Colombia despide con honores a Botero, el artista al que García Márquez le caía «gordo» como sus figuras
«Yo le evité lo más que pude» o «Me cae pesadísimo» son algunas de las frases que Botero le dedicó al autor de Cien Años de Soledad
Ninguno de los dos vivió en Colombia cuando pudieron decidir, pero esto no ha sido óbice para el reconocimiento de su país a uno de sus mayores artistas. A Fernando Botero, fallecido el pasado 15 de septiembre en Mónaco a los 91 años, le esperan una semana de homenajes en Bogotá y Medellín. Orquesta, coro y políticos se reunieron para recibir al féretro el viernes en el Congreso de la República.
«Estamos abrumados, conmovidos y profundamente agradecidos con las manifestaciones de afecto, reconocimiento y gratitud hacia mi padre (...) Traer a mi papá una última vez a su tierra natal, para que los colombianos se puedan despedir de él, era uno de nuestros más grandes anhelos», dijo su hija Lina Botero.
Al pintor y escultor, maestro del «volumen» o las popularmente conocidas como «figuras gordas», le caía precisamente «gordo» el otro gran artista colombiano, el Nobel Gabriel García Márquez. «Yo le evité lo más que pude» o «Me cae pesadísimo» son algunas de las frases que Botero le dedicó al autor de Cien Años de Soledad. Ideológica y políticamente eran antagónicos por la cercanía del escritor a Fidel Castro.
Botero no se significó en este sentido, pero sí en contra de las afinidades de su compatriota. Artísticamente a Fernando le señalaron como deudor del realismo mágico y eso le enfadó: «Yo tenía una manera de expresarme diez años antes de que apareciera Cien años de soledad. Siempre le digo a la gente que mire mis libros, mis catálogos. Él me cae pesadísimo [...] Desde el 57 yo pintaba Boteros, pintaba mi mundo, toda esa realidad desproporcionada, exagerada, yo la había hecho antes. Pero bueno, como yo no me gané el Premio Nobel, ese es el problema», dijo
En los 60 ambos colaboraron en el diario El Tiempo, García Márquez publicó un cuento y Botero lo ilustró: «Yo hice una ilustración loquísima, y a él le gustó mucho, y a El Tiempo también le gustó», explicó, pero aquello fue una excepción en un trato que fue a peor con el tiempo. Ya en los últimos años Botero espetó, casi para certificar su manía. «Un gran escritor, pero simpático no era. En todo. No era simpático. A lo mejor era simpático con otros, pero conmigo no fue simpático nunca, total que yo lo evité lo más que pude, porque ¡por qué me iba a mamar a ese tipo!».
Y eso que nunca estuvieron próximos ni geográficamente. García Márquez vivió buena parte de su vida en México, y Botero la repartió entre Nueva York, París y Pietrasanta, en Italia, ciudad que le espera después del viaje póstumo a su tierra de nacimiento para ser enterrado junto a su esposa, la artista griega Sofía Vari, fallecida el pasado mayo.