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23 de abril de 2024

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Raúl Serrano es el director del documental sobre centros de acogida Así crecen los enanosLunatic Visual Studio

Raúl Serrano, 14 años en centros de acogida de Madrid: «Estaba rodeado de gente, pero me sentía solo»

El director del documental Así crecen los enanos anima a las familias a plantearse el acogimiento, porque es «uno de los gestos de amor verdadero más fuertes»

Raúl Serrano, director del documental Así crecen los enanos, pasó 14 años de su vida en centros de menores tutelados de la Comunidad de Madrid. Ha explicado que la vida en una de estas instituciones es «estar rodeado de mucha gente» y al mismo tiempo «sentirte solo». La pieza, que recoge los testimonios de jóvenes extutelados, se estrenará el próximo mes de mayo en la plataforma digital Filmin.
Serrano explica que lo normal es que los menores tutelados pasen primero por un centro de primera instancia, que en Madrid suele ser el de Hortaleza, y de ahí se les derive a otros de carácter permanente. Él vivió en uno de estos centros desde los 4 hasta los 16 años, cuando fue trasladado a un piso, hasta cumplir la mayoría de edad y salir del sistema de protección definitivamente.
El director conserva «recuerdos vagos» de la vida allí, pero lo que sí recuerda es que «sobre todo se vive una gran soledad». En conversación con Europa Press cuenta que «no existe una vivencia de amor incondicional, de pertenencia, sino que vives al margen, no perteneces a un entorno que te provea las cosas elementales y básicas».
En cuanto a la relación con sus padres biológicos, Serrano explica que salía del centro para pasar los fines de semana y las fiestas con ellos, pero sus padres se encontraban en situación de calle, por lo que él también pasaba ese tiempo en la calle. Cuando volvía al centro, según afirma, lo contaba pero no le creían.

La esperanza de ser acogido

Durante su niñez, según recuerda, era más común la figura de la adopción que la del acogimiento, que fue entrando «poco a poco». Podría haber tenido la opción de ser acogido en una familia, pero sus padres dijeron que no. Nunca perdió la esperanza de que alguien le acogiese o de que la situación de sus padres mejorase y pudiera volver con ellos.
«Un niño que está ahí siempre tiene la esperanza de que alguien se ocupe de él o que la situación en casa revirtiese», comenta. Si bien, añade que eso que al principio era «un deseo grande», con el paso del tiempo «se convierte en todo lo contrario».
«Te das cuenta de que estás mejor en el centro», explica, detallando que los menores tutelados se van alejando de sus padres biológicos, no quieren parecerse a ellos y tienen miedo de que los reclamen porque no quieren ir a entornos que les hacen mal. Serrano lamenta que no se ayuda a las familias biológicas. «Están bastante solas, es verdad que es muy difícil ayudarlas pero se puede hacer y quizá sean uno de los grandes olvidados de este sistema de protección», ahonda.

«¿Qué va a ser de mí a los 18?»

Otro de los problemas que se encuentran los menores tutelados, según indica, es el momento en que alcanzan la mayoría de edad y quedan fuera del sistema de protección. «Entiendes rápidamente que antes o después vas salir de allí. Para mí fue una espada de Damocles que tuve siempre, me condicionó mucho al tomar decisiones, la angustia que sientes a medida que vas llegando a la mayoría de edad es brutal porque ves que estás solo y te preguntas: ¿Qué va a ser de mí?», expone Serrano.
En su caso, según asegura, le invitaban a tener relación con su familia biológica, cuando ya no la tenía desde hacía años. A su juicio, es «perverso» que se invite a un joven de 18 años recién cumplidos a volver con una familia con la que hasta un día antes no se podía ir.
También reprocha el hecho de que «se les priva de poder estudiar, en muchos casos» pues se les recomienda prepararse para desempeñar un empleo en lugar de, por ejemplo, ir a la universidad. «Las instituciones deberían prever proyectos de futuro como en cualquier hogar, pues para eso les están tutelando, se les debería proveer de las mismas oportunidades que a los demás», remarca.
Raúl Serrano echa la vista atrás y reconoce que si hubiera crecido en una familia en lugar de en un centro de menores habrían cambiado «muchas cosas». Por ejemplo, a él le costó mucho revertir la falta de autoestima. «Uno va arrastrando, inevitablemente, carencias que con el tiempo suele revertir, pero hay carencias que se quedan», apunta, señalando el caso de personas que arrastran de por vida el rechazo de la sociedad, la soledad o el analfabetismo emocional.

El acogimiento es uno de los gestos de amor verdadero más fuertes que se pueden hacer en esta vidaRaúl Serrano

Casi 1.200 menores de 6 crecen sin una familia

Tal y como recuerda, a pesar de que la ley de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia de 2015 establece que debe prevalecer la medida de acogimiento familiar sobre la de acogimiento residencial, especialmente para menores de seis años, hay casi 1.200 menores de 0 a 6 años que crecen en centros residenciales, casi la mitad de ellos, menores de 3 años, según el último Boletín de datos estadísticos de medidas de protección a la infancia (con datos a 31 de diciembre de 2020).
La Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (ASEAF) ha pedido al Gobierno que se comprometa a encontrar una familia de acogida a todos estos niños y niñas. En total, en España hay unos 17.000 menores que crecen en centros residenciales.
Ante esta situación, Raúl Serrano anima a las familias a apostar por el acogimiento. «Si tienen cualquier duda, que hablen con familias que ya acogen y se la van a quitar, el acogimiento es uno de los gestos de amor verdadero más fuertes que se pueden hacer en esta vida», señala.
El director del documental Así crecen los enanos explica que no se puede asegurar que va a ser un camino fácil pero afirma que ninguna familia acogedora se arrepiente. En este sentido, añade que, incluso si no es por mucho tiempo, al menos ese niño o niña va a tener la experiencia de pertenecer a una familia.
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