Detalle de un cartel de la Magna de la Vera Cruz de 2012

Detalle de un cartel de la Magna de la Vera Cruz de 2012Vera Cruz

Cádiz

Del saqueo de 1596 al coronavirus: lo que el tiempo se llevó de la Semana Santa de Cádiz

Guerras como la de la Independencia y la Civil obligaron a suspender las procesiones en la provincia

La Semana Santa gaditana tiene, como mínimo, casi cinco siglos de historia. Al menos está documentada ya desde el siglo XVI, aunque se sabe que existían procesiones de disciplinantes en la Edad Media. Sin embargo, es a partir de mediados de 1500 que empiezan a conformarse las cofradías de la provincia que, con el tiempo, irán adquiriendo su forma actual.

Con una historia tan dilatada, no es extraño que las procesiones y la devoción en Cádiz hayan pasado por numerosos avatares y el tiempo haya dejado su impronta. En algunos momentos de estos cinco siglos, la celebración de la Semana Santa ha estado en el alambre o directamente ha tenido que ser cancelada.

Quema del patrimonio

El primer suceso traumático fue el saqueo de Cádiz en 1596. Se produjo en el verano de aquel año y la flota inglesa hostigó buena parte de la provincia, cebándose sobre todo con la capital, donde estuvieron varios días acantonados. Esta breve invasión supuso la quema de iglesias, conventos e imágenes, pues los enemigos buscaban también atacar los centros de poder religioso. Muchos documentos para comprender cómo era la Semana Santa antes de esa fecha se perdieron a causa de estos estragos.

Otro suceso trágico, en este caso debido a la acción de la naturaleza, azotó al patrimonio religioso de la provincia en el siglo XVIII. Fue el terremoto de Lisboa de 1755, que a Cádiz llegó en forma de maremoto. Se sabe que quedaron destruidas iglesias en localidades como Conil, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda y Cádiz capital. Altares, retablos y tallas sufrieron daños o se perdieron. Esta merma marcaría, sin embargo, el florecimiento barroco posterior de la imaginería y el arte religioso y motivaría una ola de devoción.

Algo parecido sucedió con la Guerra de la Independencia y el asedio francés a Cádiz. Mientras por un lado impulsó la devoción popular, por otro hizo imposible la celebración de la Semana Santa con normalidad. Las procesiones se suspendieron durante varios años por motivos de seguridad y el clima de emergencia y las corporaciones se empobrecieron por la falta de donativos. Muchos enseres tuvieron que ser fundidos o requisados para sufragar los gastos de la guerra. Cádiz, asediada, se vio afectada, pero también los municipios de la provincia, ocupados por las tropas de Napoleón.

La Guerra Civil paraliza las procesiones

Otra guerra, la Civil española, dejó una huella profunda en la provincia. Desde la victoria del Frente Popular, se registraron quemas de iglesias y de patrimonio artístico-religioso. La contienda hizo imposible las procesiones en muchos lugares, si bien Cádiz capital se salvó de estas afectaciones más graves.

Ya en nuestro siglo, con el sistema de procesiones asentado y la Semana Santa convertida en una fiesta de atractivo turístico internacional y gran acogida popular, la pandemia del coronavirus alteró completamente la normalidad. el Estado de Alarma, decretado el 15 de marzo y en vigor hasta el 21 de junio de 2020, hizo imposible las estaciones de penitencia en toda la provincia. Aquella Semana Santa caía solo tres semanas después de decretado el encierro. La normalidad volvió con reservas al año siguiente.

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