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25 de abril de 2024

El comisario jubilado José Manuel Villarejo en la Audiencia Nacional

El comisario jubilado José Manuel Villarejo en la Audiencia NacionalEFE

Caso Tándem

Villarejo 007, Lola Flores, el CNI y sálvese quien pueda, en la Audiencia Nacional

La primera semana del juicio que se sigue contra el excomisario jubilado por las tres piezas separadas de la macrocausa Tándem –Land, Iron y Pintor– nos ha dejado muchos titulares pero poco contenido probatorio

contra el fiscal, contra el tribunal, contra el resto de acusaciones y defensas, contra el mundo en general. El excomisario jubilado José Manuel Villarejo ha declarado a lo largo de esta semana en la Audiencia Nacional, en el marco del primer macrojuicio abierto contra él, de la treintena de causas que pesan a sus espaldas, para dejar grandes titulares y solicitar a la Sala que le permitiese comparecer solamente en horario de mañana, por el cansancio que provocan, en una persona de su edad y salud, las jornadas maratonianas fijadas por el tribunal. De lo mollar, poco, durante las cinco jornadas en las que se ha prolongado su declaración: jamás se presentó a sus clientes como policía, ni cuando todavía lo era, y nunca les ofreció datos protegidos de los que podría haber obtenido por los canales oficiales a los que tenía acceso. 
De entre todos los titulares que ha ido dejando su presencia en el banquillo de la madrileña sede judicial de Alcalá de Henares, el más sorprendente, sin duda, han sido las acusaciones del comisario jubilado sobre la presunta implicación del Centro Nacional de Inteligencia español (CNI) en los atentados yihadistas de Barcelona. Ahí es nada. 
Durante la sesión del pasado martes, Villarejo, que ha recurrido a la estrategia del sálvese quien pueda, lanzó todo tipo de insinuaciones y acusaciones contra el CNI, sin ninguna prueba, para defenderse de los graves delitos por los que se enfrenta a una condena total de 110 años de prisión. Hasta tal punto ha sido así que, el excomisario alentaba la teoría de la conspiración en los trágicos atentados terroristas de Barcelona y Cambrils, de agosto de 2017, que se saldaron con 16 muertos y decenas de heridos. 
Siempre según su versión de los hechos, la supuesta preparación de aquel ataque, recayó sobre el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, junto con el servicio secreto español, en el marco de la llamada Operación Cataluña, desplegada por el entonces ministro del Interior Jorge Fernández Díaz para, con ello, desprestigiar la gestión de los líderes separatistas catalanes. 
Poco será el recorrido de las aseveraciones del principal acusado del Caso Tándem en su defensa real -que ha decidido asumir él mismo- contra las graves acusaciones que se le imputan, pero es innegable que han provocado una reacción en cascada en el ámbito político, siempre dispuesto al teatrillo. Tras conocerse el contenido de su rocambolesca declaración, tanto ERC como Junts solicitaban en sede parlamentaria, junto con el Bloque Nacionalista Gallego (BNG), una comisión de investigación sobre los atentados y la comparecencia del exdirector del CNI, Félix Sanz Roldán, y  varios miembros del Gobierno, entre ellos el presidente, Pedro Sánchez, para dar explicaciones. 
Por su parte, el titular de la Generalitat Pere Aragonès se sumaba a la petición: «Conocemos bien cómo funcionan las cloacas del Estado». Un titular que, precisamente, comparte con el exvicepresidente del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias, que siempre ha señalado a «las cloacas del Estado» de «querer destruir la democracia» con «noticias falsas» sobre la que era su formación. Eso sí, hasta que fue nombrado para el órgano de control del CNI, una designación ya anulada por el Constitucional. 

El 007 español

Según la Fiscalía Anticorrupción, Villarejo se enriqueció con negocios incompatibles con su posición de funcionario público del Estado español, cuando todavía era policía. El principal acusado de Tándem, accedió a información reservada y obtuvo suculentos beneficios económicos por ello. 
Sin embargo, la versión de los hechos en boca del propio acusado, y de su abogado, es radicalmente opuesta. Ambos se han afanado, en el transcurso de la sesión de este viernes, en detallar la hoja de servicios del comisario jubilado, durante sus más de cuarenta años de carrera en la Policía Nacional, hasta presentarlo como una especie de 007 español que atesoró un «impresionante bagaje» de trabajos a disposición del Estado. 
Villarejo negoció con los piratas somalíes para lograr el rescate del Alakrana, el barco español secuestrado en 2009, con 36 marineros a bordo, en aguas africanas; ha luchado contra el narcotráfico, en operativos desplegados contra el histórico Laureano Oubiña, o para la detención del narco Pablo Vioque; ha combatido a ETA y a los GRAPO, a uno de cuyos miembros, asegura, llegó a arrebatarle un explosivo de entre las manos; ha interactuado con el mundo árabe, desde los traficantes de armas como Al Kassar hasta personajes como el líder del Frente de Liberación de Palestina Abu Abas,...

Todos los Gobiernos al tanto y olé

Y Villarejo no ha dejado de insistir en que todos los Gobiernos, de todo signo, con los que ha convivido sus negocios y actividad empresarial, eran conocedores de ello. Todos estaban al tanto de su actividad y validaban su condición de policía encubierto: «Ningún policía tiene varias identidades operativas y se le permite durante 30 años tener una estructura con 10 ministros del Interior. Y no en un callejón oscuro, sino en el edificio más emblemático de Madrid, la Torre Picasso. Allí he tenido reuniones con altos mandos. Cuando ha hecho falta, el despacho ha funcionado como una sucursal del Ministerio del Interior».
Eso sí, los documentos que le fueron incautados no eran suyos. O, al menos, estaban en su poder pero o se los proporcionaban los propios clientes o eran obra, también, de la unidad de Asuntos Internos del CNI, como las grabaciones de sus encuentros. No en vano, la mejor prueba de la manipulación que Villarejo atribuye a los servicios de espionaje españoles, es la de  «un reciente anuncio de cerveza donde se imita la voz de una gran artista», en referencia a Lola Flores. «Si me queréis, irse», que diría la faraona, habrá pensado el tribunal. 
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