Fútbol sala
El Córdoba Patrimonio de la Humanidad cerraba, esta semana, su concurso en la primera vuelta de la Primera División de la Liga Nacional de Fútbol Sala. Y lo hacía con una derrota, por 5-2, ante el Viña Albali Valdepeñas, que lo deja como décimo tercer clasificado con 14 puntos, solo dos por encima de los puestos de descenso.
De esa forma, los de Josan González afrontarán el nuevo año y, con él, la segunda parte del campeonato con la presión de sumar lo más rápido posible, a fin de no pasar demasiados apuros. Y, pese a que el contexto no es el deseado, hay motivos para confiar en el Patrimonio.
El primero de ellos es la competitividad mostrada por los pupilos de Josán González en todos los partidos, incluidas derrotas como la del Viña Albali o la sufrida en Barcelona, donde solo la falta de pegada privó a los blanquiverdes de sumar puntos. O contra ElPozo, donde sacaron un empate, que tuvo que ser una victoria, tras un auténtico asedio a los murcianos.
Ante los grandes, el Patrimonio ha vuelto a mostrar que puede ganar a cualquiera. El mejor ejemplo lo dio ante el Inter Movistar, al que venció por 4-3 en la novena jornada o ante el citado ElPozo en la 14, al que privó de un punto cuando luchaba, este último, por meterse en la Copa de España.
Otra de las claves del equipo es su manejo de la presión en los momentos difíciles. Eso se vio en la sexta jornada, cuando consiguió su primera victoria, lejos de Vista Alegre ante un rival tan necesitado como los blanquiverdes, el Xota. El triunfo fue el punto de partida para salir de los puestos de descenso.
La calidad de la plantilla es indiscutible, con nombres propios como los de Saura, Miguelín, Fabio y Pablo del Moral, entre otros. Pero también la de su entrenador, Josan González, que ya en su primera temporada completa al frente del Patrimonio logró una más que sufrida salvación.
La clasificación está apretada y, si bien los blanquiverdes están dos puntos por encima del descenso, no es menos cierto que están a solo cuatro del noveno. El ejemplo de remontada es el del Ribera Navarra que en apenas cuatro jornadas ha pasado de ser farolillo rojo a ser décimo.
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