El fabuloso castillo de Escalona abre al público este sábado por primera vez en su milenaria historia

Ningún miembro del pueblo (tampoco el Lazarillo, que salió escopetado de la ciudad tras conseguir librarse del ciego), a excepción acaso de los sirvientes, ha entrado con libertad en el castillo de Escalona en sus mil años de historia. Como casi todas las atalayas castellanomanchegas, antes fue romana y luego musulmana hasta la Reconquista.

Fue residencia de reyes y nobles desde el siglo XI. Álvaro de Luna, poderoso condestable de Castilla por deseo del rey Juan II, del que era valido y mentor y regente en la sombra, fue su gran propietario, que construyó el palacio interior e hizo de él su centro de poder.

Incendiado por los franceses

Una preponderancia que finalmente cayó y por la que sucumbió y fue decapitado en Valladolid en 1453. Su viuda, Juana de Pimentel, se hizo fuerte en su inexpugnable residencia toledana que aprovechó para lograr acuerdos favorables para ella y su familia en las luchas castellanas.

Los franceses lo incendiaron durante la Guerra de la Independencia. Lejos de sus grandes y largos protagonismos bélicos e históricos, el lugar acabó perteneciendo a particulares, cuya propiedad siguió manteniendo el misterio de su inexpugnabilidad, incluso en tiempos de paz.

Pero esto se acaba este sábado a partir de las 11 horas, cuando el castillo de Escalona, adquirido por el Ayuntamiento el pasado verano, abra su rastrillo por primera vez en mil años para que el pueblo pueda verlo a su antojo.

«Un sueño hecho realidad», dijo el alcalde de la localidad, Álvaro Gutiérrez, quien presidirá el acto de una apertura que continuará el domingo con el mismo horario: de 11 a 14 horas.

Dos días de «presentación» histórica que darán paso, la semana siguiente, al programa de visitas organizadas (de miércoles a domingo) a través de la oficina de turismo, con un coste de tres euros, la entrada general, y de dos para menores de entre 9 y 16 años, grupos y personas con discapacidad.

Se habla de una «máquina de guerra perfecta» para referirse al milenario y fabuloso castillo, con sus defensas propias construidas en función del territorio que por un lado protegía bien el río Alberche y por los demás sus torres adelantadas, su foso o su puente levadizo. También se habla de túneles que llegaban hasta las casas circundantes y de canalizaciones que aportaban agua en caso de sitio.

El público va a poder ver los restos del palacio, el patio de armas o el patio de honor donde Álvaro de Luna organizaba las fiestas más importantes de Castilla. En el interior, también se van a poder ver joyas como el salón de la Torre del Homenaje o la capilla de la Orden de Santiago, resistentes en el tiempo.

El castillo que durante un milenio fue exclusiva propiedad de notables ha dejado de serlo y su apertura popular es de semejante significación a la que pudieron experimentar descubridores y pioneros en el pasado en otros lugares, ahora en pleno XXI, diez siglos después de la construcción del tesoro escalonero.