Hablan los directivos del último salto a Segunda: «Estamos volviendo y se nota en el ambiente»
Diego Medina, Elías Cabrera y Rafa Barroso recuerdan para La Voz el ascenso de 2007
Los meses de junio, en el mundo del fútbol, son muy dados a propiciar efemérides. Aún más para clubes como el Córdoba que, a lo largo de su historia, se ha visto abocado a ejercer de equipo ascensor entre diferentes categorías. Normalmente por la vía del play off. Fechas hay muchas: 30 de junio en Cartagena, 22 de junio en Las Palmas... o 24 de junio en El Alcoraz. Y es aquí donde nos detenemos. Porque ese, el de Huesca, fue el último que vivió el Córdoba en su situación actual; es decir, desde la tercera categoría hasta el fútbol profesional.
Rafael Campanero, la figura clave de aquel engranaje
Para entender lo que fue aquel curso hay que remontarse al descenso desde Segunda en 2005 y a una primera temporada en la división de bronce en la que ni se llegó a disputar el play off de ascenso. Y no fue por inversión, ya que el club blanquiverde llegó a pagar un trapaso histórico por un futbolista como Verza (600.000 euros), apostó por la veteranía de Quique Hernández para el banquillo y, cómo no, dio el golpe definitivo firmando a Javi Moreno. Aquellos movimientos hacían presagiar un año pletórico para el cordobesismo pero, como ocurre normalmente, cuando las expectativas están muy altas, llega el batacazo. Y eso fue lo que le ocurrió al Córdoba, que terminó aquella campaña con Pepe Escalante como técnico y con un varapalo inmenso en Almansa que le hizo llegar sin opciones de ascenso a la última jornada.
A partir de ahí se sientan las bases del resurgimiento. Durante la celebración de la Junta General y Extraordinaria de Accionistas se acordó el cese del Consejo y la salida del mismo del grupo empresarial de Rafael Gómez Sánchez que, en ese momento, cedió sus acciones a PRASA, por lo que Pepe Romero se quedaba al frente y tomaba su primera decisión: nombrar presidente, 22 años después, a Rafael Campanero Guzmán. «Él en sí lo fue todo. Un líder que supo escuchar, aglutinar ideas y dejar hacer. Córdoba sigue tardando en darle el sitio que merece», recuerda Elías Cabrera, un joven por entonces de 25 años que entraba en aquel Consejo que se formó en ese mes de mayo de 2006. «Aún no entiendo por qué confío en mi. Fui un afortunado subido a hombros de gigantes como D. José Romero y D. Rafael Campanero», rememora.
Pero Elías no es el único con ese pensamiento. También lo tiene el exconsejero Rafael Barroso. «Su presencia fue absolutamente clave», sentencia. «Nos daba una lección diaria de sapiencia futbolera. Oía, sacaba sus conclusiones y organizaba el trabajo. Tenía 80 años y su cabeza era una máquina. Hasta llevaba en mente los presupuestos de gastos e ingresos», detalla. «Campanero ha sido una persona importantísima a lo largo de toda la historia del club», sostiene Diego Medina. Él, que fue parte activa de la gestión del club también en los ascensos del 99 y 2014, añade que «su buen hacer fue decisivo para resolver los problemas a los que nos enfrentamos en la última fase de la competición».
Vamos, todo lo contrario que algún otro dueño que dejó al club al borde de la muerte. De Jesús León también se quiso acordar Medina. «Me di cuenta de cuál iba a ser el destino de aquella desgraciada «aventura» e, inmediatamente, por razones obvias, me distancié. Pocos fueron suficientemente objetivos para dar credibilidad a mis advertencias», lamenta.
