El cuento de la haba nunca se acaba (2-0)
El Córdoba volvió a pecar de falta de contundencia en defensa y aumenta pobre racha a domicilio. Ante el Tenerife, primera final del curso
Seguro que, en función de la edad, lo han contado o se lo han contado. O quizá las dos cosas. Pero el cuento de la haba nunca se acaba. Y esa es la sensación que transmite el Córdoba cada vez que hace las maletas y sale de El Arcángel. Hasta en los días en los que se muestra algo más aparente. Fue el caso esta noche, donde los de Iván Ania fueron algo más sólidos y serios, pero sin aprovechar su momento cuando lo tuvo y evidenciando la misma falta de contundencia en defensa que arrastra durante todo el curso.
La primera mitad, como en Almería
Marcharse por detrás a vestuarios fue algo cruel. Porque el Córdoba, que prácticamente repitió el equipo que había perdido en Almería el martes (entró Yoldi en lugar de Adilson), compitió durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Fue un equipo que quiso ser valiente con balón pero que no dudó en ser directo si la ocasión lo requería; es decir, trató de conceder menos. Y lo consiguió durante buena fase del acto inicial, donde los rojiblancos empezaron algo mejor, aunque sin inquietar sobremanera la portería de Carlos Marín. Xavi Sintes y Martínez no tenían reparo en enviar balones al espacio para la carrera de Casas si era preciso. Circunstancia que originó las mejores oportunidades cordobesistas de la primera mitad.
El de La Rambla pudo estrenar el marcador en el minuto 25. Se quedó solo, mano a mano, y no supo definir en dos ocasiones. Perdonar este tipo de acciones tiene su riesgo, pues el Sporting no lo hizo apenas dos minutos más tarde por mediación de Olaetxea. Por suerte para los blanquiverdes, el ex del Albacete se encontraba en posición de fuera de juego, por lo que la diana no subió al marcador. Los de Iván Ania, que regresaba al césped después de cumplir sus dos encuentros de sanción, tenían la idea clara cuando los rojiblancos iban a presionar arriba. Y un envío en largo de Martínez fabricó una nueva oportunidad de oro que Carracedo, con todo a favor y en posición centrada en el área, mandó fuera.
Pero el Córdoba es un equipo que concede. No es contundente en área contraria y, hoy tampoco, en la propia. De nuevo una acción al borde del intermedio terminó con un penalti evitable de Isma Ruiz que no desaprovechó Otero para firmar el 1-0. Otra pena máxima y ya van siete. En este caso por una clarísima falta de entendimiento entre el de Gójar y Calderón. Demasiado difícil como para ser capaz competir en igualdad de condiciones en el fútbol profesional. Lo cierto es que, de nuevo, una primera mitad aparente del equipo blanquiverde terminó con un resultado desfavorable.
Segunda parte de quiero y no puedo hasta la sentencia
El Córdoba, lejos de caer desplomado como ocurriera en Almería, se mantuvo en pie y cerca en el marcador. Aunque ofreciendo muy poquito en ataque. Lo más destacado vino por un disparo centrado de Calderón con la derecha nada más arrancar el duelo. Defensivamente mantenía su idea de tirar la línea arriba, algo que hizo con mayor éxito que en salidas anteriores. Dubasin y Campuzano pudieron aumentar la renta, pero cayeron en fuera de juego. Ania movió el banquillo para dar entrada a Álex Sala y Adilson, pero apenas mejoraron al equipo. Lo destacable nacía de las acometidas de un Carracedo que volvió a ser de lo más destacable. Los minutos pasaban, el Córdoba no cedía la cuchara y el preparador ovetense efectuó de nuevo sustituciones para intentar tener más presencia en el área. Incomprensiblemente, hoy tampoco acabó con dos delanteros en el campo. Retiró a Antonio Casas y Yoldi para dar entrada a Obolskii y Kuki. El resultado, intrascendente.
Los blanquiverdes no generaron y tampoco efectuaron ningún disparo a puerta más allá de intentos lejanos y centrados de Álex Sala. El Molinón, lejos de ser ese estadio bullicioso de las grandes noches, parecía tranquilo. Seguro de que su momento iba a llegar. Como si supiera que el partido no peligraba. Y así era. Hasta que Dubasin, después de un nuevo fallo en defensa, en este caso de Albarrán, aprovechó en boca de gol para batir a Carlos Marín y hacer el definitivo 2-0.
El cuento de la haba tampoco se acabó en Gijón. Ante el Tenerife, el próximo domingo, llega la primera final de la temporada.