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28 de marzo de 2024

Los jugadores del Real Madrid celebran el gol de Kroos

Los jugadores del Real Madrid celebran el gol de KroosEFE

Real Madrid 2-0 Inter de Milán

El Madrid eleva su sinfonía

El equipo blanco juega 'in crescendo' un partido que termina alcanzando el delirio y el liderato del grupo

Cuando suena Händel en la Copa de Europa uno no puede evitar pensar en El Mesías vestido de blanco. La Parte I era Vinicius y sus trompetas, oboes y timbales corriendo por esa banda como haciendo un eslalon impresionista por un bosque a punto de lanzar ese disparo invisible paralelo con la derecha desde la izquierda. Modric, capitán de inicio por primera vez en su vida, la detuvo levantando la pierna como una joven bailarina y luego la amamantó en su pecho. Luka es una joven esbelta y una nodriza y eso al madridismo le emociona tanto que grita, aunque no se le oiga. Es un grito ahogado, un sollozo de amor inacabable.
Llegaba el Inter con triangulaciones largas, como planas, sin efectos. Pequeños sustos que salvaba esa defensa de urgencia de Ancelotti, ese velo carlettiano que en realidad es un muro que se forma como en el Tetris, subiendo y bajando y desapareciendo en el subsuelo. Mostraba el Inter el carácter punzante del viejo Inzaghi. Un equipo mosquito que parecía jugar con las punteras, como remataba el joven Pippo, hasta que en el dieciséis el que remató fue Toni Kroos con Rodrygo yéndose hacia los adentros, esa querencia torera, y encontrando a su padre alemán, el padre del madridismo que cruzó un disparo imposible a media altura.
El Madrid irresoluble. La resolución del chut de Kroos y la invisibilidad de los regates, por la frondosidad de la maleza, de los eslálones de Vinicius, los quites, el Cossíus sobre el verde albero. El boya Jovic sintiéndose flotar, quizá por primera vez, sintiendo el agua en su cuerpo alrededor igual que el desertor de La Delgada Línea Roja sentía el Pacífico y la felicidad lejos de la guerra. No era precisamente el Pacífico el Bernabéu pues el Inter atoraba al Madrid, Tora! Tora! Tora!, un Madrid experto en atoramientos, crecido en la presión, sabedor de sus talentos, una suerte de dominado dominador.

'Naturaleza'

A Perisic le faltaron unos centímetros para convertir su audacia, pero son los centímetros, justo esos centímetros, que no conceden los blancos. Los centímetros que no regala Militao ni a lo ancho ni a lo alto. Vinicius hizo una media vuelta que fue una vuelta completa para la defensa interista mientras Jovic se marchaba, se estiraba para rematar en carrera un dibujo a lápiz de Ramón Casas. Seguía llegando el Inter, por el momento como las olas al retirarse sobre la arena mojada a pesar de la espuma furiosa de su venida.
Jovic es el protagonista de una película de acción llamada El Protector. Cómo se fajó en los medios por una pelota que nadie pudo quitarle. ¿Será esta la identidad madridista del serbio descubierta por Carletto? ¿Quién es Ancelotti? ¿Un ajedrecista que pone a Rodrygo, el lateral, en el centro para que remate tres veces, una al palo? ¿El que usa a Kroos para que todo nazca, desde el que el Madrid florece a cámara rápida igual que en un documental de naturaleza? Esa Naturaleza que «siempre lleva los colores del espíritu», como escribió Emerson.
Tras el interludio Barella disparó alto en una soledad escénica quizá abrumadora. Vinicius arrancaba, qué obviedad, Vinicius arrancando, y metiéndose como un coche de choque con el feriante con el pitillo en los labios saltando de uno a otro para llegar hasta la taquilla. Jovic, Jovic sintiéndose futbolista. Tapado, tapando, desmarcándose, disparando entre líneas con dureza. Vinicius es un creador. Si no marca, asiste, y si no asiste produce una falta. Tiene el campo lleno de bocetos tirados por el suelo.
Asensio celebra su gol

Asensio celebra su golEFE

Después del triple cambio de Inzaghi, la expedición de Militao soliviantó a Barella, que desde el suelo lanzó un puñetazo al brasileño que fue tarjeta roja. Lo que no se sabe es por qué el árbitro sacó la amarilla a Militao. No fue una cosa bonita, pero sí lo fue la inmediata llegada de Alaba para salvar a su niño, otro padre. El Madrid se trae padres de Múnich. A los niños los trae la cigüeña de París y a los padres los trae el Madrid de Múnich.
Otro más, de Padres e Hijos (este Madrid es como la novela de Turguénev), fue el cambio de Casemiro por Eduardo (Manostijeras) Camavinga. Hay algunas triangulaciones, bueno, paralelepípedos, más bien, que son carne de repetición, de deleite. Imaginen una cámara lenta de Rodrygo, con ese aire de pescador y el viento en la cara. Cómo es Modric arañando los balones, ese fantasma de Coco que «con sus uñas el suelo rayó», cosa que hizo Asensio con el balón hecho punta, hecho bala de punta y bola de billar en la carambola. Qué delirio este Madrid de don Carlo, ese patriarca de Reggiolo hermosamente madrileñizado.

Ficha técnica:

Real Madrid 2: Courtois; Carvajal, Alaba, Militao, Mendy; Casemiro (Camavinga, m. 71), Modric, Kroos (Valverde, m. 77); Rodrygo (Asensio, m. 77), Vinicius (Hazard, m. 81), Jovic (Mariano, m. 77).

Inter de Milán 0: Handanovic; D'Ambrosio, Skryniar, Bastoni; Dumfries (Dimarco, m. 45), Barella, Brozovic (Vidal, m. 59), Calhanoglu (Vecino, m. 59), Perisic; Lautaro, Dzeko (Alexis, m. 59).

Goles: 1-0: Kroos (m. 17). 2-0: Asensio (m. 79) 
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