto.
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