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Democracia unilateral

Actualizada 05:00

A pesar de que a veces las formas o el carácter particularmente incisivo le resta credibilidad, siempre hemos destacado desde aquí la labor de oposición que el portavoz socialista Antonio Hurtado ejerce en el actual mandato municipal. Si su compañera Isabel Ambrosio, cuando ostentó la alcaldía, hubiera puesto solo la mitad de esfuerzo que Hurtado imprime en sus denuncias, otro gallo electoral le habría cantado. No es grata esa labor cuando además enfrente tienes a un equipo de gobierno respaldado con mayoría absoluta y procedes de altas instancias tanto orgánicas como políticas, como es el caso de Hurtado. La pelea municipal se lleva a cabo en el barro, en el cuerpo a cuerpo y negociando con habilidad y mano izquierda en la trastienda de los pasillos o los despachos.
En cuanto al equipo de gobierno, no se caracteriza el dirigido por José María Bellido por el autismo que el poder otorga a los que abusan de las mayorías sino por todo lo contrario, con un talante muy personal del alcalde que busca el acuerdo y el consenso, que escucha a las partes contrarias y que, con aciertos y errores, no ejerce de manera despótica ni soberbia. Esta semana, en la que se cumplen los famosos cien días de mandato, propuso sentarse con los distintos representantes de la oposición como es menester en un Ayuntamiento democrático. El portavoz socialista rechazó ese encuentro alegando que el alcalde se había reunido antes con otros sectores y agentes sociales, y sobre todo echándole en cara el apoyo a la pasada manifestación convocada por el PP en rechazo a la amnistía que Pedro Sánchez – y su PSOE- promulgará para asegurase el gobierno de la nación. Hurtado tildó esa manifestación como un acto «contra la democracia», dejando claro que en el manual democrático que manejan los socialistas la democracia es según y cómo. Sentarse a negociar con golpistas prófugos es, por lo visto, más democrático que defender la Constitución, vino a responder el alcalde de Córdoba.
Hurtado, con ese desaire, traiciona a sus votantes, a los que les niega una posibilidad directa de negociar lo que ellos le han confiado en las urnas. Puede ser, no obstante, que al votante socialista a estas alturas ello le pueda parecer una pequeña minucia, ya que lo más importante para ellos parece ser que es la lucha contra la derecha, ganar la guerra civil, negar el pan y la sal al disidente y hacer de España un sayo propio como el que pretende su líder Sánchez. La polarización, y el gesto de Hurtado lo demuestra, no proviene de la ultraderecha como constantemente dicta el relato amplificado socialista, sino de la izquierda cada vez más radicalizada que es el PSOE y sus siniestros socios de viaje y gobierno.
Hurtado se niega a reunirse con un alcalde que según él ha participado en un acto contra la democracia, y hace un gesto plenamente antidemocrático entre políticos maduros y supuestamente serios. El portavoz socialista solo demuestra algo ciertamente peligroso: el carácter unilateral del concepto de democracia. El mismo que sufren en Venezuela, por ejemplo.
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