Pedro Sánchez y Ximo Puig

Pedro Sánchez y Ximo Puig

Comunidad Valenciana

Puig trata de apaciguar a Sánchez tras la bronca del presidente

El jefe del Gobierno valenciano recurre a atacar a la Comunidad de Madrid y Andalucía para intentar recuperar la confianza de Moncloa y Ferraz

El anuncio del presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, de rebajar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) a las declaraciones inferiores a los sesenta mil euros ha causado un auténtico terremoto político.
Según diversas fuentes, el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y Puig mantuvieron este lunes una acalorada discusión telefónica que acabó «a gritos».
El motivo es triple. Uno de ellos es que tres días antes del anuncio del presidente regional, ambos celebraron una reunión y compartieron un acto público en Valencia. En ninguno de los dos escenarios Puig le comentó a Sánchez cuál sería el alcance de su reforma fiscal. Lejos de hacerlo, le exigió «castigar» en la financiación autonómica a las regiones que bajaran impuestos.
La segunda causa es que al presidente del Gobierno le ha sentado mal el anuncio de Puig tanto en el plano personal como en el político, ya que lo ha interpretado como una censura a la política fiscal de Moncloa, que, según apuntan las mismas fuentes, Puig la calificaría como «de inmovilista».
En cuanto al tercer motivo, sería la derivada nacional provocada por Puig. A las pocas horas del anuncio, presidentes regionales socialistas como Emiliano García Page en Castilla-La Mancha, Javier Lambán en Aragón, Ángel Víctor Torres en las Islas Canarias o Adrián Barbón en Asturias apuntaron a que iban a llevar a cabo medidas similares en sus comunidades, tan duramente criticadas por Moncloa.
Consciente del nivel de tensión que hubo en la conversación con el presidente y del malestar en Ferraz, Puig ha tratado de calmar los ánimos y desde Italia ha hecho esfuerzos para recomponer la situación.
Así, ha definido su internamente cuestionada bajada de impuestos como «política social» orientada a «ayudar a quienes menos tienen en un momento de carestía».
Para Puig, reforma fiscal anunciada sin el visto bueno de Presidencia ni el PSOE es un conjunto de medidas «concretas» en beneficio de «las clases medias y populares».
Pero el intento más claro de apaciguamiento con los suyos ha venido con dos declaraciones coincidentes con los mensajes que desde hace meses las filas socialistas y los ministros se afanan en repetir constantemente.
Sabedor de que en su partido 'venden' los ataques a la Comunidad de Madrid y a Andalucía, Puig ha hecho hincapié en que su reforma no busca «deslocalizar», en relación a la postura de Juanma Moreno de suprimir el Impuesto sobre el Patrimonio. Para evitar que se le ubique dentro de la política fiscal de las regiones del PP y volver a ser visto como un barón fiel a Sánchez, el presidente valenciano ha insistido en que su medida «no tiene nada que ver con hacer 'dumping' fiscal».
Asimismo, Puig también ha querido mandar un mensaje de respaldo total a la política impositiva del Gobierno central y ha defendido sus reformas «sobre el aumento de la fiscalidad de las grandes fortunas, de los bancos y de las energéticas», aspecto fundamental en el argumentario de Sánchez y los suyos desde el inicio de la guerra en Ucrania y desde que la inflación se desbocó.
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