Venden por 190 millones en subasta el icónico rascacielos neoyorquino Flatiron
El comprador es Jacob Garlick, socio fundador de Abraham Trust, un fondo especializado en distintas operaciones de inversión
El icónico edificio Flatiron de Nueva York, situado en el centro de Manhattan, ha sido vendido en una particular subasta por 190 millones de dólares, poniendo fin a una disputa entre sus propietarios que lo había mantenido vacío durante cuatro años.
El comprador es Jacob Garlick, socio fundador de Abraham Trust, un fondo especializado en distintas operaciones de inversión, quien nada más concluir la venta declaró a la televisión NY1: «Ha sido un sueño que he tenido durante toda mi vida desde que tenía 14 años. Nuestra misión va a ser respetar por siempre su integridad», en referencia a su singularidad histórica y arquitectónica.
La subasta tuvo solo dos protagonistas: Garlick y otro capitalista del sector inmobiliario, Jeffrey Gural, de GFP Real Estate; según la misma cadena, la puja duró 45 minutos, en los que los dos magnates iban subiendo el precio del adversario de medio en medio millón.
Numerosas personas, tanto del sector inmobiliario como amantes de la arquitectura, acudieron a observar esta subasta única que había sido ordenada por un juez para poner fin a una interminable disputa entre sus copropietarios, que eran cuatro compañías inmobiliarias (GFP entre ellas) y un empresario.
En cualquier caso, las condiciones de la subasta son leoninas: si Garlick no pone el viernes sobre la mesa un 10 % de precio, es decir 19 millones, el edificio pasa al segundo pujador, y si éste tampoco tiene esa cantidad, vuelve a subastarse.
El futuro del edificio
El Flatiron, construido en 1902 sobre una base triangular (en la confluencia entre la calle Broadway y la Quinta Avenida) y que luce esbelto frente al parque Madison Square, ha estado vacío desde que 2019 se fue su último inquilino, la empresa McMillan Publishers, que ocupaba sus 21 alturas.
No está claro el destino que el nuevo propietario dará al rascacielos, si será un edificio de oficinas como fue su función inicial, un hotel de lujo o un edificio de apartamentos de lujo.
El perdedor Gural, en un remedo de la famosa fábula de la zorra y las uvas, dijo tras la subasta: «Estoy como alucinado, la verdad. Jamás pensé que alguien pujaría tan alto por el edificio. Es un bello inmueble, pero necesita 100 millones para ponerlo a punto, ahora está básicamente vacío».