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18 de abril de 2024

Jorge Freire acaba de publicar 'Hazte quien eres' en la editorial Deusto

Jorge Freire acaba de publicar 'Hazte quien eres', en el que nos anima a cultivar provechosamente las circunstancias que nos condicionanJeosm

Jorge Freire: «Entronizamos al primero que aparece, y yo me niego a prosternarme ante ídolos de cartón piedra»

El último ensayo de Freire pone en solfa la mentira de la falta de ataduras, la dichosa «identidad» y las fantasmagorías de hombres hechos a sí mismos, que no ven más allá de su ombligo

El filósofo, escritor, ensayista y, posiblemente, uno de los pensadores más brillantes del panorama intelectual español Jorge Freire, acaba de publicar Hazte quien eres como un código de costumbres virtuosas para reconducir –si es posible– nuestra deriva narcisista y autorreferencial, y que –seguramente– sea el origen de nuestras penas más solitarias. Por eso, el autor comienza haciéndonos dos preguntas con mucho filo, aunque muy necesarias, en este impostado teatro del mundo: «¿Te bastas y te sobras? ¿Eres por ti y a nadie debes nada?». Además, el autor del aclamado Agitación, no contento con sacarnos de nuestro solipsismo, se reencarna en un Machado anhelante para describirnos el deseo y, además, nos regala palabras nuevas, de su cuño y letra. Pasemos a descubrirlas con él.
Hazte quien eres, has llamado a tu última ensayo...
Hacerse quien uno es, supone cincelar el carácter. Naturalmente, eliminar las aristas y la materia mostrenca constituye una tarea escultórica. Quienes la rehúyen lucen como cantos rodados, pétreos, uniformes, desgastados por la vida. Se trata de oponer contención a la incontinencia; de concentrarnos en nuestro centro de gravedad y de dominarnos, en lugar de que nos dominen.

La persona es una máscara. La fachada es indispensable, a despecho de lo que albergue en su interior.

–¿Hay mucho postureo en general? ¿La vida se ha convertido en la impostura de una imagen? ¿Por qué fingimos estar bien?
–La vida es un baile de máscaras. Yerran los enemigos del postureo al afirmar que o bien eres persona o bien eres máscara. En realidad, la persona, que viene de prosopon (lo que está por delante de la cara), es una máscara. Según comparecemos ante otro, ya somos un personaje. La fachada es indispensable, a despecho de lo que albergue en su interior. Quienes critican el antifaz son, generalmente, quienes dicen «las cosas claras» y hablan «sin complejos» y «sin pelos en la lengua». Qué le vamos a hacer si la única autenticidad posible es la de ser un auténtico idiota.
–¿Hay que fiarse de las personas perfectas; de la imagen de santidad correcta?
–En absoluto. Como dejó dicho Orwell, todo santo debe ser juzgado culpable hasta que se pruebe su inocencia. ¿Por qué todos los días hay un ídolo que se cae del pedestal? Un cantante que elude impuestos, un youtuber antivacunas… Porque entronizamos al primero que aparece. Yo me niego a prosternarme ante ídolos de cartón piedra. Sigo el dictum de Remigio, el célebre apóstol de los francos, que decía: «incendia lo que veneraste y venera lo que incendiaste».
–¿Por qué dices entonces que seamos «aquello que deseamos parecer»?
–Porque la naturaleza humana es mimética. Es importante tener ejemplos a seguir. ¿Quién no tiene un superior ante el que velar armas? Lutero se vestía de Pablo, Nolan se viste de Kubrick y José Tomás se viste de Belmonte. Hay que poner la proa hacia el ideal. Aunque uno no lo alcance, recorre un buen trecho. También es bueno tener ejemplos a evitar. Aunque el Evangelio moralice sobre la astilla en el ojo ajeno y la viga en el propio, en la naturaleza del ojo está el ver hacia afuera y no verse a sí mismo.

Si etimológicamente el inocente no quiere hacer daño, el filonocente disfruta cuando otros sufren. Tal es el secreto de los realities televisivos

–Te he leído que relacionas deseo con imitación de deseo del otro. ¿A qué te refieres?
–Me refiero a las añagazas de que se sirven los peritos en publicidad y propaganda para echarnos el guante. ¿Qué hago yo aquí echando horas extra para comprarme un coche más grande que el del vecino? Casi nadie desea nada; solo hay agonismo e imitación. Ay de quien rompa esa cadena y diga, como Sócrates paseando por el mercado: ¡cuántas cosas que no necesito!
–Jorge. ¿Es eso un filonocente? Qué es un filonocente?
–No. Filonocencia es una palabra que he acuñado para traducir ese concepto odioso de Schadenfreude: la alegría por el dolor ajeno. Quienes arguyen que el término carece de traducción es porque traducen del inglés, lengua que, en efecto, no cuenta con una versión propia. Pero en español tenemos «regodeo». Si etimológicamente el inocente no quiere hacer daño, el filonocente disfruta cuando otros sufren. Tal es el secreto de los realities televisivos.
"Peor que creer que no se tiene ombligo, es pasar la vida mirándoselo" según el ensayista Jorge Freire.

«Peor que creer que no se tiene ombligo, es pasar la vida mirándoselo» según el ensayista Jorge Freire.

Quien vive agarrado a la «rabiosa actualidad» nunca conseguirá hollar ese presente dichoso que habitan los dioses

–¿Cree que alcanzamos algún día el ser aquello que deseamos?
–En la sociedad consumista la liebre siempre corre más que los lebreles. Por eso es preferible ansiar menos cosas. A medida que los cangilones del deseo suben y bajan, el carácter va desmenuzándose en la molienda. Decía San Francisco de Asís: yo necesito poco, y de ese poco necesito poco. Pues de eso se trata.
–Y ese llegar a ser lo que deseamos, ¿consiste en alcanzar algo? ¿Consiste en ser alcanzados? ¿Consiste en encontrar algo en el presente?
–Consiste en pisar fuerte en ese sustrato firme que los latinos llamaron hic et nunc. Quien vive agarrado a la «rabiosa actualidad» nunca conseguirá hollar ese presente dichoso que habitan los dioses. Se equivoca quien busca fuera algo que solo puede encontrar en sí mismo.
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