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La sanidad pública y la izquierda

Actualizada 11:36

El Partido Popular andaluz ha publicado recientemente los datos de inversión para la sanidad pública andaluza de los últimos trece años y la evidencia es que, con Juanma Moreno, el dinero destinado a sanidad es mucho mayor que en todos los gobiernos socialistas anteriores. De los 9.800 millones de euros de 2010 a los 13.600 millones de 2023 hay un 38,78 % de diferencia y un mantra desactivado claramente: ese que desde la izquierda se repite sobre el desmantelamiento de la sanidad pública por parte de los populares. En Córdoba han sido más de 54 millones de euros los invertidos por la Junta de Andalucía en obras de mejora de infraestructuras sanitarias, tal como ha señalado esta semana la delegada de Salud y Consumo, María Jesús Botella, quien destacaba el «compromiso del Gobierno andaluz con la construcción y mejora de equipamientos demandados durante años por los vecinos». El hospital de Palma del Río es un claro ejemplo de ello, sin ir más lejos.
En este año electoral, el PSOE solo puede emplear dos argumentos para contrarrestar no tanto los logros del adversario sino su propia decadencia. Uno de ellos es el de la sanidad pública, para el que se están empleando con denuedo en la Comunidad de Madrid y con menos músculo en Andalucía, aunque también con varias campañas centradas en la presunta privatización de los servicios sanitarios.
Respecto a este matiz, conviene recordar que no tiene nada de negativo la convivencia de los dos modelos, el público y el privado, gestiones complementarias que no son desconocidas, por cierto, para los anteriores gobiernos socialistas en Andalucía ni para el Sistema Nacional de Salud. Tras la pandemia, además, es un camino que ha quedado mucho más claro que es el que hay que recorrer para la optimización de recursos. Los conciertos sanitarios solo son atacados por motivos ideológicos, no por sus resultados, a todas luces óptimos para pacientes y profesionales, además de suponer un alivio para las arcas públicas. Su coste es de apenas el 11% del presupuesto sanitario nacional, según las principales empresas aseguradoras. Aún así, el PP demuestra con los números sobre la mesa que invierten mucho más en sanidad pública - y en menos tiempo- que el PSOE ha venido haciendo desde casi siempre.
No conviene olvidar aquí una vez más el doble rasero que la izquierda maneja en este asunto (y en tantos otros) y que pueden resumirse en el famoso refrán de que venden consejos que para ellos no quieren. Las ministras socialistas, los altos cargos, y tanto miembro de la farándula española más progre no dudan en acudir a la clínica Ruber o Quirón de turno para ser tratados de los males que le aquejen o traer una criatura al mundo. Así es la desvergüenza supina que muestran tras su moralina de pancarta y sin pudor, además.
Es cierto que no todo se traduce en inversión. Bien hace el PP en desmontar la falacia socialista, pero mejor haría en vigilar la gestión: de nada sirve contar con más dinero si la atención primaria es deficiente, las listas de espera no disminuyen y los profesionales sanitarios no están lo suficientemente bien pagados.
No obstante, y hasta que pasen las elecciones, quedan muchas campañas propagandistas disfrazadas de defensoras de la sanidad pública. Y si esto lo desmontan los números como se ha hecho en Andalucía, al PSOE siempre le queda un segundo argumento: Francisco Franco. El ‘francomodín’ también dará mucho juegos en los próximos meses.
Pero de eso ya nos encargaremos en su momento.
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