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26 de abril de 2024

David Batty con la camiseta del Leeds United

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La lesión que supera el absurdo del corcho en el ojo del ciclista Girmay

No pocas han sido las lesiones extravagantes de deportistas fuera de los terrenos de juego, la última del corredor eritreo no es la más disparatada, aunque se espera que tenga un final tan afortunado como el del futbolista David Batty

Al ciclista Biniam Girmay, la gran esperanza y realidad de la bicicleta africana (eritrea, para ser más concretos), al que el genio Van der Poel no pudo superar en su especialidad en la llegada del Giro el pasado martes en Jesi, le golpeó el corcho de la botella de champán en el ojo y tuvo que retirarse del Giro al día siguiente.
No es el único percance disparatado, nunca mejor dicho, en el mundo del deporte. Casi todo el mundo recordará como Cañizares, el guardameta español, tuvo que abandonar el Mundial por intentar frenar la caída de un frasco de colonia que le rompió un tendón del pie. El también exportero Busquets, padre del actual jugador culé, salvó a su hijo del ataque de una plancha encendida cogiéndola con las manos. «Debí despejarla», dijo posteriormente con las manos quemadas y vendadas.

Nesta y la Play Station

Más recientemente, a Zion Williamson, el prodigio de la NBA, se le rompió la rodilla al rompérsele, previamente, curiosa publicidad, una zapatilla de la marca que patrocinaba. Banega, jugador del Valencia, se olvidó de ponerle el freno de mano a su coche mientras le echaba gasolina, y no se le ocurrió otra cosa que intentar frenarlo con el cuerpo, por lo cual se fracturó la tibia y el peroné.
El excentral italiano del Milan Alessandro Nesta se lesionó un tendón de la mano por exceso de Play Station. Espeluznante fue como a Diogo se le enganchó el anillo del dedo en una valla al celebrar un gol y se lo amputó. Menos sobrecogedor fue como el ciclista Mark Cavendish se lesionó el gemelo practicando snowboard… con la consola.

Batty y el triciclo de su hijo

Muchos han sido los accidentes descabellados de los deportistas como el del terrorífico centrocampista inglés, mayormente del Leeds, David Batty. Conocido por su dureza, frente a la que parecía inmune mientras a su alrededor caían lesionados buena parte de los rivales que se cruzaban en su camino.
Un destino curioso, una justicia poco poética, para el indestructible medio internacional inglés, el atropellador atropellado por su hijo y su triciclo, quienes le volvieron a romper el tendón de Aquiles, lesión de la que se estaba recuperando. Afortunadamente para él, pese a los malos augurios, el futbolista volvió a jugar unos meses después sin secuelas.
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