¿Qué es el turismo MICE, la alternativa al turismo convencional que impulsa El Palacio de Congresos de Toledo?

Cuando uno entra en el casco histórico apenas es consciente de su presencia entre murallas, almenas y torres. Los turistas que suben a la ciudad por las famosas escaleras mecánicas lo dejan a un lado cuando llegan, sin reparar en él. Es uno de sus encantos: una suerte de discreción (dejando el protagonismo al omnipresente medievo) que se convierte en luminosidad dentro y fuera por su grandeza y practicidad cuando uno participa de sus bondades.

La esencia del turismo que es el sello del moderno palacio toledano es el acrónimo MICE (Meeting, Incentives, Conferencing y Exhibitions): el turismo de reuniones, incentivos, conferencias y exposiciones que es una revolución silenciosa más allá de los populares «tour operadores». Todo está dirigido al ámbito laboral, en la asistencia, por ejemplo, a reuniones, sumado a otras actividades relacionadas con valor y especialidad. Una especialidad que diferencia a este turismo del ordinario, para empezar en que no depende de las estaciones del año.

Podría decirse que tiene su propio «clima» en una apertura que supone un enorme impacto económico pese a (o a propósito de) su «discreción». Una discreción que, sin embargo, repercute a su alrededor como una explosión de negocio circundante y oferta laboral con la integración de los agentes específicos (hoteles, agencias de viaje...) y los no específicos como restaurantes y empresas de transportes.

También indirectamente, este turismo incide en el aumento y la mejora de la competitividad internacional del destino. Los asistentes también buscan conocer la ciudad, su cultura, su historia o su gastronomía: más oportunidad de ingresos en el dato de la Oficina de Congresos Nacional: mientras que el turista promedio gasta unos 95 euros al día, el visitante de congresos puede llegar a gastar hasta 390 euros, todo un reclamo para las ciudades que buscan captar este tipo de eventos y convenciones para sí mismas.

Se considera un «turismo total» frente al «turismo parcial» habitual porque los asistentes se integran plenamente con la ciudad de un modo sostenible y ordenado. El Palacio de Congresos El Greco de Toledo es «la señal de Batman» para la ciudad en este sentido. Un gran representante de la capital castellanomanchega en un ámbito por explotar y de enormes posibilidades de riqueza variada.

Los eventos y los congresos son la alternativa al turismo «de chanclas», cuyos portadores no saben muchas veces donde verdaderamente están, metidos en la vorágine de un recorrido que no se detiene y no genera ingresos optimizados y si otro tipo de impactos negativos como las aglomeraciones. El turismo MICE que representa el Palacio de Congresos El Greco de Toledo es el presente, el futuro y la ocasión de Toledo para potenciar la ciudad de un modo absolutamente efectivo.

Y todo en un lugar cuya practicidad, amplitud, posibilidades, diseño (la luz penetra desde el techo para llegar a todos los pisos como en una villa romana) o capacidad constituye un valor tan tangible como intangible. Rafael Moneo es el autor de un edificio funcional al máximo que alterna impresionantes salas de reunión de diferentes tamaños, adaptables incluso entre ellas en función del volumen del evento.

Su gran auditorio, con un aforo de casi 1.000 personas, permite la realización de toda clase de espectáculos de música, teatro o danza, en medio del detalle del cuero italiano (y otros muchos más), por ejemplo de los apoyabrazos, donde no se ha reparado en gastos, como decía el dueño de Parque Jurásico, para hacer de cada experiencia algo diferente.

Distintos espacios para presentaciones, cócteles, con cocina propia de gran volumen, jardines y un entorno de una agradable espaciosidad suman a este centro neurálgico del turismo y mucho más en Toledo del que Álvaro García Taibo, director general, ha explicado con detalle y pasión a El Debate sus muchas cualidades al modo de «un humilde hostelero» que quiere servir a todos los toledanos y a todos los congresistas e invitados. El palacio de todos los toledanos y un embajador de Toledo en España y en el mundo.