Y esto es importante. Cuando nosotros rezamos, lo hacemos porque sabemos que somos valiosos a los ojos de Dios. Es la gracia del Espíritu Santo que, desde dentro, nos suscita esta conciencia: de ser valiosos a los ojos de Dios. Y por esto se nos induce a orar. La oración de los salmos es el testimonio de este grito: un grito múltiple, porque en la vida el dolor asume mil formas, y toma el nombre de enfermedad, odio, guerra, persecución, desconfianza… Hasta el «escándalo» supremo, el de la muerte. La muerte aparece en el Salterio como la más irracional enemiga del hombre: ¿qué delito merece un castigo tan cruel, que conlleva la aniquilación y el final? El orante de los salmos pide a Dios intervenir donde todos los esfuerzos humanos son vanos. Por esto la oración, ya en sí misma, es camino de salvación e inicio de salvación. Todos sufren en este mundo: tanto quien cree en Dios, como quien lo rechaza. Pero en el Salterio el dolor se convierte en relación: grito de ayuda que espera interceptar un oído que escuche. No puede permanecer sin sentido, sin objetivo. Tampoco los dolores que sufrimos pueden ser solo casos específicos de una ley universal: son siempre «mis» lágrimas. Pensad en esto: las lágrimas no son universales, son «mis» lágrimas. Cada uno tiene las propias. «Mis» lágrimas y «mi» dolor me empujan a ir adelante con la oración. Son «mis» lágrimas que nadie ha derramado nunca antes que yo. Sí, muchos han llorado, muchos. Pero «mis» lágrimas son mías, «mi» dolor es mío, «mi» sufrimiento es mío. Cuando queremos consolar a alguien, no encontramos las palabras. ¿Por qué? Porque no podemos llegar a su dolor, porque «su» dolor es suyo, «sus» lágrimas son suyas. Lo mismo es para nosotros: las lágrimas, «mi» dolor es mío, las lágrimas son «mías» y con estas lágrimas, con este dolor me dirijo al Señor. Todos los dolores de los hombres para Dios son sagrados. Así reza el orante del salmo 56: «Tú has anotado los pasos de mi destierro; recoge mis lágrimas en tu odre: ¿acaso no está todo registrado en tu Libro?» (v. 9). Delante de Dios no somos desconocidos, o números. Somos rostros y corazones, conocidos uno a uno, por nombre. «El Señor escucha»: a veces en la oración basta saber esto. Los problemas no siempre se resuelven. Quien reza no es un iluso: sabe que muchas cuestiones de la vida de aquí abajo se quedan sin resolver, sin salida; el sufrimiento nos acompañará y, superada la batalla, habrá otras que nos esperan. Pero, si somos escuchados, todo se vuelve más soportable. Lo peor que puede suceder es sufrir en el abandono, sin ser recordados. De esto nos salva la oración. Porque puede suceder, y también a menudo, que no entendamos los diseños de Dios. Pero nuestros gritos no se estancan aquí abajo: suben hasta Él, que tiene corazón de Padre, y que llora Él mismo por cada hijo e hija que sufre y que muere. Os diré una cosa: a mí me ayuda, en los momentos duros, pensar en los llantos de Jesús, cuando lloró mirando Jerusalén, cuando lloró delante de la tumba de Lázaro. Dios ha llorado por mí, Dios llora, llora por nuestros dolores. Porque Dios ha querido hacerse hombre —decía un escritor espiritual— para poder llorar. Pensar que Jesús llora conmigo en el dolor es un consuelo: nos ayuda a ir adelante. Si nos quedamos en la relación con Él, la vida no nos ahorra los sufrimientos, pero se abre un gran horizonte de bien y se encamina hacia su realización. Ánimo, adelante con la oración. Jesús siempre está junto a nosotros.

Población civil ucranianaNatacha Pisarenko

Cáritas organiza un concierto a beneficio de Ucrania

El Trío Intermezzo interpretará piezas de Bach, Beethoven y Glinka

El Real Círculo de la Amistad acogerá el 5 de febrero, a las 19:30, un concierto a beneficio de Ucrania, organizado por Cáritas Diocesana de Córdoba, en el que el Trío Intermezzo interpretará diversas piezas de Bach, Beethoven y Glinka.
La finalidad de este concierto benéfico es la recaudación de fondos con los que colaborar en la acción humanitaria que Cáritas desarrolla en Ucrania a favor de la población civil. La colaboración se puede realizar por varias vías: A través del código Bizum 33581; en la cuenta corriente ES16 0237 0210 3091 5589 2794 (Concepto: Concierto benéfico para Ucrania), o en el propio Círculo de la Amistad hasta el 5 de febrero, de 17:30 a 19:30, o a la propia entrada del concierto.
El Trío Intermezzo está formado por Larisa Tedtoeva, Anna Milman y Mikhail Milman, reconocidos intérpretes con una dilatada carrera musical en diversos puntos de Europa.
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