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19 de abril de 2024

Una niña adolescente estudiando para sus exámenes

Una niña adolescente estudiando para sus exámenesPexels

Educación

¿Deben los padres hacer regalos a sus hijos por sacar buenas notas?

La psicóloga Mercedes Bermejo responde a la pregunta más repetida del final de curso

Se acerca el final de curso, de los exámenes y empiezan las vacaciones de verano. El esfuerzo de todo el año que hacen los niños en el colegio no es poco, y por ello, algo que ha de ser recompensado. Pero, ¿de qué manera? ¿Una consola, un viaje, un abrazo?
Mercedes Bermejo, vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, explica que, como adultos, «pasamos todo un curso trabajando y cuando llegan las vacaciones nadie nos da un premio especial por ello». Las obligaciones y responsabilidades que uno tiene van cambiando a medida que se crece, pero existen en todas las etapas de la vida.
No obstante, destaca la psicóloga que es importante que exista un reconocimiento y una valoración, que no siempre ha de ser económica o material, del esfuerzo realizado durante todo el curso. «¿Qué mejor recompensa que unas largas vacaciones de verano como las que tienen los niños en edad escolar?», se pregunta Bermejo, para pasar a afirmar que si por defecto se tiende a dar un regalo como consecuencia de las expectativas que se tiene de los niños puede llegar a confundírseles.

Un pacto previo

El mensaje a transmitir es que «no por cualquier esfuerzo van a ser premiados, y menos con algo económico material», destaca Bermejo. La psicóloga no considera conveniente ofrecer regalos coincidiendo con la finalización del curso, a no ser que exista un pacto previo realizado con antelación suficiente como para que al niño le dé tiempo a cambiar su comportamiento y realizar un esfuerzo extraordinario, a sabiendas de las consecuencias. Si llega a tal nota, si mejora en matemáticas o inglés o si supera su media anterior puede ser una situación propicia para estas recompensas, que han de ir acorde siempre a las expectativas que se tiene de los niños.
«También hay que tener también las capacidades y las competencias académicas de cada niño», ahonda la vocal del Colegio de Psicólogos de Madrid. Habrá alumnos a los que sacar un 8 o un 9 no les suponga ningún esfuerzo, pero otros a quienes llegar al 5 o al 6 pueda ser un sacrificio extraordinario.
Un premio material no siempre es la mejor manera de seguir motivando a los más jóvenes para seguir estudiando. Bermejo no cree que requiera de un regalo algo que «forma parte de sus obligaciones y responsabilidades». Ante ello, el reconocimiento y validación por parte de los padres se abre como la puerta a la autosatisfacción. Un «estamos orgullosos de ti, porque sabemos el esfuerzo que has hecho» puede llegar a ser suficiente para transmitir que las recompensas tienen más que ver con ser consciente del trabajo bien hecho, la ilusión de haber sacado una buena nota y todas las repercusiones –buenas– que ello pueda tener en su autoestima, en sus habilidades sociales y en su manera de ser y estar.
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