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La educación en la encrucijadaDaniel Martín

«Letrasados»

Decimos que Lengua Española forma parte de la rama de letras, pero no hay ninguna evaluación seria de la capacidad lectora crítica del estudiante por ninguna parte de la ley o de sus desarrollos reglamentarios –ni de las aptitudes de expresión escrita y oral–

En el interesantísimo libro El club de los desayunos filosóficos, la historiadora Laura J. Snyder cuenta, a partir de la biografía de cuatro sabios, el momento en que, poco a poco, se escindieron ciencias y letras en el mundo académico. De hecho, uno de sus protagonistas, William Whewell, primer gran estudioso de las mareas y creador del término scientist (científico, pues si había artistas, era necesaria una palabra para los cultivadores de las ciencias), aparece en la web como filósofo y teólogo, campos en los que tuvo muchísima menos trascendencia.

Por otro lado, el libro más importante de la ciencia, los Principios Matemáticos de Isaac Newton, completaban su título con De la Filosofía Natural, y fue escrito y publicado en latín, lo que permitió que su influencia alcanzara rápidamente el resto del planeta. Además, se suele pasar por alto que Newton, trabajador infatigable, de lo que más escribió, y con mucho, fue de Teología.

Hoy en día las Ciencias y las Letras rara vez caminan juntas. Con gran primacía de las primeras. Por ejemplo, los coeficientes de Física a la hora de calcular la nota de acceso a la universidad son altísimos, porque es lugar común afirmar que esta asignatura es más difícil que cualquier otra de letras. Si somos honestos, la sensación que se respira es que el chaval que es bueno en física es más inteligente que el que tiene una gran capacidad para pintar o que el que es muy bueno relacionando conceptos y hechos históricos.

Se suele afirmar que en la ESO las asignaturas de Letras tienen el mismo peso que las de Ciencias. Aquellas consisten en Geografía e Historia, Lengua Española y Literatura y Lengua Extranjera. Es decir, se considera que estudiar la gramática en su vertiente más «científica» –el dichoso e inane análisis sintáctico– y asuntos tan poco humanísticos como las funciones del lenguaje o los métodos de cohesión del texto son auténticos estudios de Letras.

También el estudio del inglés, el francés o similar se considera que es una manera de promover el estudio humanístico. Si pensamos que Geografía e Historia –o Literatura–, bajo mínimos en cuanto a volumen de contenidos, se reducen a preguntas de memorización, nos podemos dar cuenta de que, en realidad, la reflexión queda en un muy segundo plano. Si no recuerdo mal, en la Edad Media, el Trivium –una suerte de letras de la época– se componía de Gramática, sí, pero también de Retórica y Dialéctica.

Asimismo, siempre me ha llamado la atención que no exista una lista de lecturas obligatorias en la enseñanza española. No quiero entrar aquí en la vieja cuestión de si Quijote sí o no en Bachillerato, pero llama la atención que no queramos crear, aunque sea un mínimo común lector entre nuestros alumnos que, no lo olvidemos, son los futuros ciudadanos con derecho al voto –aquí reside el auténtico quid de la cuestión–.

No solo eso, decimos que Lengua Española forma parte de la rama de letras, pero no hay ninguna evaluación seria de la capacidad lectora crítica del estudiante por ninguna parte de la ley o de sus desarrollos reglamentarios –ni de las aptitudes de expresión escrita y oral–.

Tampoco se atisba una invitación, seria y exigente, a ir más allá de la letra para adentrarse en la profundidad de la obra, lo que mejora la capacidad lectora, reflexiva y, pues de alguna manera el chaval habrá que plasmar sus impresiones, escritora.

Como mucho, generalmente en el estudio de la lengua extranjera, se pregunta por el orden en el que deben ir los párrafos de un texto, el sentido figurado de esta frase o relacionar ciertas afirmaciones con las diferentes opiniones vertidas en el texto.

Reveladoramente, los profesores de Ciencias y Matemáticas se quejan porque los alumnos no saben resolver los problemas porque no entienden los enunciados. Y, en multitud de ocasiones, dichos enunciados son muy sencillitos.

La palabra que titula este artículo, «Letrasados», es un chiste muy habitual en numerosos institutos, por lo menos en la Comunidad de Madrid. Es cierto que si vas por Ciencias, luego tendrás más opciones a la hora de escoger carrera, pero en el fondo subyace esta impresión de que a Letras van los que no pueden ir por el otro camino. Al final, todos los estudiantes votarán, y de eso va la educación en el colegio. Aparte de una mayor integración de todos los estudios, es necesario un replanteamiento serio y concienzudo de los estudios humanísticos.

Por ejemplo, ¿por qué se eliminaron de la educación los comentarios de texto, ya sean literarios, históricos o filosóficos?

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