La puerta del SagrarioPatricio Ruiz

Domingo I de Adviento. Llega el Rey de la Paz

«¿Estamos dispuestos a amar a Dios nosotros más de lo que el mundo pueda entender?»

Actualizada 00:09

Queridos todos:
Comenzamos este precioso tiempo del Adviento en el que leeremos cada domingo y cada día las distintas profecías del Salvador que llega para salvarnos de toda oscuridad y lamento. En estas semanas, nos dispondremos con fe a recibir a Cristo en la Navidad, la fecha más entrañable del calendario cristiano, porque Dios se hace cercano, se hace niño, se hace carne mortal, una como la nuestra, no para quitarnos todos los problemas, sino para darnos la capacidad de superarlos de su mano y disfrutar de su amor que no es una quimera, sino una realidad palpable en la vida de quien le busca de corazón.
Las lecturas de hoy repiten una y otra vez la palabra «paz». Y aunque se nos llena la boca en esta sociedad de nombrarla, constatamos que no se hace realidad y que el hombre, por si solo, es incapaz de instaurarla; sólo Dios puede traerla, regalárnosla y nosotros aceptarla y ponerla como norma de nuestra vida.
Isaías, en la primera lectura que hoy proclamamos en la Santa Misa, nos habla del que llegará para reunir a todas las naciones en la Paz eterna del Reino de Dios. Y la queremos ya, porque necesitamos paz en nuestras conciencias, en nuestras familias, en nuestro entorno, en las clases, en el trabajo, en los pueblos y ciudades. Cristo la trae por bandera pero, como hay fuerzas que luchan por eliminar a Dios de todo lo público y lo privado, nos parece que no tiene poder para triunfar. ¡Lo tiene! Ya triunfó sobre la muerte y seguirá triunfando como Rey del universo, llevando junto a sí a todos los que se unan a su bandera y a su Corazón.
De ahí que el evangelio de Mateo nos ponga en guardia para que estemos preparados. No para una cena familiar, no para una más que posible crisis económica, no para cosas mundanas, sino para acogerle a Él en persona, como creyentes de sus promesas de vida y no de muerte, de paz y no de guerra, de vida eterna y no de alejamiento perpetuo. Un joven me preguntaba ayer en la catequesis por qué Dios se tuvo que hacer hombre pudiendo salvarnos sin bajar del cielo. Me sorprendió la pregunta por la profundidad para un muchacho de 14 años, puesto que esa cuestión se trata en los estudios teológicos. Resumiendo: le contesté con la única respuesta posible, teniendo en cuenta que Dios se complicó mucho la vida, haciéndose hombre; «porque nos quiere más de lo que podemos entender».
¿Estamos dispuestos a amar a Dios nosotros más de lo que el mundo pueda entender? ¿O preferimos mantenernos en una creencia «prudente» para que nos nos tilden de radicales o locos? Bendita locura la de creer y esperar en Dios más que en nadie de este mundo; lo de aquí defrauda porque como decía san Agustín:”nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”
Feliz Domingo de Adviento. Feliz día del Señor.
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