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20 de abril de 2024

Xavi Hernández ve como su equipo se tambalea en Champions

Xavi Hernández, quien ve cómo su equipo se tambalea en ChampionsAFP

El abismo europeo termina con la promesa arbitral de Xavi Hernández

Tiene serio riesgo de caer otro año más a Europa League y el análisis se centra en un justo cabreo por la actuación arbitral, algo que dijo que no haría

Menos de un año le ha durado a Xavi Hernández uno de sus discursos con los que se estrenó como técnico del Barcelona. «No hablaré nunca de los árbitros. Sé que es un trabajo difícil y no me meteré y está el VAR», dijo en noviembre del año 2021, pocos días después de ser nombrado entrenador culé. Lo decía tras ser beneficiado por las equivocaciones arbitrales en un encuentro de Liga ante el Villarreal en el que, entre otras cosas, los colegiados –el de campo y el del VAR– dejaron sin pitar una clamorosa mano de Gerard Piqué.
Once meses después, Xavi incumplió su promesa. No es algo nuevo en el fútbol que se diga una cosa y después se haga la contraria, pero es llamativo en el caso de Hernández, que si bien hace lo mismo que otros tantos colegas de banquillo, él verbalizó de forma clara que no entraría en ese juego. Pero lo hizo y más concretamente cuando vio el abismo europeo, ese que está más cerca (por segunda temporada consecutiva) tras caer ante el Inter de Milán en el Giuseppe Meazza.
«Estoy cabreado por la situación que hemos tenido que vivir, es una injusticia, no entendemos nada», dijo el técnico azulgrana nada más acabar el encuentro en Italia. Se refería a la actuación arbitral, polémica hasta el último minuto. Razón no le falta como tal a Xavi, toda vez que en el tiempo de descuento hubo un claro penalti a favor del Barcelona –que no se pitó– por unas manos de Dumfries, que si bien en las primeras repeticiones no se veían claras, en otras tomas –que se supone que tenían desde el VAR– sí se corroboró que era un penalti de esos por los que bien merece un cabreo. Afectó claramente al resultado y de ahí la enorme frustración que hay en el FC Barcelona con el neerlandés Pol van Boekel, el colegiado que estaba en la sala del videoarbitraje y que no llamó a revisión al árbitro esloveno Slavko Vincic.
Minutos después de soltar la primera queja, Xavi añadió a su cabreo una «indignación» porque «ha sido una injusticia muy grande». «No puedo esconderme, es el árbitro el que debería salir a hablar. Se va y no pasa nada. No entendemos, no entendemos», repitió más tarde. El encuentro había sido verdaderamente polémico, con una mano no pitada a Eric García por un milimétrico fuera de juego previo o un gol anulado al Barça por también unas manos de Ansu Fati. Fue indudablemente el encuentro de las manos, unas se pitaban y otras no.
Justificado su cabreo, porque su equipo fue perjudicado en el tramo más importante del partido –el que daba el empate sin opción a reacción del Inter–, el asunto es que Xavi incumplió la promesa con la que se presentó al mundo del fútbol. Dijo que no hablaría de fútbol porque «un día pueden ayudarte y al otro perjudicarte». Su hemeroteca le condena en este sentido, ya que incluso en una ocasión habló de que «no estoy aquí para juzgar si ha sido mano o no», señalando la dificultad de criterios que existen en ese sentido. Y el gran problema que tuvo en Milán fue precisamente de manos. «Tenemos que entender lo difícil que es ser árbitro, no hablaré nunca del trabajo de los árbitros porque es muy complicado», también contó en el pasado Xavi.
Ahora es diferente. Los puntos apremian y acercarse a otra hecatombe en Champions es real. El FC Barcelona está tercero de grupo, a tres puntos del Inter y a seis del Bayern. Contra los dos han perdido a domicilio y ahora están obligados a ganar como mínimo a los italianos en el Camp Nou, además evidentemente de llevarse los tres puntos de la visita al débil Viktoria Plzen. Lo tienen difícil, pero no imposible. Y esa circunstancia se endulza con una queja arbitral tan justificada como engañosa. Y es que al Barcelona le perjudicaron en Milán, sí, pero la primera hora de partido de los culés fue horrenda, lejos del nivel europeo, y eso al margen de la polémica condena más a un equipo.
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