Calle Margarita de la Urbanización Montegredos en Escalona (Toledo)

Calle Margarita de la urbanización Miragredos en Escalona (Toledo)

«He pegado un tiro a mi hijo y lo he matado»: la llamada del filicida de Escalona, en Toledo

Pocos minutos después de asesinar a su hijo, el padre llamó al 112 y dijo estas palabras

El hijo se llamaba Daniel. Una urbanización tranquila, apacible, en Escalona, en Toledo: Miragredos. Un lugar familiar. Daniel tenía 37 años y su padre, el filicida, 67. Este estaba recibiendo tratamiento por radioterapia debido a un cáncer.

Una riña en la calle Margarita, por si hacían falta más nombres e indicios del sitio donde no suele pasar nada noticioso, ni mucho menos grave. Pero sucedió la noche del jueves. Eran las 23.25 horas. Daniel vivía con sus padres. En su cuarto fue donde le mató su padre.

Lo hizo de un disparo en el abdomen con su escopeta de caza. «He pegado un tiro a mi hijo y lo he matado». Esto dijo por teléfono pocos minutos después del asesinato el homicida en su llamada al 112, según El Digital CLM. Un hecho «increíble», la confesión en la llamada, según el alcalde de la localidad, Álvaro Gutiérrez. Pero quizá no lo sea tanto.

«Es absolutamente execrable», ha expresado también el regidor. «Son personas que llevan viviendo décadas en Escalona. Jamás podríamos haber intuido lo ocurrido». Son los mimbres de un crimen imposible, pero real. Los crímenes de la España inhabitual en las noticias, que cuando irrumpe lo hace, casi nunca mejor dicho, con terrible estrépito.

Hace unos días ocurría un suceso similar. Un hombre mataba a su hermano en otra disputa familiar en La Puebla de Almoradiel, también en Toledo, Castilla-La Mancha. Otra espantosa mancha de sangre.

Dicen los vecinos que las discusiones en el domicilio familiar de Escalona eran frecuentes. Otro ingrediente clásico. No fue a sangre fría, sino a sangre caliente. La madre lo vio todo, tuvo que ser atendida por una crisis de ansiedad ante el horror que nunca se espera. O quizá sí, al contrario de lo que dice el alcalde, in situ sí se podía de algún modo figurar.

Era un hogar como otro cualquiera. Pero siempre las apariencias engañan. Las procesiones van por dentro y las reacciones humanas se cargan casi como las armas, el instrumento de la muerte. El Partido Animalista Con el Medio Ambiente (PACMA) ha expresado su rechazo a las armas de fuego en su crítica habitual a la legislación que considera «laxa».

La formación política ha hecho referencia a varios incidentes relacionados con armas de caza en los últimos tiempos, en medio de disputas personales o familiares y «estados emocionales alterados» que juntos han desembocado en la tragedia. El partido considera necesarias «políticas de custodia obligatoria de las armas de caza» por ser un «riesgo directo para la seguridad». Pero el quid es mucho más profundo que el objeto.

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