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24 de abril de 2024

Carlos del Amor

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Entrevista al periodista

Carlos del Amor: «El paso del tiempo marca la biografía de todo el mundo»

La última obra del periodista cultural, Retratarte, presenta un paseo por la pintura universal y la vida misma a través de una selección de pintores

El periodista cultural Carlos del Amor, Premio Espasa 2020 con Emocionarte. La doble vida de los cuadros cierra plano en su última obra, Retratarte, en la que comparte con el lector treinta y cinco retratos, cuyo descubrimiento convierte la lectura del libro en un paseo por la pintura universal y la vida misma, a través de esta selección de autor. Renoir, Seybold, Botticelli, Dorothea Tanning, Durero, Klimt, Caravaggio, Freud, Piero della Francesca, Elisabeth Vigée-Lebrun, Cézanne, Van Gogh o la española Miriam Escofet se dan cita en una obra que se adentra, con una prosa intimista, en la profundidad del alma de los retratados y en la realidad de los artistas que los inmortalizaron. Encuentros que Del Amor nos acerca compartiendo el diálogo cómplice entre creador y modelo en el que, al final, todos nos vemos reflejados. El Debate pudo hablar con Del Amor sobre su nueva obra y el difícil reto que supone mostrar más allá de lo que todos queremos enseñar.

Me atraía mucho la idea de contemplar la cara como paisaje, como mapa que nos deja pistas y nos ayuda a intentar descifrar que hay detrás de ese rostro

Carlos, veníamos de un plano general con Emocionarte y ahora nos ha metido en un primer plano o primerísimo primer plano donde miramos de frente a treinta y cinco retratos y a sus creadores: ¿qué le ha llevado a adentrarse en la obra y en la mente de sus protagonistas?
–La curiosidad. El retrato es un género dificilísimo en el que, si se dan cuenta los lectores, la mayoría de los retratos que se recogen en este libro no tienen un paisaje que los enmarque, son rostros que se convierte en paisaje y en mapas. Me atraía mucho la idea de contemplar la cara como paisaje, como mapa que nos deja pistas y nos ayuda a intentar descifrar que hay detrás de ese rostro. Y también pensar, imaginar, ese duelo entre el artista y el retratado que me parece muy sugerente e interesante puesto que en ese duelo siempre pasan cosas, hay mucha psicología e intrahistoria. Eso es lo que he intentado descifrar.
Al final, se trata de ahondar en esto que el acervo popular define del rostro o la mirada como el espejo del alma, ¿no?
–Efectivamente. El alma entendida como conjunto de preocupaciones, anhelos, frustraciones, vivencias, deseos y aspiraciones que sí se reflejan en el rostro y, dependiendo del momento vital de uno, al final, lo refleja en su rostro y en su expresión. Nuestro rostro no es el mismo dependiendo de cómo estés, y eso se nota, y se trasluce en un estado de ánimo que, a su vez, responde a un momento concreto… En ese momento y en ese estado de ánimo es donde juega Retratarte.

Un retrato es dejar huella, es aspirar a permanecer en el tiempo más allá de lo material, es volver a vivir

Tal y como afirma y descubre en este nuevo libro, Retrahere es volver a revivir, volver a redescubrir, no quedarse en la imagen que contemplamos, simplemente.
–Sí. Debemos tener en cuenta que un retrato es, al final, una instantánea y a partir de ese momento que recoge, ya es pasado. Desde el mismo momento en el que alguien retrata a alguien y lo muestra una semana después ya es pasado, ya es historia, por eso cuando contemplas ese retrato lo que todos estamos haciendo es volver a revivir ese momento ocurrido. Se revive lo que aconteció, como aconteció, por eso un retrato es dejar huella, es aspirar a permanecer en el tiempo más allá de lo material, es volver a vivir.
La selección de retratos que componen esta obra podría haber sido otra entre los miles de retratos que puede haber en la historia de la pintura. Esta selección, ¿tiene alguna connotación autobiográfica?
–Autobiográfica, no, lo que ocurre es que sí que, al final, se cuelan tus preocupaciones, las cuales son muchas veces compartidas con las de los retratados. Cuando los retratados se preguntan sobre el paso del tiempo, tú también te lo estás preguntando y a ti también te preocupa porque el paso del tiempo marca la biografía de todo el mundo, saber si lo estás aprovechando de la manera adecuada también te marca y todo ese conjunto de cosas que preocupaba a gente de hace doscientos años comprobamos como siguen preocupándonos, ahora. Cuando escribes es verdad que les das voz, pero también te das voz a ti mismo y en ese dándole y dándote voz es donde me encuentro bien porque estoy en un territorio que conozco como es el de la pintura. Pero, también hablo de las preocupaciones de ellos y de todos nosotros o formulo preguntas que aún siguen sin respuesta, pero que ellos también se formularon en su momento. Quizás, lo que hacen estos retratos es que abren más interrogantes.

