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23 de abril de 2024

Un votante con la bandera de España junto a varios carteles de EH Bildu

Un votante con la bandera de España junto a varios carteles de EH BilduIñaki Berasaluce

¿Por qué se ha estancado el voto constitucionalista en el País Vasco?

PP y a PSOE han encumbrando a PNV a la categoría de herramienta imprescindible para la gobernación e interlocutor necesario, a pesar de sus vilezas, fechorías y desplantes

Evaluaré a continuación los tres conceptos básicos que se señalan en el título de este artículo. País Vasco, constitucionalismo y supervivencia política. La sociedad vasca, desde hace mucho tiempo, está éticamente castrada, por tanto es poco menos que imposible esperar una pulsión emocional de un grupo humano que permaneció impasible durante 50 años ante crímenes atroces ocurridos en sus mismas narices.
Así pues, no puede sorprender que listas electorales cuajadas de criminales convictos, confesos y orgullosos –estrategia que llevan a cabo desde 1979– hayan tenido un gran éxito. Es la enésima muestra de que se trata de una sociedad enferma. Quedan todavía 350 (¡350!) crímenes de ETA sin resolver, sin que esta terrible anomalía le quite el sueño a nadie. Quizás habría que decir que 350 asesinos andan sueltos –probablemente incluidos en listas electorales– pero me parece que ni por esas. Estas evidencias solo pueden deberse a una ausencia de principio éticos básicos. El nacionalismo gobernante jamás ha hecho ni un minúsculo esfuerzo por elevar el listón ético que el terror situó en el subsuelo, así pues, ahí sigue estando, imperecedero. En el barro. Esa es la sociedad vasca. Artículo uno y único. Es obligatorio sumergirse de lleno en el nacionalismo.
Es obligatorio sumergirse de lleno en el nacionalismo. Es y debe ser una acción irrenunciable. Irrechazable. Todo aquel que no lo haga sentirá de manera inmediata el frío social, el desamparo, el desarraigo y el más cruel de los desprecios. Nada más, ni nada menos. A partir de ahí, nada se puede esperar. No cabe ninguna duda de que la Comunidad autónoma del País Vasco es una comunidad fallida y bien haría el próximo presidente del Gobierno en corregirla de una vez para siempre.
Hablemos ahora del constitucionalismo. ¿De veras alguien se cree que existe tal cosa? Si se trata de hacer una disección en términos académicos, puede tener un pase agrupar los apoyos a partidos de ámbito nacional, ahora bien, establecer que la suma de ellos constituyen «un bloque» es sencillamente irreal. No existe tal cosa. Y si alguien se pregunta a qué se debe esa situación, la respuesta es tan sencilla como evidente, a la acción ejercida por PP y a PSOE desde el mismo momento en el que alumbró la democracia, encumbrando a PNV a la categoría de herramienta imprescindible para la gobernación e interlocutor necesario, a pesar de sus vilezas, fechorías y desplantes.
A pesar de no ejercer su obligación como garante del Estado de derecho en tierra vasca, estando siempre cerca del terror y lejos de las víctimas. A pesar de construir un comunidad insolidaria, blindada contra la igualdad de los españoles. A pesar de impedir el acceso –mediante peaje– a la inteligencia y al conocimiento, usando una lengua como filtro. A pesar de tener siempre preparado un puñal para usarlo por la espalda. Lo dicho, se trata de principios éticos, no de política.
Vayamos por último al estancamiento del voto de PSE y PP. Nadie duda del extraordinario éxodo vasco como consecuencia de la persecución ideológica. Me gustaría remarcar y repetir los términos: persecución ideológica. Debe afirmarse que el nacionalismo gobernante ha sido protagonista del impulso de la persecución ideológica. No ha cumplido con sus obligaciones contra el terror y por tanto es cómplice. Jamás en 40 años ha hecho referencia al destierro forzado de sus hijos, si acaso negándolo o denostándolo. Muy recientemente un informe publicado por CEU-CEFAS cifra este horrible hecho en casi 200.000 personas. Este dato debiera remover conciencias por el terrible dolor cometido con cada una de ellas, pero en el País Vasco nacionalista ello es impensable.
A partir de ahí, cualquier resultado electoral está evidentemente mutilado y resulta antidemocrático por totalmente injusto. Debe recordarse que la libertad y democracia que hoy se respira en Euskadi, aunque sea viciada por el nacionalismo tóxico, existe –y esto no es ninguna exageración– gracias a un minúsculo grupo de héroes del PP, PSE, a un número ínfimo de personas anónimas que lucharon por la paz y a la actuación impagable de la Guardia civil y la Policía nacional, que dieron la vida por los principios éticos que se recogen en un texto aprobado por todos en 1978.
  • Rafael Carriegas Robledo es, actualmente, director de la Fundación Miranda. Durante su trayectoria política fue concejal del Partido Popular de 1991 a 2007 en Barakaldo, diputado nacional del PP por Vizcaya de 2001 a 2004 y sustituyó a Jaime Mayor Oreja cuando se presentó a Lehendakari en el año 2001. Su padre. Modesto Carriegas, fue asesinado por ETA.
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