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25 de abril de 2024

Para acompañar a las familias hay que tener una visión realista y optimista

Para acompañar a las familias hay que tener una visión realista y optimista

Cómo arropar a las familias vulnerables en un mundo cambiante

Desde el Instituto de Estudios Superiores de la Familia de la UIC denuncian que es necesario volver a la esencia de lo que es la familia y quitarle todos los elementos culturales que nos separan

La fragilidad de los vínculos es una de las preocupaciones más acuciantes de las familias. Dar por hecho que cuando uno se casa vaya a ser para siempre no es común hoy en día. La causa detrás de ello son los grandes cambios que está experimentando la sociedad. No solo están evolucionando los hábitos y las costumbres de las familias, sino también las formas de pensar dentro y sobre ellas. 
Ante estos procesos que están derivando en un contexto social cada vez más individualista y atomizado, la directora del Instituto de Estudios Superiores de la Familia de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC), Monserrat Gas, confirma la necesidad del acompañamiento familiar. «Los nuevos conceptos sociales contradicen la esencia del ser humano, como ser relacional, y de la familia, como relación de personas», ha afirmado Gas en la ponencia organizada por la Plataforma per la Familia Catalunya-ONU, presentada por Daniel Arasa presidente de la misma.

¿Qué es el acompañamiento?

Otro de los cambios que está experimentando la sociedad es según Gas, es la transformación de los estilos de vida de unas generaciones a otras. Ante esto, propone pasar de un paradigma teórico, el que se estaba llevando a cabo hasta ahora, hacia uno eminentemente práctico y vital, además de personalizado.
El acompañamiento juega un papel clave en este cambio de paradigma para que las familias cambien las fórmulas clásicas mediante las que se transmitían sus formas vitales, que hasta ahora se ha hecho a través de ideas, para demostrarlas «haciéndolas vida en la vida de otras personas», explica Gas. 
Por su parte, Pilar Lacorte, subdirectora de docencia del Instituto de la Familia de la UIC, afirma que es necesario un cambio de mirada, «un cambio de cultura sobre lo familiar». Acompañar familias no sería entonces solamente «la mediación y la ayuda, ni la orientación y consultoría», afirma Lacorte, sino también todo tipo de acciones para que cada una de las familias, independientemente de su situación, descubran su protagonismo educador y cómo solucionar y dar salida a las dificultades que surgen en todos los hogares. 

Es necesario animar a los padres a que ejerzan su función educadora y hacerles recuperar la seguridad en lo que es la paternidad y la maternidad

¿Desde dónde se acompaña?

El acompañamiento requiere establecer relaciones. Se trata de una acción bidireccional basada en la confianza. Lacorte insiste en que no es necesario crear nuevas estructuras para el acompañamiento, sino incidir sobre aquellas que ya existen. 
El primer lugar desde donde es posible realizar un acompañamiento es aquel al que acuden las familias cuando les duelen los problemas que atraviesan. «La pastoral familiar es un ámbito muy importante del acompañamiento, no solo la parroquia o lo eclesiástico, sino todas aquellas iniciativas e instancias desde las que se da formación y ayuda como Iglesia que somos todos», argumenta Lacorte. 
La escuela es otro de los grandes lugares desde donde es posible la labor de acompañamiento a las familias. «Allí es donde dejamos lo que más queremos las familias», afirma Lacorte. La función de los colegios sería entonces la de animar a los padres a que ejerzan su función educadora y hacerles recuperar la seguridad en lo que es la paternidad y la maternidad. 

¿Quién acompaña?

No basta con querer acompañar a las familias para poder hacerlo. La subdirectora de docencia del Instituto de la Familia de la UIC insiste en que son fundamentales la confianza y la formación. En palabras de esta especialista en acompañamiento: «En este mundo tan individualizado cada vez es más complicado crear esas relaciones de confianza para acompañar y ser acompañado». 
Una actitud realista y optimista son igualmente necesarias para hablar de matrimonio y transmitir sus valores. «Hay que redescubrir la verdad de la familia, sus fundamentos. Quitarle todos los elementos que nos están separando los unos de los otros y volver a la esencia», denuncia Lacorta. 
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