Cuando hablas de amor, de desamor, de deseo, de frustración, te das cuenta que son sentimientos que compartimos todos y en los que todos nos podemos ver identificados

Quien se adentra en la lectura de Retratarte se descubre viviendo las experiencias de quienes lo protagonizan y llega a identificarse con muchas de sus vivencias, de sus interrogantes, ¿cómo logra ese efecto?
–No tengo una herramienta concreta. Lo que hago es observar y, a través de la observación intento comprender lo que pasa por la cabeza del retratado y por nuestras cabezas porque muchas veces somos muy parecidos. No creo que tenga una varita mágica para lograr ese efecto, simplemente surge y, al final, cuando hablas de amor, de desamor, de deseo, de frustración, te das cuenta que son sentimientos que compartimos todos y en los que todos nos podemos ver identificados.
La selección de retratos pertenece, en su mayoría, al siglo XX, aunque también existen algunos artistas clásicos: ¿Obedece a una intencionalidad o ha sido aleatorio?
–No hay una premeditación en la selección presentada, sino que ha sido aleatoria. Sí es cierto que me dicen que hay muchas obras del siglo XX, quizás porque es una época cercana en el tiempo y que conocemos de una manera más concreta o detallada. Pero, no hay una premeditación sino casualidad, aunque también nos podemos dar cuenta que una obra de arte que fue creada hace mucho tiempo también habla de nosotros, hoy, y eso es fascinante.
Carlos del Amor

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En Retratarte, por ejemplo, podemos ver Retrato de una anciana de Christian Seybold y al contemplarlo nos lleva a nuestros seres queridos más mayores.
–Ahí está el cuadro de Seydbol donde podemos ver a nuestras madres, a nuestras abuelas, a la anciana mayor que hoy te ha saludado en la calle, te ha mirado y a la que, posiblemente, nosotros no nos hemos parado ni a mirar. O esa señora que se sienta en el parque y nadie habla con ella, pero que si fuese escuchada tendría mil historias que contar y lecciones que compartir. Son retratos que se vuelven muy actuales.
También está el retrato de Durero a su maestro: Retrato de Michael Wolgemut.
–El retrato de Durero es un homenaje a su maestro mostrando un rostro surcado por el tiempo y que encarna a las personas que atesoran la sabiduría adquirida con el paso de los años, con el paso del tiempo, con la paciencia.
Otro que llama poderosamente la atención es el Último retrato de Lucian Freud que refleja, con una desnudez y dramatismo contenido el rostro de la muerte aún con vida, un retrato sobrecogedor por su realismo.
–Sí, ese cuadro es, además, inacabado, y es una metáfora en sí mismo de la vida de la modelo que termina y que si posó en plenitud para él también lo hace, ahora, cuando parece que la muerte está cercana, tal y como muestra con su rictus. Si nos paramos a pensar, todos hemos visto esos rostros en nuestro entorno, en nuestras vidas porque todos hemos tenido cerca a personas que han reflejado esas vivencias, esas inquietudes, esas expresiones y lo reconocemos en estos retratos, eso es lo que hace bonito al arte.

Los buenos retratos enseñan más de lo que el retratado quiere mostrar y se convierten en una especie de terapia en la que el retratado descubre cosas que ni el mismo sabía

¿Nos tenemos que fiar más del retrato que contemplamos que de la realidad del retratado?
–Los buenos retratos enseñan más allá de la realidad que mostramos y que permanece oculta en nosotros. Muchas veces un retrato enseña más de lo que nosotros querríamos enseñar. Los buenos retratos enseñan más de lo que el retratado quiere mostrar y se convierten en una especie de terapia en la que el retratado descubre cosas que ni el mismo sabía. Ahí radica el éxito de un buen retrato.
¿Cuál es la recomendación que haría a todo aquel que se acerca a contemplar un retrato, una obra?
–Cualquier obra de arte puede hablarte y lo que hay que saber es escucharla. Hay que tener tiempo para estar ante un cuadro y escucharle, contemplar sus matices, los detalles que le dan forma y que, probablemente, cuando vamos corriendo no nos damos cuenta, pero los cuadros están llenos de detalles para ser descubiertos.

