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20 de abril de 2024

Ayuntamiento de Barcelona

ERC quiere apartar a Maragall de la candidatura al Ayuntamiento de Barcelona

Cataluña

ERC quiere apartar a Maragall de la candidatura al Ayuntamiento de Barcelona

La cúpula del partido encabezado por Junqueras valora quien tiene mejor perfil para enfrentarse con garantías de éxito a la actual alcaldesa, Ada Colau

Las alarmas hace semanas que se han encendido en ERC. Ernest Maragall obtiene una mala valoración como candidato a la Alcaldía de Barcelona y las expectativas de los de Junqueras de conquistar la otra acera de la Plaza de Sant Jaume, donde está la sede consistorial frente al palacio de la Generalitat, se alejan cada vez más. La publicación, hace poco más de una semana, de una encuesta en La Vanguardia en la que el candidato de Puigdemont, Xavier Trías, robaba una parte considerable del electorado a Maragall lejos de ser mal recibida en la sede republicana se vio como una oportunidad de moverle la silla a Maragall.
Los primeros intentos de la dirección republicana han ido en la dirección de que Maragall diera un paso al lado voluntariamente pero el hermano del exalcalde socialista se ha negado y ahora la cúpula del partido encabezado por Junqueras como presidente y la prófuga residente en Suiza, Marta Rovira como secretaria general, valoran encuestas en mano quien tiene mejor perfil para enfrentarse con garantías de éxito a la actual alcaldesa, la populista de extrema izquierda, Ada Colau, el socialista Collboni y el también separatista Trías.
ERC ha encargado encuestas con dos nombres, el del actual consejero de interior y exalcalde de Vilanova i la Geltrú Joan Ignasi Elena y el de la exconsejera de justicia y actual delegada de la Generalitat catalana en Madrid, Ester Capella. Se da la circunstancia que Elena, al igual que Maragall procede del PSC. Elisenda Alamany que fue número dos de Maragall en 2019 y procedente del entorno de Colau ha sido descartada por su falta de arraigo dentro del partido y la poca visibilidad que ha tenido a lo largo del mandato.
Una vez los datos demoscópicos lleguen a la mesa de Oriol Junqueras la dirección de ERC valorará si con un cambio de candidato su raiting electoral en Barcelona mejora suficientemente como para remover a Maragall de su puesto con el correspondiente escándalo que dicha decapitación conllevaría una vez Junqueras y el resto del sanedrín de ERC son conscientes de que Ernest Maragall en ningún caso tirará la toalla.
El partido de Aragonès y Junqueras debería estar viviendo un momento dulce: son decisivos en Madrid, gobiernan en solitario Cataluña y ostentan la alcaldía de dos de las cuatro capitales catalanas (Lleida y Tarragona) pero ERC vive un periodo horribilis que empezó con la pitada a Oriol Junqueras en la manifestación contra la cumbre hispano francesa de hace dos semana, ha proseguido con la obstinada negativa del PSC de apoyar la aprobación de la cuentas públicas catalanas que deja muy visible y a la intemperie la precaria situación de ERC en el parlamento catalán donde solo cuenta con 33 de los 135 escaños y ha culminado con la huelga múltiple de médicos, taxistas, docentes y administración de justicia que se llevó a cabo el miércoles y que en el ámbito de la enseñanza y la sanidad tiene anunciadas nuevas fechas de movilizaciones.
En un contexto de imprevista debilidad política ERC no puede permitirse el lujo de quedarse descolgado de la lucha por la alcaldía de Barcelona, plaza que gano hace cuatro años pero que no pudo gobernar al encontrarse Colau con el inesperado regalo de los votos del ex primer ministro francés, Manuel Valls, y parte del grupo de Cs en el ayuntamiento de Barcelona quienes con su voto evitaron que Barcelona cayera en manos del independentismo.
Tanto Colau como ERC, socios preferentes de Pedro Sánchez, los Comunes de Colau forman parte del consejo de ministros, temen una alianza en Barcelona entre Junts y el PSC para desbancar a Colau de la Alcaldía o frenar las aspiraciones republicanas. Los temores no son infundados, los socialistas y el partido de Puigdemont y Trías gobiernan juntos en la Diputación de Barcelona y el pacto en el Ayuntamiento de la Ciudad Condal, si entre ambas fuerzas obtienen mayoría, no es descabellado.
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