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20 de abril de 2024

El fundador de Tuenti, Zaryn Dentzel, durante la presentación de sus nuevas oficinas en Barcelona

El fundador de Tuenti, Zaryn Dentzel, durante la presentación de sus nuevas oficinas en BarcelonaEFE

Los atracadores, al dueño de Tuenti: «Danos los millones o te cortamos los dedos»

La Policía detiene a los cuatro asaltantes de la casa del multimillonario americano buscando 25 millones de euros en bitcoins. Durante horas le agredieron y torturaron.

Dos de noviembre de 2021. Tres y media de la tarde. Cuatro personas vigilan desde la calle un inmueble del distrito de Retiro. Concretamente se fijan en los movimientos del conserje. En cuanto deja su puesto de trabajo para irse a comer, se acercan a la puerta. Una de ellas es mujer joven y enormemente atractiva. Llama al telefonillo y se identifica. Le dice que le ha conocido en una fiesta. Zaryn, el multimillonario americano, le suena y como es una persona confiada, le abre la puerta. No sabe que va acompañada de tres hombres muy violentos. Tocan el timbre de la puerta y el empresario abre sin mirar a través de la mirilla. Le saltan encima los tres individuos y empiezan a golpearle. Mientras le agreden con saña se dan cuenta que en la vivienda hay otra persona, el revisor del gas. El trabajador, asustado, levanta las manos, en señal de redición. Les atan a los dos, les separan en dos habitaciones y les ponen una tela en la cabeza para que no memorizan sus rostros.
Los agresores van disfrazados. No con disfraces como tal, sino con pelucas, gafas oscuras que les tapan los ojos, la mujer incluso lleva el pelo recogido y un pañuelo que le tapa la cabeza. También fingen los acentos para que no puedan averiguar su nacionalizad. Comienzan así cuatro horas de torturas. A Zaryn le dan una paliza y con un cuchillo de grandes dimensiones le rajan desde el cuello hasta el ombligo. El empresario americano piensa en ese momento que va a morir. Buscan las claves para acceder a sus 25 millones en criptomonedas. Él trata de explicarles que es imposible, que están escondidas en la red y que no puede desbloquearlas. No le creen. «Danos los millones o te cortamos los dedos. Ya has visto la raja que te hemos hecho», le amenazan. Al fundador de Tuenti se le dispara el pulso. El corazón le lata al ritmo de un caballo al galope.
El trabajador que estaba revisando el gas lo confunden con un empleado de Zaryn. «Acabamos de matar a tu jefe. Si no quieres seguir el mismo camino, dinos donde está el dinero», le amedrentan. «Yo no sé nada de dinero ni de criptomonedas», se excusa implorando por su vida. Al final, el empresario americano convence a sus agresores de que es imposible acceder a los 25 millones de euros, pero les confiesa: «En la caja fuerte tengo relojes caros y dinero y coged mis tarjetas». Les facilita las claves. La mujer baja a sacar dinero de varios cajeros: hasta 2.000 euros en reintegros logra. Mientras, los otros tres desvalijan la caja fuerte. Cuando se dan por satisfechos cogen lo robado y lo meten dentro de dos maletas de lujo color plata con el logo de Tuenti y abandonan la casa. Les dejan allí, golpeados, sangrando y maniatados.
La investigación policial comienza justo cuando logran librarse de las ataduras y denunciar. Se encarga de las pesquisas el Grupo 1 de la Brigada de Policía Judicial de Madrid. Está formado por policías implicados, implacables y de enorme especialización. Al mando, y haciendo un tándem perfecto, la magistrada del juzgado de instrucción 36 de Madrid; María José Ortega Moreno. Durante las pesquisas se han utilizado los últimos medios tecnológicos, pero también la tradicional y artesana forma de investigar: puerta a puerta. ¿Cómo averiguaron quiénes eran los asaltantes? Dejándose los ojos mirando imágenes. Cientos de horas revisadas, quizá miles. Solicitaron las cámaras de seguridad de varias manzanas alrededor de la casa del empresario americano.
Así averiguaron que nada más salir del portal, los cuatro habían seguido caminos diferentes. Se inició así una investigación contra reloj, porque las imágenes, por ley, sólo se guardan durante treinta días. A toda velocidad fueron reconstruyendo los caminos de cada uno de los cuatro: sumando cámaras de uno y otro sitio. Al final, lograron reconstruir el itinerario de todos durante varios kilómetros de distancia. Hasta el punto que en uno de los casos averiguaron donde vivía uno de los asaltantes. Así le pusieron nombre y apellidos a uno de ellos y el resto fueron cayendo como fichas de dominó. Se trata de una mujer de origen brasileño, un colombiano, un marroquí y otro marroquí nacionalizado español. Cuando los tienen a todos localizados y han logrado las pruebas que determinan su culpabilidad deciden detenerlos al mismo tiempo, cerrar el puño sobre todos ellos, pero cuando van a lanzar la operación, los agentes se encuentran con que uno de ellos ha regresado a Marruecos a la tradicional Fiesta del Cordero.
Es obvio que si detienen a tres, el cuarto no regresaría jamás a nuestro país. Los quieren a todos. Así que los responsables de las pesquisas deciden templar nervios y aguantar. Aciertan. El sospechoso vuelve, pero cuando les van a echar el guante, la ciudadana brasileña viaja a Londres por trabajo. De nuevo, los agentes de Policía Nacional aprietan la mandíbula y aguantan. La mala suerte hace que cuando la mujer vuela y aterriza en Barajas, es rechazada en la frontera porque vive ilegalmente en nuestro país. No hay nada que los investigadores puedan hacer para evitarlo. Piden ayuda a sus compañeros en Londres para que la vigilen. Hace unos días desde Scotland Yard informaron a los miembros del Grupo 1 que la mujer había saltado desde el Reino Unido a un país europeo. Los responsables de las pesquisas intuyeron que la sospechosa regresaba a casa y lo prepararon todo. Cruzó la frontera en coche, y en cuanto entró en su casa, se lanzaron sobre ella, y sobre los otros tres de la banda.
Se realizaron entradas y registros en cuatro domicilios de Alcobendas, Vallecas y Getafe y en un almacén. Los agentes encontraron quince mil euros en billetes, prendas de ropa que usaron en el asalto a la casa del empresario americano y las maletas de lujo color plata, a la que la ciudadana brasileña le habían quitado el logo de Tuenti, porque había decidido quedárselas por le gustaban. Caso cerrado. Los investigadores pusieron a los cuatro a disposición judicial y Su Señoría los ha mandado a prisión. A Zaryn la buena noticia se la comunican los investigadores. Le coge en Estados Unidos, donde se había refugiado por miedo a que los asaltantes volvieran a por él. Está tremendamente agradecido a la Policía Nacional.
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