Madre de Dios

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El año comienza de la mano de María, la Madre de Dios

La carta pastoral del obispo de Córdoba recuerda que el primer día del año, con la octava de Navidad, se celebra «la fiesta más importante de María Santísima»

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, centra la carta pastoral de esta semana en la figura de María Santísima y en la festividad del uno de enero: Santa María Madre de Dios.
La Madre de Dios que fue hecha purísima, librada de todo pecado y convertida en «digna morada» para el Dios que se hizo hombre en ella. «María es Madre de Dios, porque le ha dado al Hijo su cuerpo humano. A ese cuerpo tomado de María, Dios unió el alma humana creada para Jesús. De María ha tomado Jesús su carne y su sangre, que un día entregará por nosotros y por nuestra salvación, crucificado en la Cruz. Cuerpo y sangre de Jesús que se nos da como alimento en la Eucaristía. El misterio de la encarnación ocupa el centro del misterio cristiano, y ahí está María dando carne a este misterio. El misterio de la encarnación se ha realizado físicamente en el vientre virginal de María».
El prelado explica de manera clara y directa dos dogmas de fe: el de la virginidad perpetua y el de la maternidad divina de María. «Su virginidad es sobreabundancia de vida, es fecundidad superlativa, es transparencia de la vida de Dios para toda la humanidad. Su virginidad no es una merma, una tara, una falta de algo. Su virginidad es una participación de la virginidad del Padre, que engendra virginalmente a su Hijo en la eternidad. Y de ello es un eco la virginidad de María, que engendra a su Hijo sin concurso de varón, porque ella tiene plenitud de vida que le viene de Dios, del Espíritu Santo».
Y añade que «se trata de una maternidad misteriosa, que tiene su última explicación en la virginidad. Y se trata de una virginidad misteriosa, porque tiene una fecundidad incluso física en el Hijo de sus entrañas hecho hombre».

Jornada Mundial de la Paz

Recuerda el obispo de Córdoba que además en este primero de año se celebra la Jornada Mundial de la Paz, un día que viene marcado por la pandemia del coronavirus y cuyo lema, en esta ocasión, es «Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el Covid-19 para trazar juntos caminos de paz». En este sentido el prelado escribe que «se necesita un cambio de corazón para ser constructores de paz. Las situaciones de guerra por todo el mundo, la tercera guerra mundial de la que habla Francisco, los egoísmos exacerbados en la prepotencia, en el consumismo, en la injusticia tienen que ser transformados en una solidaridad y fraternidad que brota de un Padre común, que nos hace hermanos».
Pueden leer de manera íntegra la carta pastoral en este enlace.
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