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25 de abril de 2024

Niños apocalípticos de José María Contreras Espuny

Portada de «Niños apocalípticos» de José María Contreras EspunyEdiciones Monóculo

'Niños apocalípticos': relatos de costumbrismo en tiempos de covid e hijos

José María Contreras Espuny cuenta las vivencias y tropelías de un joven con tres hijos y uno más en camino. No era el tipo de vida que esperaba, pero sí la que llegó

Es difícil concentrar en algo más de cien páginas un libro que permita identificarse a un porcentaje tan alto de los españoles. El que no tiene niños, tiene pareja y el que no, y de eso no se libra nadie, ha pasado encerrado dos meses en su casa por el covid. O la covid (¡Qué sé yo!). En esta obra, editada por Monóculo, José María Contreras Espuny, cuenta las vivencias y tropelías de un joven con tres hijos y uno más en camino. Todo ello teniendo en cuenta que no era el tipo de vida que esperaba, pero sí la que llegó.
En su primer capítulo, uno de los más comentados, describe a su mujer como toda mujer quisiera que la describiesen. Pude comprobarlo en una tertulia reciente donde, en presencia de su autor, todas y cada una de las féminas coincidían en lo mismo. En eso y en la curiosidad que despertaban esas líneas en torno al aspecto de su mujer.
Niños apocalípticos de José María Contreras Espuny

ediciones Monóculo / 148 págs.

Niños apocalípticos

José María Contreras Espuny

En cualquier caso, el libro se divide en distintos relatos en los que el autor detalla sus propias vivencias en un tono cercano a lo humorístico sin caer en los tópicos de este estilo. De hecho, ni siquiera es la intención. Puede que sea la capacidad de Contreras de convertir sus episodios más personales en la vida misma de cada uno de nosotros. La risa que provoca no es una carcajada, sino más bien aquella que aparece cuando, después de un buen disgusto, solo te queda reírte de lo ocurrido. Y es que, a quién no le han vuelto loco con las rebuscadas y aleatorias normas de los colegios con las mascarillas, se ha enfrentado a una explicación imposible ante un niño ojiplático o ha tenido ganas de armar la Marimorena al camarero que ha pagado su mal día contigo. Pues imagínese todo eso contado por ese amigo capaz de hacerle reír con su tono serio y comentarios ácidos. Algo así.
Niños apocalípticos se puede leer del derecho o del revés. No existe una conexión clara entre capítulos más allá del costumbrismo que los une. La sensación como lector es una palmotada en la espalda de esas que quieren decir «Esto es lo que toca y no está tan mal». Y en parte es cierto, las páginas son una queja cariñosa de la vida y un rechazo a lo idílico.
Si la filosofía que se estudia en los colegios fuese más actual, contaría con un Jose María Contreras en sus libros. Una filosofía de la que el autor se siente alejado, especialmente, después de comprarse un monovolumen Rodius que «degolló a su musa» y trajo consigo esta serie de relatos.
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