La toma de decisiones, clave y en el momento oportuno
Porque aquel año, en el que Emilio Vega asumió la dirección deportiva y llegaron futbolistas del nivel de Asen, Arteaga, Julio Pineda, Guzmán, Diego Reyes, Aurelio y compañía, el nivel del Córdoba era espectacular durante los primeros meses. Pierini y Javi Moreno continuaban mostrando un estado de forma sobresaliente y, encima, sobresalía la figura de un Javi Flores que, partido a partido, asumía unos galones impropios de un chaval de su edad. Pero, cuando todo parecía encaminado a una campaña exitosa, el barco comenzó a agitarse. Una inesperada derrota en Melilla (1-2) en la penúltima jornada colocaba al Córdoba a merced del Cartagena. Aunque el drama duró poco, ya que un día después el Extremadura logró vencer al cuadro blanquinegro y el play off se convirtió en una realidad faltando aún una semana más de competición. Y todo ello sin la presencia de Javi Moreno, lesionado en Mérida con un desgarro del gemelo que le iba a hacer estar fuera en todo el tramo final de la competición.
Fueron semanas de muchas dudas y de tomar alguna decisión clave como la llegada al cuadro técnico de Juan Luna Eslava. «Todos nos pusimos muy nerviosos», recuerda Rafael. «Bueno, todos... menos Campanero. Él nos oyó a todos. El diálogo fue la medicina aplicada», prosigue. Y eso llevó a que «Juan ayudara a Pepe Escalante para que, entre los dos, se consiguiera una mejora defensiva. Se logró con un trabajo magnífico y, sobre todo, con la tranquilidad y el apoyo que recibió el equipo desde la presidencia y el Consejo», sentencia. Para Elías aquella crisis deportiva se gestionó «desde la verdad, la reflexión y la toma de decisiones... pero siempre desde la integridad».
Igual piensa Diego Medina. «Su incorporación vino a significar una bocanada de aire fresco que ayudó a eliminar el ambiente viciado» que se respiraba desde hacía semanas tras las malas sensaciones que iba ofreciendo el equipo. «Son cosas que pueden y suelen ocurrir en los mejores clubes», defiende Diego. «Aquel ascenso se desarrolló en un clima de gran estrés para todos. Suelen aparecer roces, faltas de entendimiento y disensiones» hasta el punto que «los jugadores, muy unidos, no parecían estar del todo de acuerdo con Escalante, pero gracias al buen hacer de Campanero y a la disposición que demostraron algunos líderes del equipo, particularmente, Javi Moreno y también el entrenador, las diferencias dieron paso al entendimiento y el equipo funcionó como un reloj durante el play off», cuenta.
Y es que, aunque «hubo mucha presión desde distintos frentes, D. Rafael confió en los suyos y en su criterio para tomar las decisiones acertadas», reflexiona. Pero, si Elías Cabrera se tiene que quedar con alguien, no lo duda. «Para mi, la figura clave, la tercera pata de todo aquello junto al presi y Pepe Romero, fue sin duda Emilio Vega», apostilla. «Aguantó muchos palos y tuvo que tomar muchas decisiones». Una de ellas «colocar a Juan (Luna Eslava) donde el equipo lo necesitaba. Algún día el cordobesismo valorará lo que hizo Emilio», piensa. «Creo que, sin quitar mérito a nadie, a Juan hay que reconocerle un importante papel en aquel ascenso», dice Diego Medina.
Un final muy feliz que también cambió la historia
Por aquel entonces, siendo cuartos, tocaba medirse a uno de los 'cocos' que había terminado como primero de grupo. En suerte salió la bolita del Pontevedra de los brasileños Yuri (que salió derrotado con la Ponferradina hace dos semanas del Arcángel), Igor y Charles (que más tarde sería todo un referente para el club blanquiverde). «No había miedo. Sí preocupación y tensión», reconoce Barroso. «Teníamos un equipazo, creo que hasta bueno para Segunda, y si la suerte acompañaba un poquito creíamos que se podía conseguir», amplía. Y vaya si se hizo. Pese al 0-0 en casa y empezar 2-0 abajo en Pontevedra, un doblete de Asen dejaba al Córdoba a solo dos partidos del fútbol profesional. «Hizo historia allí», recuerda emocionado Elías.