No hace falta ser un erudito para que te apasione el arte

Para percibir esos detalles de los que habla, ¿hace falta ser un erudito?
–No, porque al final las emociones no entienden de erudición. Es evidente que, cuanto más sepas, más podrás analizar un cuadro, pero, al final, todos nos ponemos delante de un cuadro sin ser expertos y nos gusta o no nos gusta, pero siempre nos despierta unos sentimientos que solo hay que dejar salir. Después, depende de cada uno si queremos seguir profundizando en esa obra, en el artista que la ha creado, en sus detalles, su composición, las razones de la misma, los colores, las texturas. No hace falta ser un erudito para que te apasione el arte.
Carlos del Amor

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¿Cuál es el cuadro que nunca dejaría de contemplar?
–¡Me los llevaría todos! Pero por rendir homenaje a la portada el Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni de Domenico Ghirlandaio. Es un cuadro maravilloso que te da la paz, la tranquilidad y el sosiego necesarios en los tiempos que corren. De este libro, quizás, me llevaría a Giovanna, ¡no quedaría mal en mi casa!
¿De dónde le viene su amor y conocimiento profundo por la pintura?
–La verdad es que es por mi trabajo. Tengo la gran suerte y el privilegio que mi trabajo me lleva por los museos y, con ello, a contemplar estas obras, conocer sus autores, sus historias, cómo fueron creadas y eso me despierta el interés por conocer aún más, por indagar, por preguntarme acerca de ellas, de cómo se crearon, de qué ocurrió en ese momento, de qué se dijeron retratado y artista. Profundizas en ese interés por conocer más y terminas escribiendo libros e intentando explicar lo que vas descubriendo, gracias a ese afán de curiosidad que es lo que me empuja a querer conocer.
El descubrimiento de cada retrato y su historia me ha llevado a visualizar, a través de su palabra, cada uno de los retratados y sus creadores, Carlos: ¿Es usted un pintor de historias? Sus piezas audiovisuales son, en muchas ocasiones, retratos de nuestras vidas y costumbres…
–No me considero un pintor de historias, pero sí un contador de historias, como todo aquel que se dedica al periodismo y en el que, cada cual, cuenta las historias a su manera conforme a su personalidad, sensibilidad, forma de ver y vivir la vida. No hay una manera predeterminada a la hora de contar, aunque sí es cierto que, al final, vivimos de contar.
En un mundo tan convulso como el que vivimos, rápido, polarizado, con un bombardeo constante de estímulos, adentrarnos en un libro como este ha sido hacerlo en un remanso de paz en el que cada historia nos lleva a parar y reflexionar sobre lo vivido en cada una de esas obras: ¿Necesitamos detenernos más para asimilar todo lo vivido?
–Creo que hace falta tiempo y sí que haría un llamamiento a que, cuando visitemos un museo y estemos delante de una obra de arte, nos paremos y le dediquemos un tiempo a contemplarla y empaparse de lo que nos cuenta, de sus detalles, de su forma, de su color, la expresión de lo pintado, porque así es más enriquecedora la experiencia. Haciéndolo así siempre nos podemos quedar con algo que, de otro modo y yendo deprisa, es imposible interiorizar y asimilar. Sentarnos delante de una obra, pararnos, analizar lo que vemos, preguntarnos cosas acerca de ella, de quien la hizo, de a quien pintó o por qué lo pintó… al final, siempre saldrás con algo más de lo que entraste.
Carlos del Amor

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¿Se dejaría retratar?
–(Hace una pausa) Me da mucho pudor, la verdad. Enfrentarte a un retrato exige mucha valentía y todavía tengo que practicar esa valentía para ponerme delante de alguien y dejarme retratar por estos artistas que escudriñan tanto el alma.
Empezamos con un plano general con Emocionarte y hemos cerrado el foco hasta lograr un plano principal con Retratarte, ¿cuál es el siguiente proyecto, Carlos?
–De momento vamos a reposar esta obra y el futuro dirá por dónde vamos. Ahora es el momento de dejar volar este Retratarte y ver hacia dónde nos lleva.
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