Irene Gallardo

Irene GallardoJesús Caparrós

Entrevista

Irene Gallardo, periodista: «No reivindico la figura de la mujer como cuota, sino por su valía y méritos propios»

Entrevistamos a la periodista y escritora sevillana, que ha presentado en Córdoba un documental dedicado al arte sacro

A medio camino entre Córdoba y Sevilla, o entre la capital hispalense y la tierra de Séneca, Irene Gallardo, (Sevilla,1967) encuentra su centro de gravedad permanente en lo sagrado del arte o en el arte sagrado. Lo primero porque el verdadero arte nos trasciende, y lo segundo porque se convierte en un camino para hablar con Dios. Y con su Santísima Madre. En ello está ahora Irene, que ha venido trabajando en el arte sacro y en los artesanos y artistas que lo ejercen, en las manos cargadas de tradición y también silenciadas en un tiempo, este, demasiado distraído en lo efímeramente vulgar.
A Irene Gallardo se le nota la raza y el oficio en cuanto se coloca delante de una cámara o se abre un micrófono. Y podríamos decir que se debe a la veteranía, pero no. En periodismo, en comunicación, ese valor se tiene o no se tiene. Es un don y nuestra entrevistada lo ha perfeccionado en la radio (Cadena Ibérica, Onda 10, Radio Guadiamar, COPE), la televisión (Onda Giralda, Popular TV, CRN Andalucía) o la prensa (ABC). Ha sido colaboradora puntual en este diario, La Voz de Córdoba, y también posee madera de empresaria. Ha puesto en marcha distintas iniciativas audiovisuales como Andalucía Cultural, o «Andalucía Sacra», Itinerarios Culturales para la Interpretación del Arte Sacro y la Religiosidad Popular. Ha publicado cinco libros.
Irene Gallardo es una mujer que no para. Esta semana ha presentado en Córdoba el primero de varios documentales dedicados, cómo no, al arte sacro.
– Irene Gallardo, toda una vida dedicada al periodismo y a la comunicación.
– Treinta y cinco años, aunque como dijo el maestro Carlos Gardel «20 años no es nada», treinta y cinco tampoco, compañero.
– Ha trabajado en la radio, ha hecho televisión, escribe en prensa y también se ha incorporado al mundo digital.
– Así es. El digital es un mundo apasionante que además es una ventana al propio mundo, valga la redundancia, y que exige un tipo de periodismo absolutamente dispar al que hemos podido aprender tiempo atrás. Yo llevo 35 años en la prensa y esto ha evolucionado muchísimo, con la particularidad de que siempre, como dice mi padre, hay que morirse aprendiendo. Sobre todo aprender de la gente joven.
– Usted sobre todo se especializó en la información cofrade, que parece una cosa de hombres más que de mujeres.
– Siempre lo ha sido. Estamos en el siglo XXI y puedo asegurar que son pocas las féminas que se encargan, estrictamente, de la parcela periodística vinculada al mundo de las cofradías o del arte sacro. Poquísimas. Y esto me ha acompañado desde 1985 cuando comencé en una radio local. Desde entonces hasta ahora he tenido el placer y el honor de haberme dedicado a esto en un mundo de hombres, y no me he sentido para nada ni desvinculada ni maltratada porque sea una mujer. Nunca me he sentido en un segundo plano, y lo tengo que decir a boca llena ahora que se habla tanto de feminismo. Yo no ejerzo los ‘ismos’ ni reivindico la figura de la mujer como una cuota, sino por su valía y méritos propios. Igual que en un pregón, frente a un paso o debajo del mismo (ríe).
– Es usted una sevillana que ha sido bien adoptada en Córdoba.
– Afortunadamente. Como dirían los castizos, por la gracia de Dios. Son veinticinco años los que llevo en Córdoba. Soy hermana de varias cofradías, entre ellas la de Jesús Nazareno; madrina de la bendición, junto con mi queridísimo Luis Martín, de la Virgen de Regla de Puerta Nueva. Pertenezco al grupo de devotos de la parroquia de Nuestra Señora de la Victoria, y estoy encantada con Córdoba, qué puedo decir. Creo que es la ciudad más maravillosa del mundo, y lo dice no una sevillana, sino una de la Puerta Osario. Tengo doble nacionalidad, por la Puerta Osario de Sevilla y la de Córdoba.

Tengo doble nacionalidad, por la Puerta Osario de Sevilla y la de Córdoba.

