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20 de abril de 2024

Los adolescentes, con su naturaleza rebelde, rechazan los horarios impuestos

Los adolescentes, con su naturaleza rebelde, rechazan los horarios impuestosPexels

¿Hasta qué hora debo dejar salir a mis hijos adolescentes este verano?

Durante el curso se impone la exigencia académica o las actividades deportivas que practiquen entre sus actividades extraescolares

El verano es la época de las primeras veces para muchos adolescentes. El primer beso, el primer amor o incluso la primera copa. Y también la primera batalla de unos padres de hijo preadolescente que empieza a querer salir con más autonomía e independencia a relacionarse con sus iguales. Los meses de más calor, las heladerías, los kioskos o el McDonald´s se llenan de grupos de chavales cuyos móviles no paran de vibrarles en los bolsillos por los mensajes y llamadas de unos padres preocupados que quieren irse a dormir y no pueden porque su hijo todavía no ha llegado a casa.
Durante el curso, no se les ha dado tanta libertad para salir, si acaso los viernes o los sábados, porque se impone la exigencia académica o las actividades deportivas que practiquen. En temporada estival, los horarios se relajan y las familias pueden permitir una mayor flexibilidad en sus actividades: comidas, tareas y, sí, también salidas.

En verano sí hay límites

«El verano es muy social para ellos», afirma Elena Notario, psicóloga de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia. Pero que se esté de vacaciones no significa que no se tengan que poner límites y que luego, una vez recomenzado el curso, no vayan a volverse a los horarios y las normas que ya se habían hecho rutina.
Es sobre los 13 o 14 años cuando empieza la aventura de salir en grupo, al centro comercial, a la plaza del pueblo, al cine o, en esta época del año, al chiringuito. Desde antes de que llegue el momento de dejarles marchar con sus amigos, «hay que darle importancia al canal de comunicación», explica Notario.
La hora de llegada a casa va a ser siempre una pelea, porque el adolescente, rebelde por naturaleza, todo lo tiene que cuestionar, y más aún cuando se trata de la autoridad. Una buena manera que esta psicóloga propone para entablar la conversación y llegar a un acuerdo es comenzar con una pregunta. «¿Hasta qué hora crees que es razonable que salgas?». A lo que el adolescente responderá y dará su opinión, que los padres han de escuchar con el fin de que se vuelva una persona con un gran poder de toma de decisiones razonables cuando sea adulto.

El consenso para evitar la confrontación

Cada parte puede exponer sus razones, en concreto los padres, aquello que están dispuestos a permitir. Así se llega al consenso. Una vez se ha establecido una hora de llegada, ha de quedar también clara la consecuencia de incumplir la norma y no improvisar un castigo llegado el momento. La responsabilidad es también parte del proceso de maduración.
El límite que los padres estén dispuestos a proponer primero e imponer después a sus hijos dependerá también de lo responsable que estos sean, de dónde este la casa familiar y de su entorno. Conocer a sus amigos, tener su teléfono o el de sus padres, podrá también ayudar en establecer esa hora.
En todo caso, establecer una hora demasiado temprana o demasiado tardía no evita o fomenta ciertos comportamientos o que puedan ser testigos de actos no apropiados para su edad. La clave es más darles las herramientas suficientes para gestionar situaciones improvisadas, peligrosas o no, y no tanto el que tengan que volver a casa a las 10 con la cena todavía en la garganta.

el decálogo del centro de prevención de Adicciones de Madrid para pactar un horario

  • Consensuar horarios entre los progenitores y posteriormente trasladarlo a los hijos.
  • Ajustarlo según la edad y la madurez.
  • Los horarios deben mantenerse estables y flexibilizarlos en algún momento puntual.
  • Negociar es vital en la adolescencia.
  • Si se va a retrasar la vuelta a casa, consensuar una norma: una llamada o un mensaje.
  • Ser consciente de sus intentos de manipulación o chantaje emocional, con frases como «soy el único que tiene que volver antes de las 11».
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