Leer y jugar con su padre mejora el rendimiento escolar de un niño
Un estudio ha comprobado que los padres que dibujan, leen y juegan con sus hijos de tres años contribuyen de manera positiva a que los niños tengan mejor resultado en las pruebas académicas a los cinco años
El juego es la principal actividad a través de la que los niños lo aprenden todo, sobre todo en los primeros años de vida. Cuando esta actividad es compartida, sus beneficios se multiplican. Cuando padres e hijos pasan tiempo juntos divirtiéndose juntos se estrechan los lazos de la familia y el vínculo.
Indagando en este asunto, un equipo de la Universidad de Leeds ha descubierto que el juego compartido entre los niños y sus adultos de referencia tiene un nuevo beneficio para los más pequeños. Los niños que juegan de manera regular con sus padres (varones) tienen un mayor éxito académico en primaria. Mientras, jugar más asiduamente con las madres tiene más impacto en el comportamiento emocional y social.
Para poder llegar a sus conclusiones, el equipo utilizó las puntuaciones de las pruebas de la escuela primaria de 5.000 niños ingleses de entre cinco y siete años del Millenium Cohort Study, que hizo un seguimiento de los menores entre el año 2000 y 2002. Entre los datos con los que contaban se analizó el tiempo que los padres y las madres pasan con sus hijos realizando actividades lúdicas o creativas, como dibujar o leer. El estudio evaluó las acciones de los padres desde que sus hijos tenían tres años hasta que cumplieron los siete. Por otro lado, los de Leeds examinaron las puntuaciones que los niños iban obteniendo en ese mismo tiempo en las pruebas escolares.
Y así, concluyeron que los padres que dibujaban, leían y jugaban con sus hijos de tres años contribuyeron de manera positiva a que los niños tuvieran mejor resultado en las pruebas académicas a los cinco años. De la misma manera, cuando los progenitores varones compartían estas actividades con sus hijos de cinco años, mejoraban sus resultados a los siete años. Este efecto fue tal indiferentemente del género, la etnia, la edad en el año escolar o los ingresos del hogar.
Una curiosidad que hallaron los investigadores fue la distinta repercusión que tiene en un niño jugar con su padre o con su madre, aunque realicen con sus hijos la misma actividad. Mientras que los niños que jugaban con sus progenitores varones, mostraron un mayor rendimiento escolar, divertirse con su madre tuvo un efecto mayor en la faceta emocional y social de los pequeños.
Por todo ello, constatado con sus resultados, los investigadores recomiendan que los padres dediquen todo el tiempo posible a participar en actividades interactivas con sus hijos cada semana. Indican, para los padres trabajadores, que tan solo diez minutos al día puede tener un efecto beneficioso.