– No obstante, su procedencia sevillana le permite tener otra perspectiva sobre todo en el ámbito de las hermandades y cofradías.
– ¿Sabes lo que veo con esos ojos? Que tenéis una ciudad absolutamente maravillosa y creo que todavía no sois conscientes del patrimonio monumental, etnográfico y cultural tan enorme que tiene Córdoba. Creo que hay que verla con ojos de fuera para descubrir lo que vosotros, como privilegiados que vivís y habéis nacido en esta santa tierra, tenéis. Estáis tan acostumbrados a tenerla que llega un momento en que, como la cercanía es tan grande, te habitúas a ella. Los moradores y nativos de la ciudad, de cualquiera de las ocho provincias andaluzas, que son una maravilla, tendrían muchas veces que mirar a su tierra con ojos de turista, transitar por las calles y elevar la mirada a los edificios, a esa arquitectura regionalista, a ese patrimonio monumental que atesora la ciudad que no en vano tiene reconocido cuatro veces, ni más ni menos. No es un caso que se repita ni en la historia ni en el mundo.
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– Es curioso lo que comenta, porque los cordobeses ven con cierta envidia la capacidad que tienen los sevillanos para admirar su propia tierra, ya que el cordobés, por lo general, carece de ella.
– Pienso, como te comentaba antes, que eso sucede cuanto tienes tanto bueno a tu alrededor y estás acostumbrado a vivirlo. En Sevilla ¿qué ocurre? Pues ocurre algo muy específico, muy propio de la tierra. Soy nacida en Sevilla, en la Puerta de Osario, como he dicho, que es una zona muy castiza, aunque ahora menos popular. Pero sí es verdad que el sevillano tiene una forma de proceder muy concreta. Hay una frase que es autóctona: «Sevilla es lo mejor del mundo». Después no te pares a preguntarle al sevilla por qué es la mejor del mundo, porque probablemente el noventa por ciento no sepa por qué dice eso. Yo podría decir muchas cosas: porque fue puerto de las Indias, por su patrimonio, por el nivel de artistas que llegaron a la ciudad en los siglos XVI, XVII y XVIII, por la Casa de la Moneda e incluso porque Carlos V estuvo ahí; porque tiene el Palacio Real activo más antiguo de Europa, que son los Reales Alcázares… No le preguntes al sevillano por qué Sevilla es la mejor del mundo, porque es tan chauvinista que se verá el ombligo, pero no la cicatriz. Ese es el estereotipo del sevillano y por eso entiendo que no sea muy agradable para el resto de las ciudades andaluzas la conversación con un sevillano, típico ‘miarma’. Quizás Sevilla tiene eso en exceso y Córdoba el exceso lo tiene de ‘senequista’, pero porque estamos acostumbrados a tener tanto bueno que tampoco importa mucho que se le reconozca eso bueno que tenemos.
– Gran parte de su amor y reconocimiento por Córdoba se sustancia en un documental presentado hace unos día y que se llama ‘Ars sacra’.
– Efectivamente, ‘Ars Sacra. Oficio y arte hecho en Córdoba’. Es un documental dedicado, por una parte, al mundo de la imaginería y por otra al mundo de la orfebrería, también llamado de la platería, en donde Córdoba no es que tenga mucho que decir, sino que tiene todo que decir. Desde el famoso sello donde se acuñaba la platería con el león- no olvidemos que la reconquista en Córdoba la hacen leoneses y que el escudo original es un león- arranca en la baja Edad Media, hasta nuestros días. Trata sobre el ejemplo que es Córdoba, de su calidad a la hora de tenerla en cuenta como una de las principales valedoras del arte sacro. Es importantísimo ponerla en valor, ahora que tanto se lleva eso. Nosotros hemos querido, desde la asociación ‘Córdoba Eterna’, poner los focos en este sector y que no se quede solo en esa primera fase que son los dos documentales que tocaron esos cuatro palos que nos restan, esos cuatro documentales que compendian lo que podríamos llamar una biblioteca audiovisual. Ahí estarían el bordado, el dorado, la pintura sacra, etc. Tenemos un compromiso desde nuestra asociación en poner en valor el arte sacro cordobés, por méritos propios y por su calidad y excelencia. Córdoba debería de acuñar, incluso, una especie de sello de calidad para que fuese valedora la propia ciudad, y desde el Ayuntamiento, de esos artistas y artesanos que desde sus humildes talleres hacen las obras para el arte sacro más maravillosas y con un sello común: la escuela cordobesa, que hemos exportando hasta el Nuevo Mundo. En Filipinas hay rasgos en las imágenes sagradas de las hechuras cordobesas.
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