A Milena la encontraron desnuda, bocabajo, tirada en el suelo de una habitación llena de juguetes sexuales, cuerdas y cueros. Cuando el forense la encontró se dio cuenta de que presentaba un fuerte golpe en la cabeza y que tenía escoriaciones enrojecidas en el cuello: muchas. Ya desde el principio pensó en que había sido estrangulada, algo que confirmó unas horas después en la mesa de autopsia.
Alfonso, que así se llama el presunto asesino, después de ver morir a Milena, se ahorcó con un cinturón y unas cadenas de la puerta del armario de su habitación. Según ha podido saber El Debate, tenía diagnosticado un cáncer terminal, y su horizonte de vida era escaso. Hacía tiempo que había perdido las esperanzas y por lo que cuentan algunas personas de su entorno se había dado a la vida despreocupada y poco racional.
Quizá por eso su exmujer sospechó que podía hacer una locura cuando leyó su último mensaje de WhatsApp. Se trataba de un mensaje oscuro y con ausencia de esperanza: «El dolor me recuerda que la felicidad que sentí fue real». Las pesquisas del grupo sexto de homicidios continúan porque todavía quedan muchos aspectos por esclarecerse.