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29 de marzo de 2024

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Acompañar a los más pequeños durante el duelo es tan importante como hablarles de la muerteGTRES

Día de Todos los Santos

«La muerte no es el final y el cielo es la victoria»: cómo contárselo a los más pequeños

Hablar de la muerte como algo natural es la primera pauta. Antes o después, los niños se toparán con esa realidad y es importante que estén preparados para poder gestionar la pérdida 

La muerte forma parte de la vida y, por tanto, es importante poder hablar de ello con los más pequeños de la casa. Las recomendaciones son contundentes: honestidad, claridad y concreción. Puede generar angustia tratar estos temas en el hogar familiar, sin embargo, la sobreprotección y el tabú no ayudan al desarrollo de habilidades emocionales ni a la preparación para futuras pérdidas.
Cristina Noriega, psicóloga del Instituto de la Familia de la Universidad San Pablo CEU y profesora de psicología, señala que «hay una tendencia a evitar el tema para no generar sufrimiento en los niños. Es una falsa creencia. Ellos se dan cuenta de que algo está ocurriendo y no hablar sobre ello les genera un mayor malestar». 
Remarca la necesidad de tratar la muerte y la enfermedad como algo natural, como parte de la vida. Algo lejano, aunque inevitable. También es importante que los padres reflexionen sobre su propia concepción de la muerte, ya que el miedo a la pérdida puede repercutir negativamente en los hijos.

Poner palabras a los hechos

«Culturalmente, la muerte está vista como algo que hay que borrar, al igual que la enfermedad o el envejecimiento», afirma Noriega. Sin embargo, también apunta que para gestionar las emociones es importante ponerle palabras a los hechos, «si no, el niño se va a imaginar cosas, y ellos normalmente se imaginan lo peor».
Por mucho que se intente ahorrar el sufrimiento a los más jóvenes de conocer una de las facetas más duras de afrontar, antes o después se toparán con esta realidad, y no habérselo explicado de una manera natural puede provocar que no desarrollen habilidades para gestionar la pérdida y una mayor fragilidad emocional.
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La muerte es algo natural y así hay que hablarlo con los niñosGTRES

Hablar y acompañar

Tanto Cristina Noriega como Luis Melchor, párroco de Santa Teresa de Jesús en Tres Cantos (Madrid) y director de pastoral de infancia y juventud de la archidiócesis de Madrid, coinciden en que no existe un momento que se pueda buscar para hablar de la muerte, sino que ha de ser una conversación que surja con naturalidad. 
Para el párroco, «a la hora de plantearlo, hay que contarles la verdad y hablar del cielo como una posibilidad real. Para los cristianos hasta la muerte tiene remedio. Es una separación, aunque no sea definitiva». Una buena oportunidad para tratarlo puede ser ante una primera pérdida cercana al niño, un familiar, un vecino o una mascota. Como apunta Noriega, estas ocasiones resultan más sencillas porque se tiene el ejemplo concreto delante.
El acompañamiento en el duelo ante una pérdida es igual de relevante para el niño. Una de las señales de que el menor se encuentra en proceso de duelo, como apunta la psicóloga Noriega, puede ser el mal comportamiento, pero también una caída del rendimiento escolar y un aumento de los despistes. Es tan sencillo como estar ahí para él, responder a sus preguntas sin merodeos ni ambigüedades. Sin embargo, no siempre se tienen contestaciones a todo y no pasa nada por decir que algo no se sabe. Según Cristina Noriega, es preferible ser concreto y honrado que dar respuestas metafísicas, que pueden llegar a agobiar al niño.

«El cielo es real»

Por otro lado, para Luis Melchor, «hay que procurar huir de dos extremos. El primero es contarle a un niño la muerte con toda su dureza, porque no están preparados para comprenderlo todo, y el otro es contarlo como un cuento». Noriega apunta que hay que evitar expresiones como «el abuelo se ha ido de viaje», porque los más pequeños toman al pie de la letra cada palabra y piensan que «verdaderamente ha cogido las maletas y se ha ido». 
Tiene que quedar claro que la muerte es irreversible y que la persona que ha fallecido no va a volver, pero también que no es el final, que en el cielo se producirá el reencuentro con todas las personas que queremos. Así lo afirma Luis Melchor: «El cielo es real, es feliz, es bonito. El cielo es amor y allí nos están esperando. La muerte no es el final y el cielo es la victoria». 
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