Viajes
En diciembre se cumplirán 500 años del momento en el que el emperador Carlos I de España y V de Alemania otorgó a la ciudad la licencia para la creación de la Casa de la Contratación de La Coruña, organismo para la trata de la Especiería y la organización de sus flotas y expediciones. Medio milenio después, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz, presidirán hoy en dicha ciudad la XXV cumbre hispano-alemana, a la que asistirán también quince ministros de uno y otro país.
Al más puro estilo Bienvenido Mister Marshall o –si se prefiere la realidad– como cuando antaño venían los reyes y se le construían arcos del triunfo efímeros para recibirlos en la entrada de la urbe, la alcaldesa socialista –Inés Rey– ha engalanado la ciudad –destacan unos grandes magnolios en la zona centro– con motivo de la presencia de los dos presidentes del Gobierno.
Realmente, no era necesario. La urbe tiene suficientes encantos como para no improvisarlos. Citemos diez de ellos.
Cuenta la leyenda que el gigante Hércules mató al tirano Gerión, y allí donde lo sepultó ordenó levantar una altísima torre. En realidad, este faro lo levantaron los romanos en el siglo I, probablemente durante el mandato del emperador Claudio, para señalar un puerto de apoyo fundamental en la ruta del aceite entre Hispalis y Britania. No hay monumento romano en funcionamiento más antiguo que la Torre de Hércules, que es unos años anterior al Panteón de Agripa en Roma. El faro más antiguo del mundo entre los que siguen funcionando es Patrimonio de la Humanidad desde 2009 gracias a una iniciativa ciudadana y al impulso en los despachos de la UNESCO que le dio un hijo predilecto de la ciudad, César Antonio Molina, durante sus tiempos de ministro de Cultura.
En los últimos días las temperaturas están siendo calurosas para lo que es habitual en los lares coruñeses, así que ha habido algunas (pocos) autóctonos que han convertido el inicio del otoño en una pequeña prórroga del verano, retando además a la fría temperatura del agua.
La ciudad cuenta con varias playas urbanas en su pequeña superficie (es la segunda capital de provincia con menos superficie de España, tras Cádiz), siendo las más destacadas las de Riazor y Orzán. Y si no te puedes bañar, siempre te queda el placer de oír las olas y respirar el olor a salitre.
La lonja coruñesa se presenta como la número uno de España en venta de pescado y marisco frescos. Lo que allí se subasta tiene numerosos destinos, pues se transporta después a buena parte del país. A escala local, esos manjares se pueden comprar en las plazas y supermercados locales, y saborear en sus restaurantes y tascas, abundantes en las calles céntricas y en los barrios. Entre los templos gastronómicos destaca Árbore de Veira, que cuenta con una estrella Michelin, pero hay muchas más recomendados por la prestigiosa guía. Hemos hablado de pescados y mariscos, pero las carnes (con la ternera gallega a la cabeza) no se quedan atrás. Para picotear, nada mejor que una Estrella Galicia de bodega acompañada de unas patatas de Bonilla a la vista, casa que también sirve unos churros imponentes, los favoritos del jugón Andrés Montes.
La cuna de la actual ciudad tiene un encanto irresistible. Pasear por sus calles, desde hace unos años peatonalizadas, es cita obligada. Rincones imprescindibles son la tranquila Plazuela de las Bárbaras, muy arbolada Plaza de Azcárraga o el romántico jardín de San Carlos, donde cuenta la leyenda que todos los 16 de enero se aparece el fantasma de lady Hester Stanhope, que tanto amó a sir John Moore, enterrado en este lugar a comienzos del siglo XIX. Alberga los dos edificios de la ciudad más antiguos tras la Torre de Hércules: la iglesia de Santiago y la Colegiata de Santa María del Campo (ambos del siglo XII), situada esta última frente a la Casa Cordine, donde Franco pasaba los veranos. Además, en la iglesia de los Dominicos se venera a la patrona de la ciudad, la Virgen del Rosario, a la que los coruñeses se encomendaron tras el ataque del pirata Drake en 1589. El hombre más rico de España, Amancio Ortega, vive en el borde de este barrio: habita un casoplón de galerías con vistas al puerto que se ha convertido en uno de los rincones más señalados por los autóctonos a las visitas.
Durante el mandato del alcalde más longevo de la historia local (1983-2006), el del socialista Francisco Vázquez, se construyó la totalidad de su paseo marítimo. Son más de 13 kilómetros de abrazo al mar.
Los galenos locales lo consideran el mayor centro de salud de la ciudad, puesto que son miles los ciudadanos y visitantes que lo recorren, a pie, andando o en bici, cada día. Los coruñeses llevan años presumiendo que es el paseo marítimo más largo de Europa y por ahora nadie les ha llevado la contraria.
También durante la etapa de Francisco Vázquez se pusieron en marcha tres museos científicos: Casa de las Ciencias (el primero de España en su género), Casa del Hombre y Casa de los Peces. Esta trilogía se completó más tarde con el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Los niños adoran visitarlos. La ciudad natal de María Casares y de Fernando Rey tiene además otros indudables atractivos culturales, como dos teatros de gran tradición (Rosalía de Castro y Colón) y una programación musical en la que sobresale la Orquesta Sinfónica de Galicia. Además, conserva la casa en la que vivió Picasso de niño, entre 1891 y 1895, cuando recibió por primera vez enseñanzas artísticas y realizó su primera exposición.
En los años 60, el periodista Antonio D. Olano fue a visitar a Picasso, quien se interesó por una cuestión: «Supongo que han construido mucho. ¿Destruyeron las galerías? ¿O tienen el buen gusto de conservarlas». Hubo buen gusto y se conservaron. Las galerías de la Marina se conservan, como muchas otras distribuidas por la ciudad. Este tipo de casas son el emblema arquitectónico de la ciudad. Hay más atractivos de este tipo, pues se puede realizar una fascinante ruta modernista o contemplar el que fue en su día, cuando se inauguro en 1925, el edificio más alto de España, el del Banco Pastor, recientemente rehabilitado –con gusto excelso– por el Banco Santander.
Su inauguración popular se celebró a comienzos de los años XX y desde entonces es el epicentro de la ciudad. En ella se levanta el Palacio Municipal de María Pita, sede del Ayuntamiento, inaugurado en 1912. En 1998 se colocó una estatua de María Pita, quien lideró una lucha heroica, la que permitió que 5.000 resistentes parapetados tras unas murallas consiguiesen que 23.000 ingleses dirigidos por Drake y Norris se fuesen con el rabo entre las piernas en 1589. Durante el verano, esta plaza es el epicentro de las fiestas de la ciudad, que se extienden durante un mes y por supuesto están dedicadas a la heroína local.
Aunque en caída libre desde hace unos años, pues mora actualmente en la tercera categoría del fútbol nacional, el campeón de la Liga del 2000 está muy presente en la vida ciudadana. Números cantan: acaba de superar los 23.000 socios pese a ser equipo de Primera RFEF. Se puede visitar el estadio de Riazor cada dos domingos (o sea, cuando hay partido), o bien parcialmente durante unas visitas guiadas organizadas por el Ayuntamiento. Además, el club cuenta con dos tiendas, una en el propio campo y otra en la céntrica calle Real. Es común ver a turistas con bolsas de estos dos establecimientos. Y es que, como decían los viejos cronistas, el que tuvo, retuvo.
Fue el alcalde Sergio Peñamaría de Llano el que acuñó el eslogan más popular de la historia de la ciudad: «La Coruña, la ciudad en la que nadie es forastero». Lo sigue siendo aunque ya no se emplea de forma oficial por el Ayuntamiento.
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