Crónica de un concierto punk y algo holandés

Mi relación con Holanda es, cuando menos, curiosa. Eso pensé, cuando el periódico me envió a cubrir el concierto de Los Covids -lo mejor es el nombre, se lo aseguro- ayer miércoles.

Ayer mismo, por la tarde, algo antes del concierto, Tío Mike me llamó para tomar unas cervezas por el barrio. Que sí. Que no. Pero si hay algo últimamente a lo que no puedo decir que no, es a una llamada de Tío Mike. Él es de Valladolid y yo no. No sé, yo soy algo guindas, pero sé contemplar lo bueno. Así que nos tomamos un par de birras en El Tirantes, en Santa Rosa, así, tranquilos, viendo la vida pasar. Según como nosotros vemos el mundo. Y no se me ocurre nada mejor.

Claro que El Melenas tampoco ayudó. Apareció poco después por el bar, con su cachaza de siempre. Antonio, el tabernero, soltaba improperios. Aún así, se le tiene cariño. «Una birra y nos vamos», nos dijimos el Melenas y yo. ¿Vale, tío? Pagamos y atravesamos Santa Rosa camino del Vial y el Hangar. Íbamos camino de la disco donde tocaba un grupo holandés llamado Los Covids y había que estar. Nos molaba la idea.

Cuando llegamos, en la puerta del local había -bajo los soportales- chicas rockabillies, un mendigo, un colega surfero, varios de la old school, indies despistados con ridículos tote bag de tela a modo de neceser, y chicas que salen un miércoles y que, ¿por qué no, diablos?, se apuntan, auténticas, a bailar en cualquier sitio. Y el Hangar es tan bueno como cualquier otro sitio.

Cuando empezó el directo de Los Covids, me pilló en la barra del Hangar. Titubeando, con el tercio y cámara Sony en mano, me coloqué entre el público, unos cien, no está mal para ser un miércoles en una ciudad de provincias, me dije, e hice unas cuantas fotos. Perdón, prensa, prensa. Nada. Que no se quitaba nadie. Los punkis de la provincia se ausentaron. Vi previsibles camisetas antifas y otras de NZS FCK. Arrea. Yo llevaba una de Los Nikis. Me pareció divertido. Un poema aquello, chico, un poema.

Frescos como un Tang de naranja, los holandeses chicos de Los Covids desgranaron -cómo decirlo-,podaron, hilaron, pulieron holandeses temas como: No Kids, Your Eyes, Stray, Gone, No Good Nothing, Take it Off, Statio, Waste Of Space o Famboy; con una profesionalidad demasiado impoluta y nada original. Porque el punk no debe serlo. Y que me perdonen mis amigos de El Colectivo.

Hace un tiempo yo viví en Holanda; alguna vez vi a un católico; alguna vez tuve una ex holandesa, y aún vacilo de tener un par de amigos para toda la vida de la vieja Flandes española que se llaman Siena y Ale. Porque yo viví en la holandesa Eindhoven: allí donde el Real Madrid lo perdió todo frente al PSV en aquella semifinal de la Copa de Europa de 1988. Alguna vez quisiera ser protagonista de algo parecido a Bill Murray en «Lost in Translation» o como un viejo tercio español sin paga guerreando en los páramos holandeses. Pero, seamos francos, eso no pasará.

Echo de menos a Kaka de Lux, pensé, mientras, ya de vuelta, y antes de que acabara el concierto, me piré de allí y recorrí el Vial, camino de Santa Rosa. Mi casa parecía tan lejos como nunca.