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25 de abril de 2024

Plano de la vivienda donde se produjeron los hechos

Plano de la vivienda donde se produjeron los hechosEl Debate

Crimen de Grinder

El asesino aspirante a actor: «Nos acariciamos con un cuchillo y se me fue de las manos»

El 24 de febrero de 2018 el novio de Naju, de 35 años, avisó a la Policía. Hacía horas que no sabía nada de él. Entraron en la casa: estaba muerto, apuñalado

El asesinato se conoce como el crimen de Grinder, la aplicación para ligar de homosexuales. Se bautizó así porque víctima y asesino quedaron a través de esa aplicación de citas. La víctima murió después de recibir hasta 65 puñaladas. Tras cometer el homicidio, el verdugo se llevó del escenario del crimen (la casa del fallecido) el cuchillo, un preservativo con su ADN en el interior y el teléfono de la víctima. Tuvo lo que se denomina conciencia forense: trató de evitar que descubriesen su rastro y lo identificasen, vamos, salir impune. Afortunadamente, su habilidad para borrar pistas fue escasa. Los agentes encontraron en el domicilio el ordenador de Naju, abrieron la aplicación Grinder (la tenía instalada) y pudieron ver con quién había quedado aquella noche; el homicida también dejó sus huellas y ADN en el envoltorio del profiláctico y, para terminar, la cámara de seguridad del portal le grabó entrando y huyendo de la escena del crimen.
Se escondió en Argentina durante tres años. Al principio, nadie supo nada de él. Era precavido y concienzudo, pero se fue relajando y comenzó a publicar fotos suyas con su familia en redes sociales. Los investigadores de la Jefatura Superior de la Policía de Madrid lo localizaron y dieron aviso a sus compañeros en Argentina, que acabaron deteniéndole. Al llegar a España, pasó a disposición judicial. El Debate ha tenido acceso a su confesión que dice así: «Yo consumía muchas sustancias, alcohol, cannabis, pastillas de éxtasis. La tarde del crimen estuve de fiesta con unos amigos por Chueca, por la zona de la calle Hortaleza. Estaba a tope, petadísimo de sustancias. Un coctel mortal el que llevaba encima», explica con tono neutro, sin que se perciba ningún sentimiento. Tan sólo una descripción, como el que ve una puesta de sol y habla de ella sin inmutarse.

«Nos gustaba el rollo sado»

«Al volver a casa me senté en el sofá», siguió narrando el asesino confeso. Miró la aplicación de citas Grinder y vio que su víctima estaba en línea, conectado. Se escribieron. «Ya habíamos tenido encuentros anteriores. A nosotros en otras citas nos gustaba el rollo sado: plumas, látigos... Entonces quedamos. Él vivía a tres o cuatro calles de mi casa. Fui caminando».
Cuando llegó, según su versión, encontró la puerta abierta: «Él estaba en su cuarto, desnudo en la cama. También me desnudé yo y fui». Mantuvieron relaciones y después, «surge la idea de empezar con un cuchillo: me empezó a hacer unas caricias con la puntita. Yo estaba lleno de sustancias, con la visión borrosa. Se me fue la mano y le hice una pequeña herida en el lado del cuello. Se enojo muchísimo. Me gritó: «Tío, ¿tú que haces?». Y se fue a la puerta del apartamento, como para invitarle a irse. «Ahí fue todo un torbellino, yo estaba tan ido, estaba loco realmente, loco. Solamente quería irme de ahí, quería salir corriendo. Él se interponía y no me dejaba: hubo bofetadas, piñas... No sé cómo fueron las heridas, no tengo un recuerdo vivido de esos dos minutos de locura. Porque estaba hasta arriba de droga. Se me fue de las manos».
El relato continúa: «Se que en un momento dado se alejó un poco de la puerta y se cayó de espaldas, se quedó ahí tendido y yo tenía el arma en la mano, no sabía cómo reaccionar, estaba en shock, tenía el corazón a mil por hora, veía todo nublado. Lo que recuerdo que hice fue lavarme, secarme, vestirme, agarrar mis cosas. Se que cogí su móvil, no sé si cogí el cuchillo: tiré el móvil, y las cosas en un contenedor».

Huyó a Argentina, su patria

Lo siguiente fue esconderse en su casa. «Estuve toda la noche en vela, se me bajó un poco el efecto de embriaguez. Lo que hice la mañana siguiente con urgencia fue llamar a mi mamá y le dije que quería regresar a Argentina, mi patria». Así lo hizo, escapó durante tres años. Hasta que le echaron el guante. Entonces, ya cazado, le dio por disculparse: «Me recontra arrepiento, no ha habido una sola noche, un solo día, en estos más de cuatro años que no haya dejado de rezar por él, soy católico apostólico romano. Siempre pidiendo por el alma de esta persona, por su familia, sobre todo. Siento mucho los errores que he cometido, nada de esto hubiese pasado si yo no hubiese sido adicto a este tipo de sustancias. Empecé con pastillas, energizantes... cuando llegué a Madrid fue como el desborde, tantas discotecas, todos los días salía de fiesta, todas las noches tenía juntadas, compraba marihuana, éxtasis, hachís».
El asesino trata de justificar su crimen en las drogas: «Ese día me volví loco, estaba loquísimo, tengo flashbacks, pero no tengo detalles porque lo veo todo nublado. Pero sí pido muchísimas disculpas a la familia. Estoy realmente y profundamente arrepentido, no le deseo esto ni a la peor persona», trató de explicar a Su Señoría, pero en las fotos que colgaba en las redes sociales mientras estaba libre, sólo se le ve disfrutar de la vida: nada de arrepentimiento.
«Había estado en su domicilio en ocasiones anteriores, dos, tres veces antes. Los encuentros eran solamente con intenciones de relaciones carnales. Practicas sadomasoquistas. Fue en un apartamento cerca de Sol. Empezamos con ron, vodka, varias pastillas, uno o dos éxtasis. Tenía una vida muy libertina», con esta última frase parece querer buscar un atenuante por ingesta de drogas y también de alcohol. De momento, la acusación va a pedir 25 años de cárcel en el próximo juicio.

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