Pedro Sánchez y Ximo Puig, en La Moncloa

Pedro Sánchez y Ximo Puig, en la MoncloaEFE

Comunidad Valenciana  Ximo Puig no irá a la celebración del PSOE y continúa la tensión con Sánchez

Ambos presidentes han protagonizado desencuentros en las últimas semanas por la política fiscal, los Presupuestos o el proyecto de Volkswagen en Sagunto

La relación entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, se ha convertido desde la vuelta de las vacaciones de verano en un constante 'tira y afloja' entre ambos mandatarios.
La última muestra de la tensión en la que se han instalado los dos mandatarios socialistas no es, precisamente, poco significativa. El valenciano ha confirmado que no acudirá este sábado en Sevilla al acto principal que el PSOE organiza para celebrar los cuarenta años de la primera victoria electoral de Felipe González.
Puig ha asegurado que, a pesar de que no estará personalmente, sí lo estará «en espíritu» y se ha escudado en los clásicos «motivos de agenda» para justificar su ausencia.
Sin embargo, el motivo alegado por el presidente autonómico resulta tan tópico y socorrido como poco concreto y no despeja las dudas acerca de si dichos actos en los que su presencia resulta ineludible llevaban meses programados o se han ido metiendo con calzador con tal de evitar alguna situación forzada e incómoda.

Habrá más barones ausentes

Es cierto que otros barones territoriales socialistas tampoco acudirán a la celebración, pero sus razones, en estos casos, sí parecen algo más realistas. De este modo, el presidente de Aragón, Javier Lambán, ha excusado su asistencia porque ha de quedarse preparando el debate sobre el estado de la Comunidad; el extremeño Guillermo Fernández Vara no sabe aún si estará en Sevilla porque el evento le coincide con otro de índole familiar y el líder del PSOE en la Comunidad de Madrid, Juan Lobato, ha alegado problemas a la hora de transportarse hasta la capital andaluza.
Curiosamente, el otro barón al que la agenda le va a impedir ir con Sánchez es el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, que no goza de la mejor relación con el jefe del Ejecutivo.
En el caso de Puig, las tiranteces con su jefe de filas comenzaron en septiembre, cuando en el debate de Política General en las Cortes Valencianas se desmarcó totalmente de las directrices marcadas por la Moncloa en política fiscal y anunció una rebaja del IRPF a las rentas de hasta 60.000 euros, a lo que añadió un aumento del diez por ciento en todas las deducciones dependientes de la Generalitat.
La decisión de Puig no sentó nada bien al presidente del Gobierno, más aún cuando medidas de ese tipo fueron tomadas por otros barones territoriales del PSOE, e inició unas hostilidades que aún hoy perviven.
El líder de los socialistas valencianos intentó templar las aguas intentando convencer a la opinión pública de que su volantazo económico no contradecía a su partido y para ello aseguró que subiría el impuesto sobre Patrimonio. Pero de poco le sirvió. Seguir la senda de Díaz Ayuso y Juanma Moreno era lo suficientemente relevante para Sánchez.

Castigo a Alicante en los Presupuestos

No se sabe qué peso puede tener la bajada de impuestos de Puig en la decisión del jefe del Ejecutivo, pero lo cierto es que, curiosamente, la provincia más castigada y que recibirá menos inversión en los Presupuestos Generales del Estado en 2023 es Alicante.
Al saber de las partidas destinadas por Hacienda, no solo Partido Popular, Ciudadanos y Vox clamaron al cielo, sino que los empresarios de la zona han convocado una manifestación en Madrid para revertir la situación y plantear las reivindicaciones. Incluso, el propio Puig calificó las aportaciones a la provincia alicantina como «manifiestamente insuficientes». Otra piedra en el zapato en la relación Sánchez-Puig.
Por ahora, el último desencuentro ha sido a cuenta del aviso de la multinacional alemana Volkswagen. La automovilística había presentado en mayo su proyecto para construir una gigafactoría en la localidad valenciana de Sagunto. Ambos presidentes, qué tiempos, acudieron al evento sonrientes y orgullosos de sus respectivas gestiones.
Sin embargo, todo ello se podría venir abajo porque la cantidad que el Gobierno de España se plantea aportar en concepto de ayuda al Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) del vehículo eléctrico está muy por debajo de lo prometido en un primer momento. Menos de la mitad, concretamente.
La gigafactoría de Volkswagen ha sido el proyecto estrella de Puig, del que siempre presume y el que no hay acto, institucional o de partido, en que no salga a relucir. Por tanto, el presidente valenciano ha activado toda la maquinaria para que la multinacional no abandone sus intenciones iniciales.
El guante ha sido recogido por el Gobierno, que califica la construcción del complejo como una «prioridad». Sin embargo el último dardo de la Moncloa hacia Puig no ha sido en boca de Sánchez, sino de la ministra de Industria, Reyes Maroto, que ha animado a todos a ser «generosos». Ese «otros» es la Generalitat Valenciana y por ser generosos, Maroto se refería a los incentivos fiscales que toda comunidad autónoma puede aplicar para retener proyectos de este alcance. En otras palabras, deja de decir que ponga yo todo el dinero y haz tú también algo.
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