Y esos dos encuentros tocaba enfrentarlos ante el Huesca. Una eliminatoria que se empezó a ganar en El Arcángel (2-0) y que se remató en El Alcoraz con un empate a uno que desató la locura. Incluso con algo de sorna porque, aunque el club oscense apenas puso a disposición de la afición cordobesista 175 entradas, se contaban por miles los cordobeses presentes en tierras aragonesas. «No solo quisieron boicotear a nuestra afición, sino que personas del club, de comunicación, técnicos y hasta algún consejero como yo tuvimos que ver el partido en el fondo con la gente de Córdoba», desvela Rafael Barroso. «Los más jóvenes tuvieron localidades de sol y tuvieron que soportar ese 'castigo'», añade Diego Medina. Pero, al final, «todo valió la pena». Incluso su particular travesía para poder estar en una cita tan importante. «Tuve que hacer más de 3.000 kilómetros para ver el partido. Viajé desde Catania a Sevilla, de ahí a Córdoba y en mi vehículo hasta Huesca el día del partido», explica Medina. «La cena de celebración en Zaragoza fue muy normal, pero a todos nos pareció de maravilla. Yo, al acabar, continué el viaje hacia Córdoba porque al día siguiente debía regresar a Italia», cuenta.
Además, y como anécdota, resultó vital el papel de la por entonces alcaldesa de la ciudad, Rosa Aguilar, que tuvo que mediar antes del duelo «para que, tanto gente del club como de prensa pudieran entrar», rememora Barroso. Pero si hay algo que se recuerda de aquellos días fue el recibimiento en Córdoba. «Jamás había visto a una ciudad tan entregada. Cordobesismo, banderas, bufandas... se empezaba a ver el fruto del trabajo en los despachos. Me sentía orgulloso de seguir creciendo al lado de aquel equipo. Lloraba y confieso que aún me emociono recordándolo», dice Elías, que a su vez, tiene claro que aquel ascenso «permitió al Córdoba reponerse como Institución, establecer bases sólidas de club profesional, crear la marca CCF o a nuestra mascota Koki». Nada logrado desde la facilidad. «Hubo mucho trabajo detrás de grandes profesionales como Carlos Hita y José Manuel Coca. No ascender hubiera sido un problema, pero hacerlo fue todo un empuje que aún dura», subraya.
«Cartagena y Huesca son dos ascensos muy importantes pero muy distintos» para Medina. «El del 99 fue trascendental porque había sido muy deseado y porque cerró una época del club. Desde ahí, por imperativo legal, deja de ser un club y pasar a ser una SAD», mientras que las consecuencias tras El Alcoraz «fueron otras. Ahí ya era SAD y entonces se necesitaba, para sostenerse, el equilibrio económico de la entidad», por lo que «para ello resultaba imprescindible regresar al fútbol profesional, donde se empezaba a notar el oxígeno que llegaba desde la Liga. Por eso fue tan significativo», apunta. Lo mismo que reseña Barroso al cuestionarle sobre la importancia que tuvo aquel salto a la división de plata. «Si no se consumaba podía llevarnos a la desaparición y liquidación de S.A.», por lo que «fueron momentos muy difíciles». Al final, con la alegría «todos explotamos, lloramos y soltamos tanta adrenalina acumulada».
Y, claro, el domingo podrían revivirse muchas de esas emociones que, solo un día después, cumplirán 17 años. «Llevo semanas diciendo a mis conocidos que se respira mucho de aquello», transmite Elías. «Es el momento para volver. Tenemos que conseguirlo. Estamos volviendo y se nota en el ambiente. Hay ilusión y el presi (Campanero) desde arriba también sigue ordenando todo», avisa. «¿Te has dado cuenta de que todos los últimos ascensos en play off los hemos conseguido lejos de El Arcángel?», se pregunta Diego. «Este domingo, si lo conseguimos, no tendremos que esperar la llegada de nuestro equipo desde otra ciudad para festejarlo», desea. «Las colas para sacar los suplementos y, sobre todo, para entrar al estadio no las he vivido jamás desde los años 60 cuando estábamos en primera», incide Rafa Barroso.
Parece la última parte de un círculo que se tiene que cerrar sí o sí. Se ascendió un 30 de junio, un 22 de junio y también un 24 como el que hemos descrito. Ojalá que, con los años, tengamos que hablar también de aquel 23 de junio de 2024.