editorialla voz de córdoba

Feliz Navidad

Actualizada 23:56

La Navidad es una época para el reencuentro y la celebración. No es algo obligado, por supuesto, y son muchas las personas que desean que estas fiestas pasen lo más rápido posible. Quizás eso se deba a la imposición social y comercial- esas sí- que distorsionan el sentido primario de esta fiesta cristiana a la que con mucho empeño se trata de descristianizar sobre todo desde los estamentos públicos, no ya porque confunden laicidad y tradición, sino porque políticamente se sigue una hoja de ruta que cada vez va a más.
Mucha de la tristeza que provoca esta fiesta no se debe solo a la añoranza de los seres queridos que ya se marcharon o a momentos vividos que no regresarán. El ruido que ensordece los sentidos no es el de los villancicos o el de los anuncios comerciales sino el del vacío de una fiesta cristiana sin Jesús. Sin la familia como centro de la vida en comunidad. Sin la humildad que nos mantiene con los pies sobre la tierra, que no es otra cosa esa pobreza alegórica de Belén. Porque el mensaje del nacimiento de Jesucristo además de esperanza nos trae el recuerdo de lo que los hombres somos: frágiles, cuidados por un padre y una madre, en el seno de una familia que es sagrada no solo por elección divina sino por su propia naturaleza. Una naturaleza que se trata de arrancar con fruición y, como estamos sufriendo en España, a golpe de decreto ley. Porque hoy en nuestra nación no es que se legisle solo contra la vida- que es sagrada siempre- sino contra la propia naturaleza de los hombres y las mujeres. Esa será una factura que pagaremos en unos años, cuando quizá ya sea demasiado tarde. Y tendremos a mucha gente mucho más triste y desesperanzada que en estas navidades vacías de sentido trascendente.
Es una ocasión la Navidad para detenerse y reflexionar sobre lo que nos han aportado otras navidades pasadas, en las que las familias, extensas o no, se reunían. O en las que los vecinos se deseaban lo mejor, una vecindad que en más de una ocasión era la verdadera familia en la que apoyarse día a día. Navidades en las que se valoraba más el abrazo honesto y rotundo del amigo que el regalo del perfume más caro. Y en las que nos deseábamos feliz Navidad de corazón, con el deseo del reencuentro siempre, del afecto sincero, de la cercanía necesaria.
Con ese ánimo les deseamos feliz Navidad desde este humilde periódico. Es el mismo ánimo que nos mueve todo el año a ofrecerles lo mejor de nosotros mismos. Y cómo no, reciban al Niño Jesús como merece y como el regalo bendito que es: la esperanza siempre y la libertad plena.
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